Los arrecifes de coral son un tesoro natural, invaluable para la vida. Según el Instituto Oceanográfico de Mónaco, una de las más prestigiosas instituciones ambientales, estos ecosistemas albergan el 30% de la biodiversidad marítima global. En Colombia, la cifra no es disímil: más de 180 mil hectáreas marinas son ecosistemas coralinos. Entre otras cosas, los corales son un núcleo de vida.

“Los arrecifes de coral, presentes en más de 100 países, sustentan la biodiversidad oceánica y proporcionan importantes beneficios económicos, sociales y culturales. Más de 800 especies de corales, capaces de construir arrecifes, crean hábitats que albergan un 32% de todas las especies marinas”, señalaron desde el Programa para el Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas.

Se estima que los arrecifes de coral benefician a más de mil millones de personas alrededor del mundo gracias a sus diversos servicios ecosistémicos. Entre ellos sobresalen la producción de peces, la protección de las costas o las oportunidades para el turismo y la recreación.

Asimismo, estos ecosistemas son el hábitat de especies como las esponjas, las ostras, las estrellas de mar, los erizos y una amplia variedad de peces. Hierbas marinas como los manglares o las marismas también se benefician de estas estructuras subacuáticas.

El panorama actual, sin embargo, no es alentador. El 75% de los arrecifes de coral del planeta se encuentran amenazados y el 19% han sido destruidos, según el último informe de la ONU. Además, las proyecciones indican que el porcentaje de arrecifes de coral amenazados alcanzará el 90% en 2030 y el 100% en 2050.

La iniciativa ha reunido a biólogos marinos, oceanógrafos y expertos en sostenibilidad, para así determinar el estado de los arrecifes y evaluar el impacto de las intervenciones. | Foto: SEATHISCO

Por eso, con el propósito de proteger estos ecosistemas subacuáticos, la Universidad Jorge Tadeo Lozano constituyó el proyecto ‘Cría de Larvas de Coral como Estrategia de Restauración Arrecifal en Santa Marta’. Una iniciativa que busca mitigar los efectos del cambio climático y generar un modelo replicable para otras regiones del planeta.

En compañía de la Universidad de Magdalena, el Parque Nacional Natural Tayrona, Seacore International, Ecomares y algunos centros de buceo, la institución educativa fusionó ciencia, tecnología e innovación para presentar un modelo que reconoce los daños ecosistémicos y que, al mismo tiempo, instaura acciones que preserven la biodiversidad.

Entre las principales acciones se incluyen el monitoreo continuo de los arrecifes, la implementación de técnicas de restauración y el desarrollo de viveros de corales, una técnica oceanográfica que cultiva especies amenazadas y luego las introduce en su hábitat natural para repoblar el ecosistema.

“Los corales son vitales para la salud de nuestros océanos y su pérdida tendría consecuencias catastróficas para la biodiversidad marina y para las comunidades que dependen de estos ecosistemas”, explicó Adolfo Sanjuan, profesor de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano e investigador principal del proyecto.

La primera fase del proyecto inició en septiembre con la instalación de viveros de corales en áreas seleccionadas del Caribe colombiano, especialmente en Santa Marta (Magdalena). Asimismo, el equipo de investigación recolectó fragmentos de corales sanos para cultivar y monitorear.

La primera fase del proyecto inició en septiembre con la instalación de viveros de corales en áreas seleccionadas del Caribe colombiano, especialmente en Santa Marta (Magdalena). | Foto: SEATHISCO

“El equipo realizará un diagnóstico exhaustivo de los arrecifes actuales para identificar las zonas más críticas que requieren intervención. Estas actividades son esenciales para establecer una base sólida para la restauración y asegurar que los corales tengan el mejor entorno posible para su recuperación y crecimiento”, aseguraron desde la institución.

La iniciativa ha reunido a biólogos marinos, oceanógrafos y expertos en sostenibilidad, para así determinar el estado de los arrecifes y evaluar el impacto de las intervenciones. Además, la Universidad Jorge Tadeo Lozano ha adelantado estrategias pedagógicas con las comunidades locales para fomentar el sentido de responsabilidad y brindar herramientas básicas de conservación.