En el Valle del Cauca, la caña de azúcar transforma el paisaje y la economía regional, abarcando unas 189.000 hectáreas del territorio. “Con 160 años de tradición, se ha convertido en un clúster agroindustrial importante a nivel mundial por su agricultura específica y buenas prácticas”, aseguró Claudia Calero, presidenta de Asocaña.
La molienda de caña ha evolucionado en una biorrefinería que ofrece más de siete tipos de azúcar y bioetanol renovable, reemplazando 1.059 millones de galones de gasolina desde 2005. “También genera energía renovable superior a la hidroeléctrica Salvajina y al 40 por ciento de la capacidad de Ituango en 2023. A esto se suman productos como papel y empaques a base de bagazo de caña y bioinsumos que se reintegran al suelo”, precisó Calero.
Empleo y bienestar
El cultivo de caña de azúcar ha creado una sólida red productiva, con más de 4.500 cultivadores, 14 plantas de azúcar y seis de bioetanol, además de una comercializadora internacional y un centro de investigación de renombre mundial, Cenicaña. “Es el mayor cogenerador de energía en Colombia y tiene la mayor productividad mundial de azúcar por hectárea”, agregó Calero.
El sector no solo impulsa la economía, también proporciona 286.000 empleos directos e indirectos, con seis de cada diez familias en algunas regiones vinculadas a esta actividad. La industria demanda insumos por más de 7 billones de pesos y paga 1,2 billones de pesos en salarios. La caña contribuye significativamente a las finanzas locales. “Cada peso invertido en caña genera 9,20 pesos adicionales en la economía”, precisó Calero.
En 30 de los 42 municipios del Valle del Cauca, la caña de azúcar ha mejorado la cobertura educativa y sanitaria. Por ejemplo, la iniciativa Aldeas de Procaña y la Fundación Caicedo González Riopaila Castilla promueve desde 2022 huertas familiares en comunidades vulnerables. “Se han establecido 1.628 huertas y beneficiando a 4.619 personas”, indicó Martha Betancourt Morales, directora de Procaña.
Del Valle para Colombia
El PIB per cápita en los municipios cañicultores es mayor que en los que no producen caña, con un Índice de Calidad de Vida y un Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas mejores que el promedio nacional. A nivel regional, la agroindustria azucarera impulsa el desarrollo de infraestructura y fortalece la cohesión social. A nivel nacional representa el 0,6 por ciento del PIB total y el 2,4 por ciento del PIB agrícola, según datos de Asocaña.
El Valle del Cauca obtiene el 21,1 por ciento de su PIB agrícola y el 10,2 por ciento de su PIB industrial de la caña de azúcar. Cauca y Santander también muestran importantes aportes en sus PIB agrícolas e industriales. “Desde 2007, el área de caña ha crecido por altos rendimientos y hemos integrado a más de 680 familias agricultoras”, contó Guillermo Carvajal, gerente de Asuntos Corporativos de Riopaila Castilla. Con 106 años de historia, esta empresa opera en 36 municipios y apoya a la comunidad. “El 93 por ciento de nuestros trabajadores son locales y beneficiamos a más de 42.000 colombianos con iniciativas comunitarias”, precisó Carvajal.
El sector agroindustrial azucarero del Valle del Cauca, compuesto por 3.700 productores y 14 ingenios, no solo mantiene al Valle como líder en la industria, sino que impulsa el empleo en áreas rurales y fomenta el desarrollo regional. Su cadena productiva, que abarca desde grandes empresas hasta pequeños productores, contribuye a la infraestructura local y refuerza la cohesión social en comunidades dependientes de la caña de azúcar. A nivel nacional, el azúcar y el etanol son productos clave en la exportación, diversificando la economía y reduciendo la dependencia de sectores tradicionales como el café y el petróleo.
Providencia es otro de los ingenios que está presente en 12 municipios del Valle del Cauca, incluidos El Cerrito, Palmira, Guacarí y Tuluá, donde fortalece la producción y beneficia a las comunidades locales. “Una de las mayores contribuciones es el Colegio Providencia, fundado en 1961, que ha educado a 150.000 personas en seis décadas. En 2023, 1.100 estudiantes recibieron educación con enfoque en bilingüismo y programación, con más del 90 por ciento de ellos becados por Providencia”, comentó Angie Riascos, directora de Sostenibilidad.
Además, la empresa ofrece un programa de becas universitarias para jóvenes destacados en El Cerrito, Guacarí y Palmira, beneficiando a 15 personas entre 2019 y 2024. También otorga anualmente 60 auxilios educativos para cubrir gastos de alimentación y transporte, y 130 becas universitarias para hijos de empleados. El programa ‘Providencia Conecta’ ha facilitado acceso a internet para 4.200 personas en varias comunidades.
“Como parte de Construyendo Futuro, Providencia ha invertido en la remodelación de seis instituciones educativas en los últimos cinco años. En 2023, se realizaron mejoras en dos escuelas, beneficiando a 50 estudiantes y 700 habitantes, con una inversión superior a los 450 millones de pesos”, añadió Riascos.
Clima y seguridad, los desafíos
El principal desafío que enfrenta el sector de la caña de azúcar es el creciente deterioro de la seguridad en el campo. En 2024, un trabajador fue asesinado, cuatro más secuestrados, y se han registrado decenas de hurtos y delitos que afectan a los empleados. “Se ha solicitado al Gobierno nacional y a la Fiscalía que implementen medidas efectivas para proteger la vida y movilidad de las personas en las zonas rurales”, precisó Calero. En cuanto a las oportunidades, la agroindustria trabaja en proyectos de bioparques, incluyendo la producción de hidrógeno verde, biogás y combustibles para la aviación.
El cambio climático es otro factor que afecta al sector. El 2022 fue el año más lluvioso en dos décadas por cuenta del fenómeno de La Niña. “La producción cayó de 23,3 millones de toneladas en 2019 a 20,8 millones en 2023″, explicó Calero. Por su parte, Betancourt aseguró que la agroecología es clave para enfrentar estos desafíos en producción de alimentos y biodiversidad. “Las prácticas sostenibles pueden mitigar los efectos del cambio climático”, añadió.
Riopaila Castilla ha adoptado la agricultura digital y regenerativa para mejorar la productividad y sostenibilidad. “Además, diversificamos nuestro portafolio con azúcar, mieles, jarabes, etanol, fertilizantes orgánicos y cogeneración de energía a partir de la caña”, detalló Carvajal. El cambio climático representa un reto, pero la empresa se adapta mediante tecnologías innovadoras. “Estamos enfocados en expandir la cogeneración de energía y explorar nuevas oportunidades de biomasa”, puntualizó Carvajal.
Los cultivadores, con el respaldo de Cenicaña, han desarrollado innovaciones para compartir en la cadena agroindustrial, que fomentan la sinergia entre tecnología y prácticas agrícolas Cenicaña lidera programas alineados con el Plan Nacional de Biodiversidad, como ‘Caña Biodiversa’, que ha ganado reconocimiento por su sostenibilidad ambiental.
Las hectáreas de caña cultivadas en la región del Valle geográfico, captan 110 toneladas de CO2 y liberan 60 toneladas de oxígeno anualmente. Los residuos se usan para energía, papel y fertilizantes; y el bagazo y residuos de caña se convierten en materias primas para azúcar, bioenergía y bioetanol, reduciendo gases de efecto invernadero. “La industria también produce biogás con vinaza, cubriendo el 40 por ciento del consumo de gas residencial en la región”, dijo Dilian Francisca Toro, gobernadora del Valle del Cauca.
La biomasa de caña ofrece una alternativa a fuentes no renovables, con un poder calorífico equivalente a 1,2 barriles de petróleo por tonelada. Además, la caña capta carbono y promueve la resiliencia agrícola con prácticas sostenibles..
La Estrategia Valle Verde busca transformar la industria en un motor de transición energética y sostenibilidad. “Priorizamos la innovación con biomasa residual y biocombustibles para la aviación”, comentó Toro. El programa también impulsa la química verde y proyectos como la producción de hidrógeno verde. “Instamos al Gobierno a dinamizar la Ley de Hidrógeno Verde y SAF, y fortalecemos la cadena productiva con innovaciones agrícolas”, finalizó la gobernadora.
Empresas como Providencia han sido reconocidas con certificaciones como Empresa B, el único ingenio azucarero en el mundo con esta distinción, y el certificado Bonsucro, que lo tienen tres empresas en Colombia, resaltando su enfoque en el equilibrio entre beneficios económicos y un impacto social y ambiental positivo. “Además, hemos implementado una economía circular que maximiza el aprovechamiento de subproductos y residuos, diversificando nuestra producción hacia el alcohol, el compost y la cogeneración de energía”, explicó Riascos.
Gracias a la cogeneración de energía eléctrica a partir del bagazo de la caña, Providencia se ha convertido en una empresa autosostenible. “En 2023 generamos 262 millones de kWh, de los cuales 100 millones de kWh fueron entregados a la red pública, suficiente para iluminar 150.000 hogares. También producimos alcohol anhidro, que se usa en la fabricación de carburantes y otros productos, demostrando la capacidad de Providencia para maximizar el valor de sus recursos”, concluyó Riascos.
Bendita caña
No solo es una importante fuente de alimentos, también es materia prima para la producción de energía y otros productos.
22,3 millones de toneladas de caña procesó Colombia, en promedio, entre 20121-2023:
- 2,1 toneladas de azúcar.
- 357 millones de litros de bioetanol.
- 1.790 GWh de energía eléctrica.
- 6,4 millones de toneladas de bagazo.
- 245.000 toneladas de abonos.