Las noches decembrinas alumbradas con faroles y los amaneceres impregnados del olor a cafetales florecidos son algunos de los recuerdos que lleva a todas partes Ángela María Zuluaga, la mujer pueblerina -como ella misma se autodenomina- que saltó escalones, el primero de los cuales estaba en Quimbaya (Quindío), para luego, poco a poco, lograr subir hacia la cima, al ser ahora parte del equipo de lideresas en la multinacional Coca-Cola.

Próximamente, trasladará su residencia a Atlanta (Estados Unidos), donde la compañía tiene su hogar, para ocupar el cargo de vicepresidenta global y líder del área de comunicaciones, luego de haber tenido un cargo similar, pero en Latinoamérica, en una de las empresas más grandes del mundo.

Contenidos de campañas publicitarias, manejo de crisis, temas de sostenibilidad, todo eso hace parte de las actividades que están en el rol de la vicepresidencia que ocupa Ángela María Zuluaga. | Foto: Semana

Este es el quinto ascenso que tiene la mujer en la multinacional, en la cual completa ya una década de servicio. “He cambiado de rol cada dos años en promedio”, expresa.

Su historia -como la de todos-, llena de momentos buenos y malos, empezó en Quimbaya, en el corazón del Eje Cafetero colombiano. Inició su formación académica en una escuela pública, algo que para Ángela Zuluaga no debería ser curioso, porque, para estar en un rol directivo en una compañía que está presente en más de 200 países, “no se requiere un guión con escenas en las que aparecen escuelas famosas”, sostiene la mujer.

Para el momento en el cual empezó a ser parte de una comunidad en la que mostró las primeras señales de su liderazgo, todo el mundo iba a la misma escuela: ricos, pobres, blancos, negros. Más aún, en un pueblo que no sobrepasaba los 6.000 habitantes y era eminentemente rural.

Festival de velas y faroles en Quimbaya, Quindío | Foto: Alcaldía de Quimbaya

Un giro inesperado

El hogar en el que nació Ángela María Zuluaga, integrado por cuatro hermanos, era de padres acomodados, pero sin muchas exentricidades. “Mis padres -para ese momento- eran finqueros”, recuerda la quimbayuna.

Esa actividad económica de la familia los llevó a tener una vivencia dolorosa que poco se permiten recordar: el secuestro del padre, lo que, paradójicamente, marcó la ruta para el camino que seguiría Zuluaga unos años más tarde.

El duro golpe le enseñó algo que le ha servido para levantarse cada vez que sea necesario: “Mis padres siempre me decían: no importa lo que pase en la vida, siempre habrá cosas mejores. Lo importante es definir lo que se va a hacer, para que eso que está mal se vuelva algo mejor”.

Fue así como, en busca de un hábitat más seguro para el padre (quien finalmente fue liberado) y todos los demás miembros de la familia, se trasladaron a Estados Unidos. Al igual que había sucedido en el pueblo colombiano, en el que Ángela María se hizo popular, porque declamaba, salía a expresar discursos y parecía estar en todas partes, también en el país del norte tuvo que mantenerse en alto relieve (más visible). “Por mi corta edad, aprendí rápidamente el idioma, lo que hizo que yo me pusiera al frente, para conseguir vivienda, vehículo y todo lo que se requiere cuando se va a empezar de nuevo”.

Ángela Maria Zuluaga, entre las 50 mujeres más influyentes en Colombia. | Foto: Cortesía - Coca Cola / A.P.I.

Trabajó primero en el sector farmacéutico, del que salió con gratos recuerdos y con la formación en el cuidado de la vida. Su retiro de esta rama de la economía era parte de lo que su destino le tenía preparado. “Un día recibí una llamada en la que me ofrecían concursar para entrar a Coca-Cola, y así lo hice, casi sin ninguna esperanza de llegar a entrar a la compañía”.

Unos días después la llamaron y empezó así el capítulo que le ha permitido construir el cuento, hasta ahora, con final feliz. En 2022, cuando aún cumplía su rol en 31 países, fue reconocida por la revista Forbes como una de las 50 mujeres más poderosas e influyentes de Colombia.

Y no es para menos, las convicciones de la mujer de pueblo encajaron en la filosofía de la multinacional. Es así como, dice que ha aprendido a montarse en una nueva ola cuando la marea en la que flotaba empezaba a aplanarse. Pero, principalmente, sabe que el éxito no es individual. “En la compañía hay mentores que ayudan a la mujer a desarrollarse para que crezca más rápido si ven que la persona tiene potencial. No hay brechas salariales. Las diferencias en la remuneración deben ser por el rol, no por el género”.

el 8 de marzo se conmemora el Dia de la Mujer | Foto: Getty Images

Tanto en lo laboral como en lo personal, la vida para Ángela María Zuluaga no ha sido color de rosa. Divorciada, con dos hijas, se volvió a enamorar y está en un escalón profesional en el que ya solo puede ascender un peldaño más. Cada paso lo ha dado con la certeza de que, si se asegura de que a la gente que está a su alrededor le va bien, a ella también.