La colaboración y la confianza son esenciales para alcanzar metas y objetivos, especialmente en el entorno laboral. Pero, ¿qué sucede cuando te encuentras colaborando con alguien que, a pesar de su competencia, simplemente no logra conectar contigo? En el mundo de los negocios, no siempre elegimos a las personas con las que trabajamos, ya sean nuestros colegas, clientes, proveedores, o incluso líderes de nuestro entorno industrial o gubernamental. Trabajar con o para personas con los que no compartimos afinidades o no conectamos puede ser uno de los mayores desafíos para cualquier persona, sin embargo, esta situación es más común de lo que pensamos y, aunque puede resultar incómoda, también es una oportunidad para crecer y aprender.
Colaborar con personas que no nos resultan afines no tiene que ser una experiencia negativa. Al adoptar un enfoque de autoanálisis y empatía, podemos transformar nuestras interacciones complicadas en oportunidades para el aprendizaje y el crecimiento. Cada reto que enfrentamos en nuestras relaciones laborales nos ofrece una lección valiosa sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza de las relaciones humanas. Como todos los procesos de aprendizaje, la confianza y la colaboración no son solo cuestiones de afinidad personal, sino habilidades que se pueden desarrollar.
Aquí, algunas reflexiones sobre cómo podemos navegar estas dinámicas en el entorno laboral.
1. Indagar las causas de nuestras emociones
Antes de intentar establecer un vínculo con quienes no conectamos, es esencial que realicemos una introspección. ¿Qué es lo que realmente me molesta de esta persona? Este ejercicio de autoanálisis puede ser muy esclarecedor. En muchas ocasiones, nuestras respuestas negativas hacia los demás, reflejan nuestras propias inseguridades o experiencias previas. Siempre debemos considerar cómo nuestras percepciones influyen en nuestras interacciones.
Al investigar las raíces de nuestras emociones, podemos comenzar a derribar las barreras que nos impiden conectar. A veces, lo que inicialmente interpretamos como una falta de respeto puede ser simplemente una discrepancia en el estilo o la cultura. Esto es especialmente evidente en entornos multiculturales, donde las diferencias de costumbres, visiones o incluso estilos de comunicación pueden ser abismales.
2. Cambiar el enfoque
Es importante tratar de cambiar nuestra perspectiva sobre aquellos que no nos agradan. En lugar de concentrarnos en las características que nos desagradan, podemos optar por centrarnos en lo que cada persona aporta al equipo, a nuestros objetivos o a nosotros mismos. Este cambio de mentalidad puede ser transformador. Al ver más allá de nuestras emociones personales y reconocer las habilidades y talentos de los demás, podemos empezar a construir un puente de confianza. Me encanta preguntarme ¿Qué es lo que más admiro de esta persona? ¿Qué puedo aprender de ella?
3. Practicar la empatía
La empatía es fundamental en este proceso. Al comprender las motivaciones y desafíos de los demás, podemos encontrar puntos en común que nos permitan acercarnos a ellos. No olvidemos que cada persona aporta su propio conjunto de experiencias y valores, y que su aporte puede ser extremadamente nutritivo. En mi propia experiencia, he descubierto que hacer preguntas y buscar entender el contexto de las acciones de otros puede cambiar completamente nuestra percepción.
4. Establecer objetivos comunes
Una estrategia efectiva es establecer objetivos comunes. Cuando ambos estamos alineados hacia un fin compartido, las diferencias personales pueden parecer menos relevantes. En lugar de dejar que nuestras emociones interfieran, podemos enfocarnos en cómo nuestras habilidades complementarias pueden contribuir al logro de esos objetivos. Al definir metas claras y trabajar juntos para alcanzarlas, creamos un sentido de propósito compartido que puede unir incluso a los colaboradores más dispares.
5. Fomentar la transparencia y la comunicación abierta
La transparencia es crucial en cualquier relación laboral. Ser honesto sobre nuestras expectativas y preocupaciones fomenta un clima de confianza. Compartir nuestras opiniones de manera constructiva y abierta no solo ayuda a prevenir malentendidos, sino que también crea un espacio donde todos se sienten cómodos expresando sus ideas y desafíos. Este tipo de comunicación puede ser el catalizador para construir relaciones más sólidas y efectivas.
6. Valorar las diferencias como impulsor de crecimiento
Es importante reconocer que las diferencias pueden ser una fuente de innovación. Las personas menos afines a nosotros, a menudo tienen perspectivas y estilos de trabajo distintos que pueden enriquecer nuestro enfoque. Al valorar estas diferencias en lugar de verlas como obstáculos, podemos aprender unos de otros y encontrar soluciones innovadoras a los problemas que enfrentamos. La diversidad de pensamiento es un activo valioso en cualquier equipo, y aprender a aprovecharla puede llevar a resultados sorprendentes. En mi trayectoria, he aprendido que muchas de las personas que más me desafiaron también fueron las que más me enseñaron. Estas interacciones, aunque difíciles, pueden enriquecer nuestra experiencia laboral y ayudarnos a crecer tanto personal como profesionalmente.
En liderazgo, es esencial desarrollar y promover la habilidad de unir esfuerzos con aquellos que, a primera vista, parecen muy diferentes de nosotros. En última instancia, la diversidad de pensamientos y experiencias es lo que impulsa el éxito en nuestras organizaciones. La próxima vez que te enfrentes a una persona con quien no conectas, recuerda que detrás de cada desconexión hay una oportunidad para descubrir algo nuevo, tanto sobre ellos como sobre ti mismo.
Por: Catalina Ricaurte, Managing Director Merck Group and General Manager Healthcare Colombia-Ecuador.