El bienestar de los trabajadores está integrado por diversos componentes que se consolidan en el Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST), como una herramienta que permite el abordaje integral en el cuidado de las personas, desde la identificación de peligros, la evaluación y valoración de los riesgos y, con ello, la definición de acciones para evitar o mitigar esas situaciones.

En ese marco, es una fortuna que hoy tengamos una mayor intervención de los aspectos que inciden en la salud, desde una mirada que trasciende de los riesgos físicos, químicos o ergonómicos, hacia una mirada más profunda en aspectos como el riesgo psicosocial. Allí, las adicciones surgen como un tema prioritario a traer sobre la mesa.

El consumo excesivo de alcohol y sustancias psicoactivas es una problemática que no debe subestimarse. Esto no solo pone en riesgo la vida de la persona sino que, en el marco del ejercicio laboral, puede traer consecuencias frente a la integridad de otros. Algunos estudios han sugerido que los estupefacientes y el alcohol están presentes en, al menos, un 20 % de los accidentes de trabajo (Gómez–Telegón).

El bienestar de los trabajadores está integrado por diversos componentes que se consolidan en el Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST). | Foto: Con derechos gestionados de Getty Images

Pero no debemos verlo como un escenario de temor o estigma

En Colombia, la legislación exige a las empresas implementar programas de prevención y control de alcohol y drogas en el lugar de trabajo. La Resolución 0312 de 2019, que aborda los estándares mínimos del SG-SST, establece la elaboración y ejecución de “un programa para promover entre los trabajadores estilos de vida y entornos de trabajo saludables, incluyendo campañas específicas tendientes a la prevención y el control de la farmacodependencia, el alcoholismo y el tabaquismo”.

¿Para qué sirven los fármacos?

Y, al respecto, la normativa es amplia. Solo para mencionar algunos ejemplos: la Resolución 2764/2022 aborda la ‘Batería de instrumentos para la evaluación de factores de riesgo psicosocial’; la Resolución 1075 de 1992 insta a incluir “campañas que prevengan y controlen la farmacodependencia, el alcoholismo y el tabaquismo”; la Circular 038/2008 da instrucciones referidas a los espacios libres de humo y de sustancias psicoactivas en las empresas y la Ley 1566 de 2012 asegura que “toda persona que sufra trastornos mentales o cualquier otra patología derivada del consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas lícitas o ilícitas, tendrá derecho a ser atendida en forma integral por las entidades del Sistema General de Seguridad Social en Salud”. Incluso, está en curso un proyecto de decreto “para establecer acciones de promoción de la salud mental, la prevención de problemas y trastornos mentales y del consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito laboral”.

Sin embargo, algunas organizaciones reducen esto a un simple trámite: políticas frías y pruebas esporádicas que generan miedo en lugar de soluciones. Esto, más allá de una obligatoriedad, desaprovecha una oportunidad crucial para promover el bienestar de los empleados y mejorar la productividad empresarial.

Debemos atender el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas con actitud preventiva

El primer paso es desmitificar el abordaje de este asunto en el entorno laboral. Algunas empresas temen que la implementación de pruebas resulte en la pérdida de empleados; otras, que trabajadores con problemas de consumo generen represalias legales. Además, muchas empresas perciben que implementar estos programas es costoso, ignorando que la prevención disminuye costos a largo plazo, mejoran la productividad y reducen el ausentismo. Finalmente, está la creencia equivocada de que se trata únicamente de casos aislados, cuando en realidad estas situaciones pueden ser más frecuentes de lo que se piensa e, incluso, pueden estar exacerbadas por factores asociados al trabajo, como el estrés laboral, las largas jornadas o la presión por cumplir objetivos.

¿Cómo atender y prevenir el consumo de alcohol? | Foto: Getty Images

Entonces, ¿qué hacer? Desarrollar un programa efectivo que incluya el diseño de políticas claras de prevención y control; sensibilización y capacitación continua, así como la implementación de pruebas diagnósticas rápidas y confiables. Además, es fundamental garantizar que los procedimientos sean socializados correctamente y que los trabajadores sepan que pueden encontrar apoyo para sus problemas en lugar de ser sancionados. Se trata de un compromiso moral y de responsabilidad. La clave está en la empatía: transformar el miedo en confianza.

Si bien es cierto que estas medidas podrían percibirse como una invasión a la privacidad, es clave destacar que el autocuidado y la corresponsabilidad de los colaboradores también son valores que fomentan una cultura de salud y seguridad. La solución está en establecer reglas claras desde el inicio, a través del manual interno de trabajo u otras políticas, que respeten los derechos individuales al tiempo que protegen el bienestar colectivo.

Así las cosas, la principal invitación es a anticiparnos. Las organizaciones no están solas. Pueden encontrar aliados, como el CCS y DHM Global, para el diseño y acompañamiento a estos procesos que, lejos del miedo y la estigmatización, impulsen organizaciones más sanas, seguras y sostenibles, donde el bienestar de las personas sea el eje central de la estrategia corporativa.

Por: Adriana Solano Luque, presidenta ejecutiva del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) y Diana Aguilar Triana, CEO de DHM Global