Mientras el Gobierno trabaja en construir una hoja de ruta definitiva para que Colombia comience a recorrer el camino de la transición energética, múltiples voces desde la academia, el sector empresarial, los gremios, los pequeños productores y otros actores del sector minero-energético (como los mineros tradicionales) esperan definiciones y reiteran que renglones como la minería son fundamentales para descarbonizar la economía.
Justamente, desde el Ministerio de Minas y Energía ya se han dado algunas puntadas sobre el papel de la minería en la transición, las cuales apuntan a que el país debe afrontar el reto de avanzar en una producción minero-energética con neutralidad de carbono y en la que se dé prioridad a explorar, producir e industrializar minerales como cobre, litio y cobalto.
Milton Montoya, director del Departamento de Derecho Minero Energético de la Universidad Externado de Colombia y del Observatorio de la Transición Energética, aseguró que uno de los retos consiste, primero, “en liderazgo y acompañamiento por parte de las autoridades a las empresas en el territorio para mejorar las relaciones de confianza entre industria, comunidades y autoridades”. En segundo lugar, lograr que las autoridades den estabilidad jurídica, un elemento fundamental para la industria minera. A este asunto se suma la necesidad de la reforma al Código de Minas, el diseño de una política pública minera, el avance en la formalización del sector y el freno a la minería ilegal.
Un tercer reto consiste en impulsar proyectos de minerales estratégicos como el cobre y buscarles un valor agregado. “Sin los materiales y minerales que provee esta actividad no se pueden materializar los objetivos de descarbonización”. A su vez, el investigador de Fedesarrollo, Juan Benavides Estévez-Bretón, comentó que “un país pobre no puede marchitar unilateralmente su producción doméstica de carbón, petróleo y gas, especialmente, si, además, tendría que importarlo”. Por otra parte, advirtió que el país debe promover la minería bien hecha y generar condiciones de adición de valor y desarrollo territorial en las regiones mineras. “Este desarrollo es una responsabilidad conjunta de los gobiernos. Las compañías mineras deben ser aliados de estos programas, pero no les compete sustituir, sino complementar”.
Eduardo Chaparro Ávila, director ejecutivo de la consultora Gearne y presidente de la Asociación Colombiana de Exploradores, recordó que sin minería no habría puentes, carreteras, escuelas, hospitales. Tampoco sería posible financiar programas de vivienda social, acueductos y transmisión de energía. Además, tres de los cinco productos más importantes de exportación son de origen mineral: carbón, oro y coque; y un dato no menos importante: 47 por ciento de los títulos mineros, contrario a lo que se cree comúnmente, corresponden a materiales de construcción: arenas, gravas, arcillas, etcétera. “El aporte de la industria minera a la construcción de un país llamado Colombia no es menor y hay que salirles al paso a expresiones vacías como que Colombia es un país de minerales y no un país minero”, concluyó.
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