Luisa Mantilla, Leonardo Alonso, Lucio Bonilla, Antonio Oviedo y Ricardo Gómez se volvieron virales en TikTok. Su video alcanzó más de 258 mil reproducciones, 60 mil me gustas y unos mil comentarios de personas que se mostraron fascinadas por su contenido. No son jóvenes, ni expertos en comunicación digital, tienen más 50 años y dedican sus días al reciclaje en Recitoc, la asociación de recicladores de Tocancipá, gracias a la cual han encontrado nuevas oportunidades de vida.
“En total somos 31 personas, de las cuales 26 son de la tercera edad y han trabajado toda su vida en esto”, cuenta Marcela Ramos, directora de Recitoc, quien con 23 años es la más joven del grupo. “En medio de la pandemia creamos redes sociales y nos dimos cuenta que a través de ellas podíamos enseñarle a la gente”. La estrategia, asegura, ha significado el empoderamiento de los recicladores.
“Ha sido una cosa bonita porque la gente los identifica, entonces entiende lo importantes que son y eso lo transmiten cuando hablan”, comenta Ramos. Sin embargo, aunque la búsqueda del aprovechamiento de los residuos les ha brindado experiencias enriquecedoras, como recicladores también han tenido que sortear dificultades.
Insistir, persistir y no desistir
La historia de Recitoc se asemeja a una montaña rusa en constante ascenso. Sin embargo, no siempre fue así. Desde el 2015 se han enfrentado a varias caídas que los han obligado a comenzar de cero. “Todos pensábamos que se iba conformar una empresa, nos iban a dar trabajo y eso sería todo”, cuenta Ramos. Pero se encontraron con un panorama mucho más complejo.
En octubre del 2015 empezaron a laborar 24 recicladores bajo la normatividad del Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos (PGIRS), promovida por el Ministerio de Vivienda, sin embargo, los cambios que contemplaba la norma, principalmente en la forma de ejecutar el trabajo, generaron inconvenientes. “Estábamos acostumbrados a hacer las cosas de una manera diferente, lo hacíamos como queríamos, a la hora que pudiéramos y eso generó desorganización”.
Lo que empezó siendo una idea de 24 personas se redujo a nueve recicladores con opiniones divididas entre seguir con la asociación o parar. Bajo la guía de la Asociación Nacional de Recicladores y la Universidad Central, se sumaron al programa la Universidad del Reciclaje, donde fueron capacitados en emprendimiento. Por su parte, estudiantes de la Universidad EAN les ayudaron con la creación de la imagen y comenzaron a recibir pasantes.
“Los 9 que quedamos arrancamos de nuevo para sacar la asociación adelante”, recuerda Ramos. Con ahorros y préstamos lograron abrir en marzo del 2018 la Estación de Clasificación y Aprovechamiento (ECA), que les permitió inscribirse ante la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios como una empresa prestadora de servicio público. “Para junio de ese año ya estábamos reportando ante la Superintendencia nuestras primeras ocho toneladas de residuos aprovechables”, relata con orgullo.
Empezaron a crear rutas de recolección en diferentes zonas del casco urbano, mientras sumaban más recicladores a sus filas, entre ellas se encontraba Johanna Guzmán, quien ya cumplió tres años en Recitoc. “Volví a Tocancipá en busca de trabajo, pero fue muy difícil, entonces un compañero me invitó a reciclar y así me enamoré de esto”, y agrega que lo que para algunos es basura para ellos es un tesoro. “Por eso los recicladores somos una parte fundamental para nuestro planeta”.
El trabajo como recicladora los ha llevado a vivir momentos muy duros. “Cuando iniciamos todo el proceso comíamos de lo que dejaba la gente en las bolsas de la basura y utilizábamos los sobrantes de los champús para bañarnos”. De esas experiencias hoy solo queda el recuerdo, porque la asociación ha mejorado la calidad de vida y economía de los recicladores; además cuentan con el apoyo y reconocimiento de la ciudadanía y las industrias del municipio.
Hace tres meses Recitoc cubría el 35 por ciento del municipio de Tocancipá. Hoy en día ya llega al 60 por ciento y espera que al final de año logre cobertura total en los lugares más distantes. “Nuestro principal objetivo es tener una estación de clasificación y aprovechamiento propia, motorizar a los recicladores y comprar un vehículo”, cuenta Ramos, quien se proyecta alcanzar estos logros en los próximos tres años.
Lea también: Kogui, el club de las cometas gigantes
Lea también: El páramo de Ocetá, un ejemplo de preservación concertada en zonas de protección ambiental