Con un acento paisa ya no muy marcado debido a su vida nómada de médico y profesor, Óscar Bernal no hace mucho alarde de su nuevo cargo como uno de los doce miembros a la cabeza de Médicos Sin Fronteras (MSF). Más bien se muestra preocupado por cómo hará que mejoren varios de los pilares de la salud pública, como el acceso a medicamentos, en países en vía de desarrollo, y por el bienestar de los migrantes en todo el mundo.
Ser trotamundos le ha permitido servir a poblaciones vulnerables y recorrer más de 30 países desde 1994. Aunque se le dificulta elegir, el momento más significativo en su carrera fue cuando estuvo involucrado en un trabajo en África a mediados de los años noventa y ayudó a superar la malaria, una enfermedad que puede ser mortal.
Otro evento que recuerda fue el terremoto de Haití en 2008. Luego del desastre natural que prácticamente destruyó a la isla, en 2010 hubo un brote de cólera que afectó a más de 820.000 personas y mató a 9.792 hasta enero de 2019, según la Organización Mundial de la Salud.
“Los haitianos creían que la causa del cólera era distinta. Le daban un sentido completamente diferente por su cultura. Trabajar en contextos tan distintos es bien retador”, mencionó Bernal.
Como profesor de la Universidad de los Andes y del Instituto Universitario Europeo, Bernal cree que los retos de la academia se centran en las políticas de la salud pública y en cómo acceder a la información.
“Situaciones como el covid-19 para lo que ni en MSF estábamos preparados nos dejó claro que el acceso a los datos a veces era difícil y poco confiable, así como aplicar procesos poco efectivos como restringir la movilización de las personas. ¿Valió la pena el costo social y económico?”, se pregunta.
Su experiencia inicial en Colombia lo motiva a entender la relación entre el conflicto, los ataques a la sociedad civil y las epidemias, sobre todo cuando recuerda lo complicado que a inicios de su carrera fue introducir un esquema médico en el Chocó debido a la presencia de grupos armados. Dos décadas después y con un cargo mucho más alto, este médico antioqueño espera aportar con su experiencia y gusto por servir junto a las 60.000 personas que integran MSF en 70 países.