Mónica Pardo*

Colombia suele ser un lugar interesante y una fuente inagotable de contenido para un fotoperiodista. Así ha sido para este reportero gráfico estadounidense que llegó a Colombia por primera vez en 1996, invitado por la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por Gabriel García Márquez y a la que hoy sigue vinculado como docente. “Ahí empecé a conocer el periodismo colombiano. Me encantó el proyecto de la Fundación, me sentí muy bien recibido y además, empecé a entender más sobre lo que es el conflicto armado. Decidí quedarme para hacer un trabajo sobre esto”, cuenta.

Se formó como historiador con un enfoque en América Latina y antes de llegar al país, trabajaba en temas de Derechos Humanos y sobre el impacto de la política exterior estadounidense en la región, por eso su interés en Colombia. “...sobretodo porque esta guerra siempre se le entendía como si fuera sólo una cuestión de drogas y narcotráfico, mientras es una historia mucho más compleja con raíces históricas muy largas, entonces yo pensaba que tenía como un granito ahí para aportar”, asegura Ferry. Y así fue. 12 años después terminó el libro Violentología: Manual del conflicto colombiano.

En 2001 arrendó su primer apartamento en Bogotá, que ha servido de ciudad de base, porque en su ejercicio periodístico ha viajado por todo el territorio nacional con su cámara en mano, listo para retratar las historias y personajes de la vida en la selva, el caribe colombiano, la Sierra Nevada de Santa Marta, el río Magdalena y los Llanos Orientales, entre muchos otros lugares. “El ejercicio de la profesión me ha dado el privilegio de viajar mucho. No obstante hay muchísimo para descubrir. Siendo un país tan diverso, tan fascinante, he realizado trabajos sobre la guerra, pero también muchos trabajos culturales, que resaltan la la riqueza cultural de Colombia”, anota.

Por el momento, entre sus planes no está regresar a Estados Unidos, su país de origen. Aquí todavía encuentra muchas alternativas laborales, especialmente, para desarrollar colaboraciones con artesanos en la construcción de libros, para la exposición de imágenes. En las tradiciones artesanales colombianas ha visto una oportunidad muy atractiva y cuenta que eso no es tan posible en Estados Unidos, en donde ya casi no hay artesanos de la misma forma o si los hay, es algo muy de lujo, no tan accesible como en Colombia.

Con voz pausada y serena confiesa que siempre se ha sentido “muy bienvenido y muy apoyado” por los colegas y por su amigos colombianos que son muchos, recalca. Le gusta el estilo de vida que le ofrece este país. “Hay cierta frescura que permite que uno se vea con amigos o comparta viajes al campo, interactúe con culturas fascinantes en todas partes o pueda rumbear y eso es muy sabroso”, concluye.

*Periodista

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