Cuenta la historia que en el siglo V unos militares germanos recibieron el bautismo de manos del rey Recaredo, en el monte Ollia, País Vasco. Estos militares tomaron el apellido de Monteollia. Con las transformaciones de la lengua y el paso del tiempo, quedó Montoya. Uno de los antecedentes del apellido en Colombia es el capitán español Francisco de Montoya, quien vino a Colombia en 1536 a acompañar al conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada. Vivió en Tocaima, Cundinamarca, y participó en la fundación de San Cristóbal, en Venezuela, donde finalmente se radicó. Otro antecedente es monseñor Diego de Montoya Mendoza, nombrado obispo de Popayán en 1633 y promovido a la diócesis de Trujillo, en Perú, en 1638.  Sin embargo, dos hermanos españoles provenientes de Berantevilla, Álava, una de las tres provincias del País Vasco, extendieron el apellido en toda la geografía colombiana. Antonio y Fernando llegaron a Santa Fe de Antioquia entre 1626 y 1627. Don Fernando se casó en este municipio con Doña Isabel González de Piedrahíta, en 1627, y fue cuatro veces alcalde de la ciudad. Allí tenía el rango de capitán. Falleció en 1688 a la edad de 85 años y dejó una amplia descendencia que se extendió por el territorio antioqueño, especialmente por Urrao, Cañasgordas, Sopetrán, Sonsón, Rionegro, Marinilla y San Vicente. Por otro lado, don Antonio se casó a la edad de 66 años con doña Catalina Gómez de Ureña y Poblete, y estuvo dedicado al cultivo de la caña de azúcar y del plátano en su finca de San Jerónimo. Es reconocido como el precursor de la Fábrica de Licores de Antioquia, según el documento 4726 de 1663 que reposa en el archivo del departamento. Don Antonio tuvo tres hijos: Gregoria, Francisco y Joaquín. De don Joaquín, precisamente, proviene Santa Laura, declarada beata por el papa Francisco en 2013. El tronco de la familia se extendió después por Valle de Aburrá, especialmente por Envigado y Sabaneta, de donde partieron para el sur del país. Los Montoya de Sabaneta Una de las primeras descendencias de apellido es la de Julio Enrique, casado con María Antonia Montoya. Sus hijos fueron Casimiro, Gonzalo, Pedro, Teodora y María Antonia, y de ellos descendieron varios sacerdotes y religiosas, entre los cuales se destacan el presbítero Gustavo Montoya Montoya, vicario judicial del tribunal eclesiástico de Medellín, y la hermana Ana Adelfa Montoya Soto, exsuperiora general de las Hermanas Carmelitas. Otro representante del ‘clan’ es don Ramón, quien estuvo casado con doña Natalia Mejía. Ellos tuvieron diez hijos: Fermín, Emilio, Justiniana, Apolinar (Polo), Ricardo, Ana Joaquina, Juan, Chiquinquirá, Gertrudis y Antonio José. De esta línea sobresalen Oscar, exministro de Trabajo, y la exgobernadora de Risaralda y exsenadora Amparo Vega. Finalmente, don Rafael, casado con doña Josefa Uribe Mejía y descendiente de la línea de don Antonio, uno de los hermanos provenientes del País Vasco, se radicó en tierras de Sabaneta, jurisdicción de Envigado, a comienzo del siglo XIX. Entre sus ocho hijos, dos de ellos, Julio Enrique y Juan Ramón, conformaron familias numerosas que se casaron entre primos y vecinos para proteger la tenencia de la tierra y de esta manera posicionarse económica y socialmente en el territorio. En esa época, precisamente, los pobladores de Envigado le atribuyeron poderes de fecundidad a las aguas de la quebrada La Ayurá. En Sabaneta pasó algo similar: en la familia creció el rumor de que las aguas de la quebrada La Doctora hacían ‘magia’ y multiplicaban la descendencia. Allí, justo, nacieron varias familias numerosas con el famoso apellido de la región.   Fue tal la ‘efectividad’ de la quebrada que, en un censo realizado hace 20 años, encontraron que el 68 por ciento de los sabaneteños tenía este apellido. Así mismo, en Envigado, el 32 por ciento de los habitantes lo tiene. Aportes para la historia Don Luis María, descendiente de don Antonio, donó los terrenos para el templo y la plaza de Santa Ana de Sabaneta, según la escritura Nro. 1166 de junio 6 de 1897 de la Notaría Segunda de Medellín. Tres ciclistas le dieron gloria a Colombia en sus participaciones en el pasado reciente: Carlitos Montoya, Javier Ignacio Montoya Mesa y Héctor Iván Palacio Montoya. En Sabaneta nacieron los encuentros de la familia en 2005, liderados inicialmente por el historiador don Gustavo Montoya Marín. En 2009, se creó la Fundación Internacional Casa Montoya, para asociar a todos los descendientes hasta el cuarto apellido. El objetivo es crear lazos sociales, familiares y culturales entre los integrantes. Se realizan eventos culturales y empresariales, y encuentros anuales donde se comparte el origen ancestral bajo el lema: “La sangre y el apellido van unidos a través de las generaciones”.

*Director de Fundación Internacional Casa Montoya.