En el mundo laboral, nuestro estilo de liderazgo está transformando de manera tangible el crecimiento económico y el desarrollo dentro de las organizaciones, con lo cual hemos convertido en realidad lo que antes era una utopía.
De acuerdo con Colombia Productiva, los negocios liderados por mujeres cuentan con procesos más eficientes, menores costos, control en sus productos, servicios y mejores prácticas ambientales. Sin embargo, a pesar de los avances en políticas que promueven la equidad de género en este tipo de posiciones, el camino todavía es largo, pero mucho más claro.
Y en ese sentido, el estudio realizado por Bayan Yousef Farhan, titulado “WomenLeadership Effectiveness: Competitive Factors and Subjective and Objective Qualities”, analiza las cualidades que contribuyen a la efectividad del liderazgo femenino. El autor estudia a diez mujeres destacadas en la lista Fortune 500 y revela que este grupo cuenta con dos tipos principales de ventajas competitivas: las habilidades blandas y duras.
En primer lugar, las habilidades blandas como la empatía, la comunicación y flexibilidad, les permite conectar profundamente con sus equipos, comprendiendo las necesidades y preocupaciones de sus colaboradores; la comunicación efectiva, fomenta entornos colaborativos y transparentes que generan confianza y compromiso, mejorando el rendimiento organizacional.
Por otro lado, las ventajas competitivas duras, están vinculadas a la toma de decisiones y la gestión estratégica. El liderazgo femenino se distingue por su capacidad para formular y ejecutar estrategias efectivas, tomando decisiones informadas basadas en hechos y datos. Además, se caracterizan por su tenacidad y persistencia en el logro de los objetivos organizacionales, lo que fortalece su papel dentro de las empresas.
En cuanto a los estilos de liderazgo, son dos los que se destacan sobre el resto: primero el transformacional, que impulsa cambios positivos al motivar un giro en las expectativas de los colaboradores, y, segundo, el auténtico, enfocado en la participación, la transparencia y la ética, centrando el éxito en el crecimiento de sus equipos.
En línea con lo anterior, en mi rol directivo de una compañía como FSQ y sus marcas Q’bano y Pizzamania, he tenido grandes retos donde he comprobado los enormes beneficios de la implementación de dichas habilidades. Liderar desde el ejemplo, con una visión empática, procurando el bienestar y el desarrollo profesional de todos tus colaboradores, la productividad aumenta y se generan mayores ingresos y oportunidades para todos.
Finalmente, es importante resaltar que, si bien, el liderazgo femenino está transformando el mundo, continúan arraigadas las barreras como la falta de oportunidades y los estereotipos de género. Quizás la pregunta que debemos hacernos es ¿qué podemos hacer distinto para impulsar a las mujeres? Pues no es otra cosa que quienes ya ocupamos posiciones de liderazgo —desde líderes empresariales, hasta maestras o madres de familia— debemos mantener el firme compromiso de asegurar el crecimiento de las que vienen detrás.
No se trata de elegir entre hombres y mujeres, esto no es una competencia de género, el propósito debe ser apostarle a la competitividad a través de la educación, la capacitación y la experiencia. Solo así, con un verdadero equilibrio, lograremos un cambio significativo que trascienda en el tiempo.