Fanny Mikey era una argentina enamorada de Colombia. Llegó a Cali a finales de la década de los 50 y desde ese momento empezó a hacer teatro junto al maestro Enrique Buenaventura. En adelante, quienes la conocieron de cerca, la describen como “un personaje que se mantiene en el corazón”.
Era muy perceptiva, además de pensar en pagos justos para todas las personas que se dedicaban a las artes escénicas, notaba qué pasaba por la mente de todos sus compañeros. Representó a una empresa creativa y cercana, era como una familia para cada uno.
El Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá fue uno de sus mayores legados y con los años, se convirtió en el festival de artes escénicas más grande del mundo y el evento cultural de mayor trascendencia en Colombia.
Esta apuesta transformó la vida cultural de la ciudad, pensar en hacer un festival cultural en Semana Santa y lograr que se convirtiera en una fiesta esperada y recordada por todos, fue algo que solo Fanny Mikey pudo hacer.
El actor colombiano Julio Hernán Correal reconoce que algunas de las ideas más relevantes para atraer a todo tipo de público a la ciudad para el festival han desaparecido. Y destaca que “la posibilidad de trascender hacia un público que no consumía mucho teatro lo logró Fanny, ella permitió que la gente se interesara por el teatro en la capital y en el país”.
Mikey también sobresalió como gestora cultural. Otro de sus grandes aportes consistió en iniciar con los café concierto en Bogotá, una manera original de abrirle nuevos escenarios a la comedia y la improvisación en lugares que usualmente frecuentaban los bogotanos.
Adela Donadío, docente, directora teatral, exdirectora del Teatro Nacional, compañera y amiga de Mikey, cuenta que siempre quiso hacer del teatro algo profesional, un trabajo con mayor continuidad. “Se propuso grandes cosas y lo logró, con ella hubo una ebullición del teatro muy importante”.
Al crear el Teatro Nacional, Mikey trabajó para que las producciones tuvieran una mayor estructura empresarial que les permitiera contratar a actores, directores y técnicos, “tenía una habilidad para poner en equilibrio los distintos frentes del teatro”, por ejemplo, la Casa del Teatro Nacional tenía el objetivo de dar a conocer a los artistas y presentarlos, porque ella también quería promover el teatro que se hacía en el país desde hace décadas.
“¿Quién no pasó por la Casa del Teatro? Todos se presentaron y eso era lo bonito del proyecto, fue un referente muy importante, una plataforma para dar a conocer muchos grupos. A tal punto que consolidó y fortaleció el teatro de Bogotá y del país”, destaca Donadío.
William Cruz, presidente de la Junta Directiva del Teatro Nacional, explica que la fundación de estas tres salas teatrales es el legado más importante que dejó Fanny Mikey porque su propuesta incluyente e innovadora se mantiene.
Además su apuesta por la realización de obras de gran calidad teatral y escénica continúa vigente. “Sigue siendo un referente cultural, en medio de las estrecheces presupuestales del Gobierno, el teatro aún alberga todas las propuestas nacionales”, puntualiza Cruz.
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