Marcela Restrepo es ingeniera ambiental. Pasa sus días en un paraíso, la casa que construyó en la vereda Corrientes, sector El Águila, en el municipio de Barbosa, Antioquia. Allí solo se escuchan los ladridos de sus cinco perras (Toy, Por tu culpa, Dori, Estrella y Campanita), el cantar de los pajaritos y, a eso de las tres de la tarde, el piar de seis pollitos, que conforman la camada de una de sus gallinas.
Una copiosa colección de objetos antiguos de fotografía llama la atención de los visitantes. Como esos, hay infinidad de artículos que Marcela ha ido recogiendo en sus andanzas. Uno de los más recientes, pero más queridos, es una marimba de chonta que compró en un viaje a Guapi. El melódico sonido de los maderos, que nos trae a la mente al maestro Gualajo o las canciones de Herencia de Timbiquí, la enamoró y hasta la motiva a seguir clases por YouTube, para sacarle notas que la transporten de nuevo al Pacífico.
Pero uno de los bienes más preciados de Marcela no suena ni se ve. Se trata de una “nube”, con la que monitorea la calidad del aire del sector donde vive.
La nube es el nombre que recibe el sensor que Marcela recibió en el 2015 cuando se incorporó al programa Ciudadanos Científicos, la iniciativa de ciencia, tecnología y educación del Sistema de Alerta Temprana, Siata, del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Sus miembros realizan el monitoreo de parámetros ambientales, como material particulado, humedad, temperatura y ruido ambiental.
Estos sensores de bajo costo son instalados en las casas o el lugar de trabajo de las personas que se postulan voluntariamente, y próximamente en bicicletas; constituyen una fuente de información que se emite en tiempo real, adicional a las estaciones de calidad del aire, para hacer seguimiento a las variables ambientales.
Servicio a la sociedad
“Yo pertenezco al programa desde que empezó y me mantengo súper pendiente de la nube. Permanentemente comparo cómo está la calidad del aire acá y en la ciudad. Incluso, he antojado a varias personas a ser ciudadanos científicos”, asegura la ingeniera.
Marcela muestra cuáles son las nubes que más explora, entre más de 350, en la aplicación Ciudadanos Científicos, disponible para dispositivos iOs y Android. En realidad, no hay que ser un experto para aprender a leer los datos que ella y otros entregan, pero en su caso su amplio conocimiento en temas ambientales le permite, además de monitorear cómo está el aire, compartir de manera clara esa información con sus familiares y conocidos.
La aplicación Ciudadanos Científicos entrega información de la calidad del aire por colores. Verde, sifnifica muy buena calidad del aire, amarillo, aceptable o moderada; naranja: mala para grupos sensibles (mujeres embarazadas, niños, personas asmáticas o con enfermedades respiratorias); rojo: mala para la salud de todas las personas y morado, nocivo.
Para hacer parte de este proyecto, los interesados deben postularse en alguna de las convocatorias que se publican en las redes del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y su programa Siata; llenar un formulario, y como requisito obligatorio, contar con conexión a Internet. Una vez aceptado, se realiza un evento de bienvenida, donde recibe una capacitación sobre el cuidado que debe tener con el sensor, la lectura de los datos que arroja e información sobre calidad del aire, meteorología, ruido ambiental, entre otras variables.
Los ciudadanos científicos han incorporado esta información en sus tareas diarias. Revisan la aplicación antes de salir a hacer deporte, se empoderan demasiado del tema y difunden la información con sus vecinos, y varios estudiantes que desarrollan su tesis de maestría sobre temas relacionados con la calidad del aire.
Este es el caso de Marcela, quien recopila información para su trabajo de grado sobre cómo los factores ambientales afectan el sistema respiratorio y auditivo de una población que visita una de las clínicas de Medellín, para su maestría de Desarrollo Sostenible.
Con Ciudadanos Científicos, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá motiva a las personas a apropiarse de temas relacionados con la ciencia, que suelen ser ajenos a la comunidad. Adicionalmente, herramientas como esta, son vitales para facilitar la tarea de los funcionarios públicos que toman las decisiones, en busca del bien común.
Ciudadanos científicos en la historia
- 2015. Se crea el proyecto a partir del resultado de la encuesta Medellín Cómo Vamos. La idea: unir calidad del aire y ciudadanía.
- 2016. Se instalan los primeros 100 sensores.
- 2017. Con los aprendizajes adquiridos de modelos internacionales y del propio, se lanza la segunda versión, con 150 ciudadanos nuevos, para completar 250 en total.
- 2021. Se lanza la tercera etapa del programa, se incluyó el sensor de ruido ambiental a la nube y se creó Ciudadanos Científicos en bici que instalará dispositivos a las bicicletas.
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