Justo donde las montañas de los Andes colombianos se separan de la espesa selva de la Amazonía, Mariangel Polo, una niña de ocho años, es líder juvenil del resguardo indígena ‘Renacer de los Pastos’ en Colón, Putumayo. A pesar de su corta edad, desarrolla talleres de cultura de paz, derechos y deberes con niñas indígenas y víctimas del conflicto armado. Su próximo paso será conquistar el Space Center de la Nasa, un sueño que alcanzará junto a 30 niñas más de diferentes regiones del país, quienes serán la primera misión del programa ‘Ella es astronauta’.
Esta iniciativa de la fundación She Is es el primer acuerdo de una organización colombiana con el Space Center de la Nasa en Houston. “Con este, damos una oportunidad a niñas colombianas en situación de vulnerabilidad que tienen el sueño de ser profesionales en carreras STEM (ciencia, tecnología, matemática e ingeniería)”, comenta Nadia Sánchez, directora de She Is.
El camino empezó en el 2019, cuando el CEO del Space Center, William Harris, fue invitado al Women Economic Forum organizado por la fundación. “Él estuvo en Colombia y nos contó sobre los proyectos de educación que tiene el Space U”, recuerda Sánchez, quien de inmediato vio una oportunidad para las niñas de las 23 regiones donde está presente She Is.
El acuerdo fue cerrado el 25 de octubre del 2019 y se esperaba que las niñas viajarán el 25 de marzo del 2020. Sin embargo, la pandemia lo cambió todo y, como no fue posible realizar el viaje en esa fecha, las niñas entraron a un programa de formación de un año con profesores de habla española que trabajan en el Space Center.
Sánchez afirma que para lograr llevar a cabo el programa tuvieron que hacer grandes esfuerzos, pues de las 31 niñas, el 95 por ciento no tenía acceso a internet ni computadores: “Tener una herramienta tecnológica sigue siendo un privilegio, un lujo, más no un derecho garantizado”, comenta y agrega que dotaron a todas las participantes con portátiles, tabletas y puntos de internet.
Dentro del programa de formación, además de los temas científicos, incluyeron módulos de emprendimiento social, empoderamiento, tecnología e innovación y desarrollo sostenible, a través de los cuales las niñas crearon sus propios proyectos en torno a la experiencia que van a tener. “Recuerdo uno propuesto por Nicol Angulo, quien vive en Cantagallo, Bolívar. Ella quiere crear el primer observatorio astronómico en su pueblo junto a una biblioteca espacial”, comenta Sánchez.
Las tripulantes
El próximo 22 de agosto 31 niñas tomarán un vuelo rumbo a Houston para vivir una inmersión espacial durante una semana en el Space Center. Allí tendrán una agenda académica donde se van a relacionar con astronautas que han liderado misiones al espacio y conocerán en profundidad lo que se realiza en las instalaciones. El último día se graduarán en el mismo lugar que lo hacen los astronautas que salen hacia una misión.
“La mayoría de ellas no han montado en avión, incluso no conocen la sensación de subirse a un ascensor, así que en una semana podrán experimentar muchas cosas nuevas que esperamos las motiven”, expresa Sánchez.
Todas ellas tienen un futuro brillante. Por ejemplo, Mariana Ospina, de 14 años, habitante de Soacha, Cundinamarca, ha tenido fija su mirada en un solo lugar: el cielo. Sueña con poder observar más allá de lo que los ojos ven, una afición que se refleja en su cuarto, lleno de estrellas y posters del espacio. La Nasa es un lugar que considera mágico.
En el corregimiento Pontezuela, al norte de Cartagena, vive Maybel González, de 13 años, una apasionada por la investigación. Siempre ha creído que las mujeres tienen las mismas posibilidades de acceder al mundo de la ciencia, por eso ir al Space Center de la Nasa representa un triunfo no solo para ella sino también para todas las niñas que comparten su sueño.
“Ellas serán nuestra misión número uno, pero ya preparamos la segunda”, comenta Sánchez y explica que han creado una plataforma virtual para que más de 100 niñas puedan capacitarse durante cuatro meses. Las mejores dos niñas podrán hacer parte de la segunda misión que se abrirá en enero del 2022, esperando que en julio de ese año viajen 35 nuevas tripulantes.
Para Sánchez esta primera misión debe abrir una conversación de reconciliación, pero, sobre todo, debe enviar el mensaje de que sí se puede lograr este tipo de actividades. “Que el límite no sean solo las estrellas, así es como empoderamos a más niñas”, concluye.
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