El sector de bienes raíces en Estados Unidos se compone de diversas industrias: residencial, comercial, industrial y de salud, entre otras. Sin embargo, el enfoque principal recae en el mercado residencial, el cual tiene un gran peso en el sector y en la economía en general. Actualmente, los precios de las viviendas siguen siendo relativamente altos y no muestran señales claras de enfriamiento. La razón, principalmente, es el bajo nivel de inventario, es decir, menos casas disponibles para satisfacer la demanda.
A su vez, la demanda sigue siendo elevada debido a un sólido mercado laboral, salarios altos, un aumento en la población y el incremento de compradores internacionales. A la par, la oferta de viviendas crece a un ritmo más lento. Por un lado, los altos costos de construcción limitan la creación de nuevas viviendas, y por otro, los propietarios de viviendas existentes muestran menos disposición a vender.
Lo anterior se debe a que muchos de ellos tienen hipotecas con tasas de interés bajas y comprar una nueva vivienda implicaría financiar a un costo mayor. En segundo lugar, el hecho de vender y luego alquilar o comprar implicaría pagar más debido al aumento de los precios. ¿Qué podría cambiar esta dinámica? Que el costo del dinero se mantenga relativamente alto. Las acciones de la Reserva Federal para hacer el dinero más caro (elevar las tasas de interés) hacen que el costo de financiamiento siga siendo alto, lo que puede tener un efecto potencial en el gasto del consumidor en dos frentes: en los ingresos y el acceso al crédito.
Por un lado, los ingresos podrían disminuir o incluso perderse debido a una posible reducción de empleos en pequeñas y medianas empresas como resultado de un crédito más costoso. Por otro lado, las restricciones crediticias, combinadas con menores ingresos, podrían llevar a más personas a vender sus viviendas, lo que contribuiría a aumentar el inventario de propiedades disponibles. De hecho, la Asociación de Realtors de Estados Unidos (NAR, por su sigla en inglés) estima que la venta total de casas tocará fondo en 2023 y aumentará en 2024.
Por ahora no hay señales de estrés por el aumento del costo del dinero entre los propietarios. La tasa de morosidad en los pagos de las hipotecas (al menos 90 días de atraso) se sitúa cerca del 2 por ciento, en comparación con la crisis financiera registrada entre 2007 y 2009, cuando alcanzó casi el 12 por ciento para 2010.
La caída de los rendimientos de los bonos del Tesoro es otra señal positiva. Además de que indica un menor riesgo, ayuda a reducir el costo de las hipotecas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta situación podría cambiar si Estados Unidos entra en una recesión profunda. El debate sobre si esto ocurrirá y qué tan grave podría ser sigue por estos días.
*Estratega de economía, finanzas y negocios para hispanos y pymes dentro y fuera de Estados Unidos.