El transporte en Colombia es altamente dependiente de las carreteras. De los 300 millones de toneladas movilizadas cada año, 256 millones (85 por ciento) son transportadas en camiones. Y si se excluye el carbón, que se transporta principalmente por ferrocarril, la carretera representaría el 95 por ciento del transporte de carga. Entretanto, el río Magdalena moviliza cerca de 3 millones de toneladas al año, principalmente hidrocarburos.
El carácter unimodal del transporte de carga afecta significativamente la competitividad del país. Avanzar hacia la multimodalidad es uno de los retos estratégicos del país y en ello el transporte fluvial es clave. El río Magdalena tiene el potencial de ser una arteria de transporte de bajo costo y ambientalmente sostenible.
El río Magdalena tiene una vocación navegable natural, lo cual representa una excelente oportunidad con potencial para movilizar hasta 15 millones de toneladas al año. Lograrlo requiere de un esfuerzo importante para mejorar la confiabilidad y eficiencia en las condiciones de navegabilidad fluvial y marítima, con una gestión ambiental y del riesgo responsables y sustentables en el tiempo.
Las propuestas de intervención con obras de encauzamiento y dragados para mejorar las condiciones de navegabilidad deben ser abordadas desde la naturaleza dinámica y ecológica del río, considerando los niveles de incertidumbre propios de este sistema fluvial, más aún bajo escenarios de cambio climático. Una recuperación integral del río, junto con las intervenciones en la infraestructura fluvial, exige programas de recuperación de su cuenca e inversiones sociales en las comunidades ribereñas.
Existen distintos sitios críticos que representan desafíos para la navegación, como Bocas de Ceniza, en el canal de acceso a Barranquilla, debido a las características naturales de dinámica fluviomarina que han dificultado mantener los niveles de servicio del canal de acceso en los últimos años; o algunos puentes sobre el Magdalena que han fragmentado la continuidad del transporte fluvial, debido a que el río tiene alta movilidad y reacciona morfológicamente con estas estructuras rígidas. Por ello resulta fundamental tener claro que las intervenciones en el río no deben ser consideradas como únicas y definitivas, sino como una serie de acciones que responden en tiempo y espacio a su dinámica natural.
Las oportunidades de utilizar el río Magdalena como una arteria de alta capacidad en el contexto del transporte multimodal exige la consolidación de una red de alimentación que conecte los centros productivos con los puertos fluviales. Además de invertir en la hidrovía, se requieren instalaciones logísticas que faciliten el manejo, almacenamiento y transferencia de la carga. Potenciar la multimodalidad con el río exige de una política pública de largo plazo y el concurso e inversiones del sector privado.
Finalmente, el río, en un contexto amplio, no solamente corresponde al cauce principal o al curso de agua, también a su cuenca, la planicie de inundación, los embalses construidos, la fauna, la flora, las poblaciones y sus habitantes, por lo que la navegabilidad, como un servicio ecosistémico, necesita ser integrada al sistema para ser sostenible.
*Director del Observatorio del río Magdalena, Universidad del Norte.
**Profesor titular de la Universidad del Norte, Departamento de Ingeniería Civil.
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