Durante la reapertura del recién restaurado Teatro Colón en 1976, la entonces directora de Colcultura (actual Ministerio de Cultura), Gloria Zea, cayó en cuenta que en el país no existía una gran organización dedicada al arte lírico. Entonces creó la Ópera de Colombia, una institución que cumple 45 años de trabajo y que ha sido la vitrina de más de 150 cantantes colombianos en 47 producciones y 840 funciones que están en la memoria del público aficionado.
La institución vivió una década dorada en la que se presentaron obras como La traviata de Giuseppe Verdi y La bohème de Giacomo Puccini, acompañadas por la Orquesta Sinfónica Nacional y protagonizadas por la soprano Carmiña Gallo, una de las cantantes más importante de Colombia. También apoyó el talento nacional emergente, con una interesante combinación de artistas internacionales. Sin embargo, en 1986 Colcultura retiró el apoyo a la institución, volviendo popular la frase: “Los que quieran oír y ver buena ópera que se vayan a Nueva York”.
Fue solo hasta 1991 cuando un grupo de artistas relacionados con el mundo de la ópera se acercó a la Fundación Camarín del Carmen, liderada por Zea, y le pidieron que volviera a revivir la ópera en el país Fue así como ese año se presentó la obra Don Giovanni de Lorenzo da Ponte y Mozart, arrancando de nuevo una historia que no se ha detenido en los últimos 30 años.
SEMANA conversó con René Coronado, actual director de la Ópera de Colombia, quien trabajó de la mano con Gloria Zea durante 16 años. Segura habló sobre los retos que supone la gestión cultural en el país, así como las iniciativas que están adelantando para acercar este arte a niños y jóvenes.
SEMANA: ¿Qué es lo más difícil de la gestión cultural en Colombia?
R.C: De algún modo hemos sufrido un rezago frente a los países desarrollados y somos una extraña combinación de dos modelos en el ámbito de la gestión. El europeo, donde la cultura tiene un gran acompañamiento por parte del Estado; y el americano, en el que se depende mucho del sector privado. En los últimos años ha habido un discurso interesante alrededor del concepto de la economía naranja, de reconocer a las industrias creativas y culturales como un polo de desarrollo de la economía nacional, pero al final de cuentas falta una mayor disposición del Estado, así como un acompañamiento por parte del sector empresarial colombiano, aún más con todo lo que ha pasado durante el último año.
SEMANA: ¿Cuáles son los principales logros de la Ópera de Colombia?
R.C: Son 45 años que conjugan muchas historias. Son más de 150 cantantes solistas que nacieron en esta fundación y que lograron consolidar carreras a nivel internacional. Logramos tener un maravilloso coro considerado uno de los más importantes de Latinoamérica, que no sólo acompaña las obras, también ha estado en momentos de nuestra historia. Por ejemplo, dio la bienvenido al Papa Francisco e hizo parte de los actos protocolarios de la firma de los acuerdos de paz. Hemos logrado realizar más de 45 obras clásicas y contemporáneas, además de un sinfín de funciones a las cuales han asistido más de un millón de personas.
SEMANA: Al igual que los demás sectores del país se enfrentaron a la pandemia. ¿Cómo han mantenido el contacto con el público durante este último año y medio?
R.C: El año pasado, en coproducción con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, presentamos en el país la única ópera en el año de la pandemia. Se trató de Gianni Schicchi de Giacomo Puccini. La grabamos en video y la compartimos de manera gratuita en la plataforma Teatro Digital, con más de 200 mil reproducciones en una semana. También logramos hacer una alianza con Canal Capital, con el cual hemos hecho seis retransmisiones de ópera en la franja Cultura en Casa. Esto que hemos hecho es con la finalidad de sembrar una semilla que dará sus frutos si logramos que se sume un público curioso a las salas de teatro.
SEMANA: ¿Qué más se necesita para generar mayor interés hacia este género?
R.C: El gran reto está en cómo podemos compartir con el público la mayor cantidad de óperas, producciones y versiones, porque si logramos esto las personas van a poder escoger y descubrir sus gustos. Entonces debemos ver la ópera como un género más, no hay que verlo con pretensiones y como cualquier manifestación artística y cultural, está allí para el disfrute de todos. Siempre hay una ópera que nos habla al oído, solo que debemos descubrirla y vivirla.
SEMANA: ¿Cuál es la ópera recomendada para que una persona se acerque a este género?
R.C: Esa es la pregunta del millón. Tal vez se podría iniciar con un título que las estadísticas demuestran como el que la gente quiere y no deja de ver, por lo tanto, siempre hará parte del repertorio: el Barbero de Sevilla de Rossini, que cuenta con todos los elementos porque es una historia cómica con personajes muy bellos, excelente música y que gusta a grandes y chicos. Esta obra la estamos preparando para el proyecto de formación de públicos que se llama “Mi Universo Opera”.
SEMANA: Muchas personas no conocen la cantidad de trabajo y gestión que hay detrás de una sola obra de ópera...
R.C: La ópera es el formato en escena más complejo que el hombre ha inventado porque reúne un equipo interdisciplinario muy grande. Cuando se abre el telón hay mínimo 200 o 300 personas involucradas, por eso es tan desafiante coordinar todo el talento humano, pero a la vez es maravilloso verlo en escena y esa es la respuesta del por qué seguimos adelante, tratando de que esto llegue a la mayor cantidad de personas.
SEMANA: A propósito, ¿cómo está el escenario de los cantantes líricos en el país?
R.C: Colombia ha vivido en las últimas dos décadas una transformación educativa en la música. Se pasó de los conservatorios que se podían contar con los dedos de la mano, a más de 20 facultades de música a nivel nacional que cuentan con énfasis de canto. Esto ha marcado el crecimiento del talento nacional preparado que ha encontrado en el ámbito internacional la oportunidad de perfeccionar sus técnicas en formación de idiomas y preparación de papeles, así como la oportunidad de ganar experiencia en las tablas de Europa y Estados Unidos.
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