En los años 70 se exportaron entre 30.000 y 40.000 titíes cabeciblancos de Colombia a Estados Unidos para ser utilizados en investigaciones biomédicas. Como un acto de reivindicación con esta especie, más de 5.000 hectáreas de bosque seco tropical en Atlántico y Bolívar se han conservado para protegerla, pues hoy se encuentra en vía de extinción. El Tití cabeciblanco se convirtió en un símbolo del patrimonio natural del Caribe colombiano, la única región del país en donde se encuentra.

Desde la Fundación Proyecto Tití, un proyecto creado por la estadounidense Anne Savage, trabajan para preservar su hábitat, apoyar investigaciones, conectar los bosques secos tropicales con el fin de crear un gran corredor para la especie y desarrollar estrategias de educación para que las comunidades locales se involucren en su conservación y la del hábitat donde se encuentra.

El proyecto Tití ha acompañado la creación de varias áreas protegidas en Santa Catalina, Bolívar; y en Luruaco y Piojó, Atlántico. Además creó la Reserva Natural de la Sociedad Civil ‘Los Titíes de San Juan’, propiedad de la fundación, ubicada en San Juan Nepomuceno, en los Montes de María. Estos territorios protegidos suman más de 5.000 hectáreas, que contribuyen a la protección y restauración del hábitat natural del tití cabeciblanco.

Mujeres cabeza de familia de los municipios a los que impacta el Proyecto Tití comercializan peluches hechos a mano, llaveros, prendedores y mochilas tejidas que llevan mensajes de protección del tití y el bosque. | Foto: Cortesía Proyecto Tití

Carolina Chinchilla, coordinadora del Proyecto Tití, explica que para que la conservación de los bosques sea exitosa debe haber un gran aporte por parte de las comunidades locales, por eso uno de sus objetivos es empoderar a las personas a través de programas educativos. “Las comunidades locales han tenido un rol protagónico en la protección de este mono. Una de las estrategias que manejamos es concientizar a los niños para que entiendan que los titíes no son mascotas. Hemos llegado a 8.000 niños en Luruaco, Santa Catalina, Lomita Arena, San Juan de Tocagua, Santa Cruz y Pendales. Además, hemos hecho programas de Radio Comunitaria en San Juan Nepomuceno: ‘Titiriteando’, un show de títeres, y ahora tenemos el reto ‘Champetitiando’, una estrategia educativa que concientiza a las comunidades a través del baile”, agrega.

También han realizado actividades para concientizar sobre la tala de árboles, la caza de animales y el manejo sostenible de tierras. Para ello han sembrado 100.000 árboles en alianza con los campesinos y realizado jornadas en las que se recogen semillas del bosque seco tropical. “Las comunidades son las hermanas del bosque, por eso queremos que sean amigas del tití, que no lo cacen y que protejan su ecosistema, que sean conscientes sobre el uso de las fuentes hídricas y de la deforestación”, añade Chinchilla.

Además de beneficiar a los campesinos, Proyecto Tití trabaja de la mano de las artesanas de los municipios, para que puedan tener una fuente de ingresos. Hoy, las mujeres cabeza de familia comercializan peluches de titíes hechos a mano, llaveros y prendedores, entre otros accesorios. Así mismo, elaboran ecomochilas con bolsas plásticas tejidas que llevan mensajes de protección del tití y el bosque.

Ana Isabel Arroyo, una de las artesanas de Luruaco, lleva más de 17 años involucrada en Proyecto Tití. “La tarea de concientización para que las personas no maten a los animales ha mejorado la calidad de vida de la comunidad. El trabajo termina siendo de unión de todos en torno a una gran causa: proteger y cuidar al tití cabeciblanco”, agrega. A hoy, el proyecto ha beneficiado a más de 150 familias de campesinos y artesanos.