Todos sabemos que octubre es el mes de Halloween, lo que no todos conocen es que también es el mes en que se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, un tema al que deberíamos darle aún mayor visibilidad. Y es que en un mundo empresarial cada vez más competitivo, muchas veces nos encontramos ante la presión de ser líderes impecables, eficientes y siempre disponibles para los desafíos del día a día.
Sin embargo, a medida que crece el éxito profesional, también aumenta el desgaste personal. Como líder de un equipo que trabaja en investigación y desarrollo de productos naturales para llevar salud y felicidad a las personas, he aprendido de primera mano que la salud mental y el bienestar personal no solo son esenciales para nuestra vida, sino que también son pilares fundamentales para alcanzar un rendimiento empresarial sostenible y exitoso.
En el espacio corporativo, tradicionalmente se ha valorado el esfuerzo, la dedicación y el sacrificio. Y aunque estos aspectos son importantes, no podemos olvidar el autocuidado como parte integral de ese éxito. Las mujeres líderes enfrentamos desafíos únicos: gestionar equipos, enfrentar expectativas altas y conciliar la vida personal y profesional. En este contexto, la pregunta que surge es: ¿cómo podemos liderar eficazmente sin perder de vista nuestra propia salud mental?
En su informe “State of the Global Workplace (2020)”, Gallup encontró que los empleados con mayor bienestar tienen hasta un 41% menos de absentismo, un 17% más de productividad y una reducción del 24% en rotación laboral. Es claro, que el bienestar personal no solo impacta nuestra calidad de vida, sino también nuestro desempeño laboral.
Cuando nuestra mente y cuerpo están en equilibrio, tenemos mayor claridad para tomar decisiones, somos más creativas y estamos mejor equipadas para manejar el estrés y las dificultades que el liderazgo conlleva. En mi experiencia, las semanas más productivas no han sido aquellas en las que he trabajado sin descanso, sino cuando me he permitido momentos de pausa, de reflexión y de cuidado personal.
Esta convicción la he trasladado a mi estilo de liderazgo, donde promuevo activamente que el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad. Establecer esta cultura dentro de la organización no es fácil, ya que existe la creencia de que trabajar horas seguidas sin descanso o pausas es igual a ser productivo, lo cual dista de la realidad. Lograr esta conciencia en el equipo genera una mejora en el rendimiento y genera un ambiente más colaborativo y creativo, donde cada persona se siente valorada y apoyada en su bienestar personal.
La realidad es que cuando las mujeres líderes tomamos en serio nuestra salud mental, no solo nos beneficiamos a nosotras mismas, sino que también impactamos positivamente a nuestras organizaciones. Diversos estudios, como “The Future of Jobs Report 2020″, de World Economic Forum o el reporte “Well-being at Work 2021″, de Deloitte; han demostrado que las empresas con un enfoque en el bienestar de sus empleados tienen mejores resultados financieros y niveles de satisfacción más altos. Además, un liderazgo basado en el bienestar tiene un efecto multiplicador: al cuidarnos, inspiramos a otros a hacer lo mismo.
Uno de los mayores retos es desmantelar la creencia de que el autocuidado es egoísta o que resta tiempo a nuestras responsabilidades. Todo lo contrario: el autocuidado es un acto de responsabilidad hacia nosotras mismas y hacia nuestros equipos. Tomarse el tiempo para meditar, hacer ejercicio, o simplemente desconectar para recargar energías, no solo mejora nuestra salud física y mental, sino que también nos hace más resilientes y mejor preparadas para enfrentar los retos empresariales.
Es importante que, como mujeres líderes, abracemos la vulnerabilidad y reconozcamos que no somos invencibles. Esto no es una señal de debilidad, sino de fortaleza. Aceptar que necesitamos tiempo para nosotras mismas es el primer paso para evitar el agotamiento, la ansiedad y otros problemas que pueden afectar gravemente nuestro rendimiento y, por ende, el éxito de nuestras organizaciones. Ser transparentes sobre nuestras necesidades también puede abrir un diálogo más amplio en el mundo empresarial sobre la importancia del bienestar.
Las mujeres que lideramos debemos recordar que el autocuidado no es negociable, sino una estrategia clave para sostener un liderazgo efectivo y humano. Solo cuando priorizamos nuestra salud mental y bienestar podemos verdaderamente dar lo mejor de nosotras mismas y, en consecuencia, ayudar a nuestros equipos a crecer. En este Círculo de Mujeres, quiero invitar a todas a repensar cómo entendemos el éxito: no se trata solo de lo que logramos, sino de cómo lo logramos y de cómo nos cuidamos en el proceso.
Por: Diana Díaz Castilla, Gerente general de Inbiotech