Siempre en domingo parece ser la consigna del presidente Virgilio Barco en lo que se refiere a las grandes decisiones. En domingo sancionó la ley aprobatoria del tratado de extradición que había sido declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia 48 horas antes. En domingo, también, Barco decidió retirar a sus dos tambaleantes ministros José Name, de Trabajo, y César Esmeral, de Salud. Y en domingo, nuevamente (el pasado 17), resolvió la tan anunciada crisis de gabinete. Y lo hizo, como siempre, cuando muchos habían dejado ya de creer que se presentaría.Mientras Lucho Herrera le entregaba el trofeo de la Vuelta a España a la Virgen de Chiquinquirá, la Casa de Nariño preparaba el decreto que significó seis cambios y tres nuevas caras en el gabinete. El controvertido ministro de Gobierno Fernando Cepeda se fue, pero no del todo, ya que pasó a la cartera de Comunicaciones, dejándole su puesto al hasta entonces ministro de Hacienda, César Gaviria. Por su parte, Edmundo López pasó de Comunicaciones a Justicia.Tres salieron: Eduardo Suescún, de Justicia; Marina Uribe, de Educación, y Miguel Merino, de Desarrollo. Fueron remplazados, en su orden, por López y los ex gobernadores, de Antioquia, Antonio Yepes, y del Atlántico, Fuad Char. En cuanto a Gaviria, fue remplazado en Hacienda por quien fuera su viceministro, Luis Fernando Alarcón.CAMBIO DE ALINEACION La salida de Cepeda no fue sorpresa para nadie. Todo el mundo esperaba que abandonara su puesto por sus conflictos reiterados con la oposición conservadora y con el partido de gobierno. Pero Barco, dejando en claro que desea tenerlo todavía cerca de él, apenas lo alejó dos calles del Palacio de Nariño, al trasladarlo del edificio Echeverri al Murillo Toro.Su remplazo por Gaviria resultó un poco más inesperado. Pero es sin duda uno de los grandes aciertos del Presidente. Este pereirano, de cuarenta años de edad, se había convertido en el ministro estrella del gabinete, después de ganar en el Congreso la batalla por la reforma tributaria. Esto sumado a sus dotes mezcladas de técnico y de político lo convirtieron en el candidato ideal para remplazar a Cepeda. Un tanto "sardino" para algunos, Gaviria lo tiene, sin embargo, casi todo a su favor: buena imagen ante la prensa, respeto de los congresistas y, algo vital en el actual régimen, un gran acceso al Presidente.Menos aplaudido fue el paso de Edmundo López a la cartera de Justicia, que en un principio despertó algunos interrogantes en las páginas editoriales. Sin embargo, su fama de componedor, duramente puesta a prueba en el reciente proceso de licitación de TV, es lo que, según explicó a SEMANA una fuente del Palacio de Nariño, lo definió como el hombre indicado para mejorar las maltrechas relaciones entre el ejecutivo y la Corte Suprema.Lo que el propio Presidente definió como "cambio de alineación" se redondeó con la salida de Suescún, Marina Uribe y Merino. "Eran los tres que no se habían acomodado a sus puestos", explicó a SEMANA un asesor de Barco. "Suescún se había peleado con la Corte, Marina Uribe estaba bajita de punto, aparte del miniescándalo que la afectó hace algunos dias, y Merino, a pesar de sus recientes progresos con la prensa, seguia teniendo mala imagen", agregó la fuente.Finalmente, el nombramiento de Alarcón en Hacienda fue interpretado como una señal de que habrá continuidad en esa cartera.TRASLADO A LA NEVERAMucho más emocionante que todo lo anterior parece ser lo que se oculta tras el traslado de Yepes y Char, de sus cálidos y agitados mundillos regionales de Medellín y Barranquilla, a la fría capital.Nadie discute las calidades que ambos demostraron al frente de sus respectivas gobernaciones. Pero muchos consideran que al haberlos sacado de sus regiones, las puertas quedaron abiertas para que sus ex jefes, los senadores y grandes electores Bernardo Guerra y José Name--con quienes se habían peleado--, vean de nuevo limpio el camino para recuperar el control burocrático de sus regiones.Esto sin embargo no es tan sencillo. En el caso de Name es cierto que el nombramiento de Char inhabilita a este para ser candidato a la Alcaldía de Barranquilla, campaña para la cual contaba con gran respaldo. Pero como lo señaló el Diario del Caribe, de esa ciudad, la presencia de Char en la cartera de Desarrollo (lo que implica también presidir la junta directiva del ICT) no es del todo favorable a Name. Resulta que, desde hace varias semanas, en Barranquilla se viene debatiendo quién controlará la inversión de seis mil millones de pesos en los programas contra la pobreza absoluta. El debate es precisamente si lo hará el municipio--manejado por la coalición antinamista de los senadores Juan Slebi y Pedro Martín Leyes- o si lo hará el ICT, en el cual un hermano de Name participa como miembro de la junta directiva. Como ahora esta va a ser presidida por Char, quien según muchos está aliado a Slebi y a Martín Leyes, los analistas de la política barranquillera consideran que Name tendrá ahora que pactar, con todos ellos, la mejor manera de invertir los seis mil millones.En cuanto a Yepes, médico de cuarenta y nueve años, las actuales condiciones de la política paisa hacen muy difícil que, con su retiro, Guerra recupere el control de la situación. La mayoría de los senadores liberales de su departamento no está con él y ha solicitado públicamente que se nombre un gobernador "imparcial". Es probable entonces que Guerra se vea obligado a negociar con sus adversarios, incluso si el nuevo gobernador resulta ser uno de sus hombres.Como lo explicó a SEMANA una fuente del nuevo gabinete "lo sucedido con Yepes y Char le tendrá que demostrar a los grandes jefes regionales que si se oponen, por motivos de mera mecánica política, a los buenos gobernador.es, estos se caerán pero para arriba".