Bañarse o sumergirse en el llamado mar de los siete colores es una experiencia única que hace parte de la historia de millones de colombianos. Ha sido el destino de todas las generaciones. Con los años, algunos hoteles tradicionales han perdido su color, pero nuevas apuestas le han conferido un brillo de modernidad a algunos sectores de la isla. Los famosos todo incluido ya no concentran la oferta hotelera, que se ha diversificado para que quienes los visitan no deban limitarse a un solo plan.
El crecimiento de hospedajes a través de plataformas como Airbnb y de reservas que no incluyen la alimentación, vienen favoreciendo el desarrollo de una oferta gastronómica que, para Valentina Medina Vanegas, quien hoy lidera la terraza de alimentos y bebidas del Hotel Aquamare, aún es incipiente. “Nos falta mucho, pero hacia allá hay que transitar”, señaló.
Valentina contó que hasta hace algunos años todas las cocineras de San Andrés eran empíricas. Una nueva generación entendió que podría aportar al desarrollo del departamento si se formaba, salió a estudiar, y regresó con ese propósito. Como parte del relevo, su sueño es que las personas comiencen a ver a San Andrés como una alternativa gastronómica, y no solo como un destino de mar y playa.
El desafío de la recuperación
En las islas es cada vez más notable la llegada de visitantes extranjeros, sobre todo escapando de las temporadas de invierno en sus países, y en menor grado de nacionales, especialmente tras la salida de Viva Air y de Ultra Air del mercado. De hecho, el archipiélago es uno de los destinos que más ha sufrido la partida de las aerolíneas de bajo costo, pues el 88 % de los empleos en la isla dependen del turismo y estas compañías manejaban el 60 % de los vuelos.
Actualmente, “para revitalizar la economía y fomentar el turismo, las líneas aéreas han establecido nuevas rutas desde Medellín, Cali y Bogotá, mientras que JetSmart comenzó operaciones en Colombia en marzo de este año”, contó Carlos Giraldo, presidente de la Cámara Colombiana de Turismo.
Sin embargo, los vientos no han soplado a favor de los visitantes. En 2024 el precio de la tarjeta de turismo para ingresar a la isla de San Andrés pasó de 124.000 a 134.000 pesos.
Ricardo Camacho, secretario de Turismo de la isla, destacó que están fortaleciendo el producto turístico con mejoras en la infraestructura y una amplia promoción nacional e internacional. “Hasta mayo de este año se ha registrado un aumento del 3 % con respecto a 2019 y del 9 % con respecto a 2018 en el flujo de visitantes, lo que marca una fase de recuperación. Estamos abordando los desafíos en conectividad e infraestructura con la colaboración de aerolíneas, el sector privado y otras entidades para aumentar la competitividad del sector”, señaló.
Para Nicolás Gallardo, gobernador de San Andrés, hoy la isla tiene algo que ofrecer, que muy pocos destinos en el país pueden garantizar actualmente: seguridad. “Aquí es seguro salir a caminar por las calles sin sentir zozobra”, señaló. Además, enfatizó que hay una serie de condiciones naturales que lo hacen muy competitivo en relación con el resto del Caribe.
“La primera tiene que ver con la buena temperatura de las aguas que no la tienen todos los lugares. Hawái es bonito, pero uno mete la cara y no ve nada porque es muy turbulento”, advirtió. Por eso, San Andrés se ha posicionado como un destino ideal para practicar buceo y hasta nadar rodeado de tiburones.
Otro de los grandes diferenciales de San Andrés, según el gobernador, es que desde cualquier punto de la isla es posible disfrutar de un pedazo de paraíso. “Siempre hay algo bonito o positivo que ver. Algo que a veces no apreciamos”, señaló. Adicionalmente, en sus aguas se puede tener la tranquilidad de ir nadando, sabiendo que la barrera coralina hace una contención natural para que no entren especies mayores”.
Uno de los subsectores más afectados ha sido el de los hoteles, especialmente por el crecimiento de la oferta de Airbnb. Por eso se han concentrado en buscar mecanismos para regular el crecimiento de los alojamientos y frenar la informalidad. “Trabajamos por hacerles ver a los sanandresanos el beneficio de la formalización en el fortalecimiento de su competitividad y en la promoción de los mismos”, precisó Camacho.
La paz en Providencia
Si San Andrés es un destino ideal para el descanso, en Providencia los visitantes encuentran literalmente la paz absoluta. “Es un turismo sostenible, cultural y natural, de descanso, aprovechamiento, de meditación y conexión con el mar y la vegetación. Aquí la gente encuentra tradición, pero no la fiesta o la rumba que buscan en otros destinos”, señaló Álex Ramírez Nuza, alcalde de Providencia y Santa Catalina.
Esta es una de las razones por la cual muchos extranjeros tienen en su radar a la isla, y se han convertido en sus embajadores cuando regresan a sus países de origen. Antes del huracán Iota recibían unos 30.000 turistas en promedio al año. En 2022 comenzaron a recuperarse, aunque lentamente, llegando a los 22.000.
“La isla se vende mucho porque es bonita naturalmente y eso le gusta mucho al turismo internacional. Las playas, la naturaleza y su gente. Desde que usted llega al aeropuerto de Providencia, a diferencia de San Andrés, escucha a todos hablando en creole. Se mantiene todavía su cultura, en la danza, la música, y eso hace más encantadora la experiencia”, concluyó el alcalde.