En el territorio colombiano habitan manatíes del Caribe y del Amazonas, que son dos de las tres especies que existen en el mundo. Sin embargo, el manatí del Caribe está amenazado y en peligro de extinción en Colombia, principalmente, por la cacería ilegal de algunas comunidades que comercializan su carne. Por eso, la Fundación Omacha y la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), entre otras entidades, utilizan la educación como principal estrategia para preservar la vida de estos animales.
Comúnmente se dice que “donde hay manatíes hay peces” y la Fundación Omacha, dedicada a la preservación de la fauna en Colombia, ha comprobado recientemente que así es. Además de ser carismáticos, amigables y nobles, son animales que prestan servicios ecosistémicos fundamentales a las comunidades y a su hábitat. Su excremento es tan perseguido por los peces que en algunas zonas del país los pescadores dejan sus mallas cerca de ellos para atraerlos. Por estas y otras características, en la zona del Magdalena una alianza medioambiental recuperó y alimentó a Julieta, una manatí que se había enredado en una red de pesca y, luego de verificar sus óptimas condiciones de salud, fue liberada en el Acuario de Santa Marta. Pasada una semana de su liberación, el manatí fue asesinado cerca de Tasajera, municipio de Pueblo Viejo.
El suceso estremeció a la opinión pública y a las personas que trabajaron en la recuperación del animal, así lo explica Dalila Caicedo, directora ejecutiva de la Fundación Omacha. Asegura que en el proceso de rehabilitación identificaron que era un manatí en buenas condiciones de salud para regresar a su hábitat natural, le pusieron un cinturón y una antena para identificar por dónde se movía y así pudieron confirmar que viajó 37 kilómetros. “Se liberó en el acuario porque era un sitio cercano a donde había sido capturada. En algunas zonas del país la gente reconoce que es mejor tener peces y agua por largo tiempo a tener carne un día, pero en estos territorios aún no hay una conciencia tan clara sobre este tema”.
Por otro lado, Julieth Prieto, líder de este proyecto en Corpamag, cuenta que Julieta representaba el carisma de los manatíes como especie y era uno de los 2.500 animales que cuidan, atienden y rescatan cada año desde la entidad que representa. Asegura que Parques Nacionales, la Fundación Omacha, la Universidad Jorge Tadeo Lozano y la Corporación se han aliado para implementar una logística que preserve la vida de esta especie porque han recibido al menos cuatro denuncias sobre la conformación de grupos en el Magdalena dispuestos a cazar manatíes. “Para prevenir estas situaciones necesitamos que todos se involucren en el cuento de educar, es muy difícil ver resultados si no decidimos incluir la importancia del territorio en los contenidos educativos”.
Prieto fue la persona que atendió la emergencia cuando se conoció que Julieta estaba en peligro. Narra que rescatarla fue muy complejo porque algunos habitantes no querían ayudar a salvarla, por eso intenta dar a entender que si se extinguen los manatíes, la Ciénaga se seca y los peces se mueren.
Al respecto, Víctor Reyes, doctor en sociología y profesor de la Universidad Nacional, explica que Tasajera pertenece a uno de los municipios más pobres del Magdalena y, sin ánimo de justificar las acciones de los habitantes, detalla que en esta zona se acostumbraron a vivir en un contexto en el que las normas no se cumplen: “Eso demuestra que están en una situación muy crítica, con pocas oportunidades, y han llegado a convertirse en personas a las que ya no les importa tanto mantener ese respeto por la pesca y la naturaleza”.
Luego de los pronunciamientos de los entes ambientales, habitantes de Tasajera dieron a conocer un video en el que clamaban por la vida de Julieta y se manifestaban en contra de quienes la agredieron y buscaron acabar con su vida.
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