SEMANA: ¿Cuál es el verdadero potencial del turismo en Colombia?
JULIÁN GUERRERO: Pongamos primero al sector turismo en perspectiva a nivel mundial. A veces se pierde de vista que es uno de los sectores económicos más grandes del mundo: se calcula que antes de la pandemia su contribución al PIB mundial estaba alrededor del 10 por ciento y que contribuía con uno de cada diez empleos en el planeta. Hoy, tras la pandemia, el sector continúa en fase de recuperación, no se ha regresado a esas cifras, pero está muy cerca.
Y ¿qué significa el turismo para Colombia? Hoy hay una oportunidad inmensa. Para poner las cosas en perspectiva: Colombia es un país del tamaño aproximado de España, Francia y Portugal, solo en su porción terrestre. Estos tres países europeos tienen 125 millones de habitantes y recibieron el año pasado 183 millones de turistas. Colombia tiene unos 52 millones de habitantes y recibió 5,8 millones de viajeros. En el papel, tenemos para crecer 30 veces lo que tenemos hoy. Claro, estos son tres de los países más turísticos del mundo, pero es simplemente para ilustrar el potencial que tenemos. En Colombia, el turismo aporta el 2 por ciento del PIB, así que el espacio para crecer es muy grande.
SEMANA: ¿Qué desafíos se deben superar para lograrlo?
J.G.: Como país tenemos que promover un turismo que evite los errores que han cometido otros destinos y copiar o inspirarse en los buenos ejemplos. Eso significa desarrollar un turismo de calidad y orientado a la sostenibilidad. Pero calidad no es sinónimo de lujo. Hay turismo de lujo de buena y mala calidad. Además, no tenemos que enfocarnos en eso porque Colombia no es un destino de lujo; aunque puede haber algunas experiencias, somos realmente un destino de aventura, de exploración y de naturaleza. Otro gran tema es la sostenibilidad, que pasó a ser un factor determinante de la competitividad de los destinos turísticos. Esto hace parte del esfuerzo que hacemos desde el programa Destino Naturaleza de USAID, que busca desarrollar el turismo regenerativo de naturaleza para transformar positivamente a las personas y al planeta.
SEMANA: ¿En qué consiste exactamente el turismo regenerativo?
J.G.: Hago primero una distinción entre turismo sostenible y turismo regenerativo. No es que estén en contradicción, es simplemente que el turismo regenerativo incorpora el turismo sostenible, da un paso más allá. Los desafíos ambientales que enfrenta el planeta son tan grandes que la aproximación de la sostenibilidad por sí sola no es suficiente. En la sostenibilidad, el principio general es no causar daño. En el turismo regenerativo se asume que necesitamos tener un beneficio positivo en el medioambiente y en las personas. Es decir, dejar las cosas en mejor estado de las que teníamos antes.
A eso le apunta el programa Destino Naturaleza, que tiene dos grandes líneas estratégicas de trabajo. La primera es con el sector público, para crear el marco de política pública, legal e institucional, que permita el desarrollo del sector, como planes de desarrollo turísticos, la implementación de la política de turismo sostenible, esquemas de gobernanza turística en las regiones, construcción de infraestructura adecuada. La otra línea estratégica es el desarrollo del mercado de turismo de naturaleza en las regiones. Esto es con el sector privado, para hacer desarrollo del producto turístico, campañas de mercadeo y comercialización, mejorar las experiencias y darles valor agregado.
SEMANA: ¿Con qué destinos están trabajando?
J.G.: Hicimos un ejercicio de selección de varias geografías priorizadas: la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, Montes de María, Meta y Guaviare como una región, Putumayo, Caquetá y el centro y sur del Pacífico. Trabajamos en esas seis geografías en 36 municipios, todas zonas PDET, es decir, zonas de posconflicto en las que se busca impulsar la implementación del acuerdo de paz.
Trabajamos principalmente con las comunidades a través de diferentes proyectos. Las soluciones decididas en una oficina en Bogotá están mandadas a recoger, por eso nos tomamos más de un año en hacer un ejercicio de planificación con las comunidades para que ellas mismas identificaran su visión de desarrollo del territorio en materia turística, y sobre esa base hacemos el trabajo.
SEMANA: ¿Cómo ha sido la relación con las comunidades?
J.G.: Ha sido un trabajo fácil porque hay un interés gigantesco de muchas comunidades de trabajar en el desarrollo del turismo. El turismo es un sector en el que los resultados, en términos de los beneficios económicos y no económicos, son muy tangibles de manera relativamente rápida, comparado con otros sectores. Hoy, cualquier campesino, indígena o habitante de los territorios es un potencial empresario del turismo.
Lo único que necesita es un par de binóculos y algo de formación. La recepción ha sido muy positiva, entendiendo también que es una actividad que puede ser complementaria a otras. Una persona puede tener un cultivo, ganadería u otro tipo de actividades y no tiene que —necesariamente— reemplazar el ciento por ciento de su actividad, sino que puede, a través del turismo, generar unos ingresos adicionales.
SEMANA: Hablando del turismo regenerativo, ¿qué están haciendo con las comunidades?
J.G.: Al turismo a veces se le llama la industria sin chimeneas, pero eso no es cierto. El turismo también tiene externalidades negativas. Por ejemplo, contribuye entre el 5 y 8 por ciento al calentamiento global de diferentes maneras. Se calcula que un turista consume 25 por ciento más energía que un local y puede consumir hasta cuatro veces más agua. Se calcula que alrededor del 30 por ciento de los residuos sólidos en términos de la comida es desperdiciada por hoteles y más de 1.800 especies de animales están en riesgo de extinción por cuenta de la actividad turística.
Habiendo dicho eso negativo, son precisamente ese tipo de temas en donde el turismo sostenible y regenerativo pueden trabajar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de diferentes formas. No hay duda de que, así como el turismo es un riesgo, también es una gran oportunidad para la conservación si se desarrolla de la forma adecuada.
SEMANA: ¿Ya hay resultados tangibles de estos proyectos?
J.G.: En cada uno de estos territorios en donde estamos trabajando ya hay resultados muy tangibles, como el incremento en las ventas o mejora de las prácticas orientadas a la sostenibilidad. Cosas pequeñas todavía, pero de mucha importancia y de un gran impacto a futuro. Tenemos más de 500 personas ya capacitadas, estamos mejorando el entendimiento de trabajo con diferentes asociaciones en distintos lugares, aprovechamos las elecciones que hubo al final del año pasado para incluir el turismo regenerativo en las agendas y en los programas de gobierno, analizamos los programas de cada uno de los candidatos en los 36 municipios que trabajamos. Como resultado, estamos hoy acompañando a las gobernaciones y a las alcaldías en la incorporación del turismo en los planes de desarrollo y eso va a marcar la ruta de los próximos cuatro años. Por supuesto, trabajamos también con las comunidades en el desarrollo, por ejemplo, del turismo gastronómico y en el mejoramiento de las prácticas para el avistamiento de ballenas en el Pacífico. Además, estamos trabajando en La Guajira, en Dibulla, para desarrollar actividades de turismo de naturaleza. En el Meta, por ejemplo, en el mejoramiento de las prácticas para la actividad de rafting en el río Guejar y en el río Guape, en Mesetas y Uribe, estamos desarrollando un observatorio de turismo de naturaleza en San José del Guaviare. Si no logramos que la gente llegue a esos territorios, todo el esfuerzo que hemos hecho se queda en nada. Por eso, además, trabajamos en la promoción.
SEMANA: ¿Cuál es la invitación a los colombianos?
J.G.: Apostarle al turismo. Colombia es un país único y hay una conexión perfecta con lo que el turista del siglo XXI está buscando. Ya no se trata del lujo de los clubes privados encerrados, sino de experiencias que lo conecten con la naturaleza y eso es exactamente lo que tiene Colombia: una diversidad impresionante, territorios relativamente inexplorados. Un turista que viene a Colombia es mucho más que un viajero, es un explorador, un aventurero. Y, sinceramente, creo que eso lo hace muy atractivo para los viajeros del mundo que tienen interés en este tipo de experiencia.