El centro cultural que se había prometido hace más de cinco años para resguardar la memoria y las tradiciones ancestrales de las comunidades Inga y Kamëntsá por fin es una realidad. Esta semana se inauguró en San Francisco, Putumayo, la Biblioteca y Casa de la Memoria del resguardo indígena Kamëntsá-Inga.
Con un evento lleno de rituales y ceremonias, las comunidades recibieron este espacio que busca preservar las tradiciones de este pueblo indígena que ha sido golpeado por la violencia y el olvido. También es de gran significado que el diseño y la construcción del proyecto contara con la participación de las comunidades indígenas.
“Se construyó una casa de pensamiento a su manera, desde sus necesidades, propuestas y veeduría”, afirmó la viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, Adriana Molano.
El espacio está construido de forma circular, incentivando el encuentro y la educación. Si es visto desde el aire, su arquitectura compone el símbolo de la fertilidad.
“Este es un espacio sagrado de nuestro resguardo. Ahora tenemos que corresponder como Kamëntsáa; darle vida”, dijo el taita Walter Chindoy, gobernador del Pueblo Inga Kamëntsá de San Francisco.
Por ser un territorio ancestral, esta comunidad, que habita el Valle del Sibundoy, ubicado en la cabecera del río Putumayo, realizó diversos rituales durante la ceremonia de inauguración.
“La importancia de los rituales viene desde la cosmovisión indígena de que nosotros nos reconocemos como parte de la Tierra”, afirmó Luis Humberto Tez Juagibioy, médico tradicional de la comunidad indígena Kamëntsá.
El recibimiento inició con niños de la comunidad Inga, quienes realizaron una limpia con ortiga. Luego se realizó una armonización por parte de los Tatsembia y después el canto del himno nacional en lengua materna por Jashnan, un grupo conformado por mujeres Kamëntsás.
Finalmente, la entrega terminó con el ritual del fuego shinyak, con música de Jashnan y un baile alrededor del fuego.
Además de alumbrar y dar calor en la noche, “el shinyak era el centro de preparación de alimentos, por lo que también servía para reunir a las familias y tener un centro de diálogo donde se contaban historias, se compartía la palabra y se daban consejos”, aseguró Tez.
La comunidad espera que este sea sólo un paso para que el Gobierno nacional se haga presente en sus territorios y exista un diálogo más estrecho entre el pueblo Kamëntsá-Inga y el Ministerio de Cultura.
Según la viceministra, en este centro cultural las comunidades podrán fortalecer sus procesos educativos y culturales. “Es un espacio donde podemos darnos cuenta de la importancia de los territorios bioculturales y de las infraestructuras para la vida”, mencionó.