La ubicación geográfica de Bogotá le ofrece a los amantes de la naturaleza y el aire libre una variedad de cerros que se pueden explorar como un plan de fin de semana de forma gratuita. Estos cerros no solo tienen paisajes espectaculares y vistas panorámicas de la ciudad, sino también albergan parte fundamental de la fauna y flora capitalina.
“Es bueno que las personas nos acerquemos a estos lugares naturales porque como bien dicen: nadie ama o protege lo que no conoce, y conocer es primordial para aprender a amar y conservar cada entorno natural”, dijo Daniel Camilo Castillo, montañista y voluntario de la ONG Cumbres Blancas Colombia.
La Quebrada La Vieja es una joya escondida en el corazón de Bogotá. Este sendero ecológico, con entrada por la calle 70 con Avenida Circunvalar, es perfecto para quienes buscan una caminata accesible.
Ubicada en la localidad de Chapinero, la ruta de La Vieja ofrece varios senderos con una altura máxima de 3.300 metros que recorren bosques nativos y permiten a los visitantes disfrutar de la tranquilidad y la biodiversidad del lugar. La quebrada, que fluye a lo largo del sendero, añade un elemento de serenidad y frescura, ideal para una escapada rápida del bullicio urbano.
“En el sendero se puede llegar a observar hasta 156 especies entre arbustos, árboles endémicos y epifitas. También para los amantes de las aves se han llegado a observar alrededor de 120 especies, lo que equivale a un 38 por ciento de la diversidad de avifauna de la Sabana de Bogotá”, aseguró Eduardo Campos, director de Caminatas Ecológicas de Bogotá.
Monserrate y Guadalupe
Con una altitud de 3.152 metros sobre el nivel del mar, el Cerro de Monserrate se consolida como uno de los lugares más icónicos de Bogotá por la iglesia que está en su cima. El cerro ofrece una caminata exigente para fieles, turistas y deportistas. Además de subir a pie, los visitantes pueden optar por hacerlo en teleférico o funicular.
Desde la cima se pueden apreciar impresionantes vistas de Bogotá y sus alrededores, así como disfrutar de una variedad de restaurantes y tiendas de recuerdos.
Otro cerro que vale la pena visitar es el de Guadalupe, que se eleva a 3.360 metros de altura. Aunque es menos conocido que Monserrate, en la cima se encuentra una estatua de la Virgen de Guadalupe, así como una pequeña capilla. Al igual que la iglesia de Monserrate esta se puede observar al costado derecho desde la ciudad y su acceso es menos concurrido, lo que permite una experiencia más tranquila y contemplativa.
El Cerro de Las Moyas, ubicado en el oriente de Bogotá, es otro destino que merece una visita. Es ideal para una caminata de fin de semana. Las Moyas ofrece un sendero moderado que lleva a los excursionistas a través de paisajes pintorescos, con vistas panorámicas y una sensación de estar lejos del ajetreo de la ciudad.
El cuidado de los cerros
Daniel Castillo, un experimentado montañista y defensor del medioambiente, enfatiza en la importancia del cuidado y preservación de los cerros de Bogotá. “Todo lo que sube con nosotros debe bajar, así que los residuos que se puedan generar en las visitas se deben depositar en los bolsillos y al terminar la ruta disponerlos de la mejor manera. No podemos seguir viendo los entornos naturales como si estos fueran canecas de basura”, advirtió.
La vegetación de los cerros ayuda a mitigar la contaminación del aire y proporciona un hábitat para numerosas especies de flora y fauna. El montañista destacó que una de las principales amenazas para estos ecosistemas es el impacto humano, especialmente debido a la basura y el mal uso de los senderos, es por esto que sugiere seguir las rutas establecidas para evitar dañar la vegetación y la vida silvestre.
Finalmente, Castillo subrayó la importancia de informarse antes de visitar el entorno, en especial si este ha sido afectado por los recientes incendios. “Esos lugares se encuentran aún más sensibles y vulnerables, importante saber qué especies de flora y fauna habitan allí”, concluyó. Asimismo, recomendó caminar en silencio y evitar hacer ruido excesivo, lo cual también contribuye a una experiencia más inmersiva y respetuosa con el entorno.