Este martes 19 de marzo, se realizó en SEMANA uno de los encuentros más emblemáticos del año, el ‘Gran Foro Mujeres colombianas, mujeres que inspiran’. Desde hace seis años, el grupo editorial organiza esta cita, que se ha convertido en un referente en los debates públicos y un punto de encuentro para centenares de mujeres líderes. Además, desde comienzos de 2023, lanzó la iniciativa Círculo de mujeres.
La directora de SEMANA, Vicky Dávila, dio inicio al encuentro de este año. Su discurso hizo vibrar a las decenas de asistentes del encuentro. La reconocida periodista habló del liderazgo femenino, y de tantas protagonistas del país y del mundo que han logrado transformar sus entornos y dejar una huella indeleble con sus trabajos.
También habló del rol que cumplen las mujeres en lo cotidiano, especialmente en su rol de madres. Y allí habló de la suya: “Una mujer humilde, de baja escolaridad, como miles en Colombia. Una mujer carente de todo lo económico cuando empezó a levantar a sus tres primeros hijos”.
“Estoy convencida de que, si bien la familia es la gran base de la sociedad, las mujeres son los pilares, los cimientos, la fuerza más poderosa que puede mover el mundo”, concluyó.
Estas fueron sus palabras:
“En el mundo, hay más o menos cuatro mil millones de mujeres. De las cuales casi 27 millones son colombianas.
Estoy segura de que allí hay millones de historias que inspiran, entre médicas, científicas, ingenieras, artistas, políticas, financieras y expertas en bolsa, periodistas y las más altas ejecutivas, pero también las madres más sencillas.
Allí quiero detenerme. En ellas, en ella. En aquellas que lo dieron y lo dan todo por sus hijos. En esas mamás abnegadas que llegan incluso a sacrificar su propia vida por amor.
Así fue y ha sido mi madre, una mujer humilde, de baja escolaridad, como miles en Colombia. Una mujer carente de todo lo económico cuando empezó a levantar a sus tres primeros hijos.
Por su puesto, víctima de la violencia de su marido, mi padre, a quien perdoné y amo. A ella nunca nadie la escuchó. No olvido que siempre que recibía una tunda, cuando todo se calmaba, me llevaba a un rincón y me miraba con sus ojos llenos de lágrimas, mientras yo le miraba aterrorizada y adolorida sus moretones y a veces heridas.
Me tomaba del brazo, se apuntaba a su propia cara con el índice de su mano derecha y me decía: “Estudie para que no le pase esto”. Esa fue una de las lecciones de vida más grandes, aunque dolorosa, que recibí de mi mamá. Así entendí que, siendo mujer, tendría que dar una lucha por serlo y que tendría que estar preparada para defenderme y lograr mis sueños.
Silenciosamente, mi madre resistió durante años la miseria y los golpes en una sociedad machista de pueblo, donde muchas de sus vecinas vivían exactamente lo mismo que ella. Tristemente, era lo normal.
El Estado nunca la miró, nunca la ayudó, nunca le hizo saber que existía, que le reconocía. Sin embargo, por su tenacidad, luchó contra la corriente, se liberó y no solo logró sacar a sus hijos adelante –hoy somos cinco–, sino que siempre nos dio buen ejemplo, nunca tuvo una conducta inmoral o de otro tipo que fuera reprochable y nosotros hemos sido su mayor triunfo.
Estoy convencida de que, si bien la familia es la gran base de la sociedad, las mujeres son los pilares, los cimientos, la fuerza más poderosa que puede mover el mundo.
Ellas son capaces de esperar con infinito amor durante nueve meses por otra vida dentro de sí mismas o simplemente tienen la capacidad de ser madres, esposas y, a la vez, las mejores profesionales.
Las mujeres han tenido conquistas muy importantes en la historia de la humanidad.
Las tuvo Marie Curie, la polaco-francesa que introdujo el concepto de la radioactividad y ganó dos veces el Premio Nobel. Fue la gran impulsora del tratamiento para el cáncer.
Valentina Tereshkova, la soviética que se convirtió en la primera mujer en viajar al espacio.
La madre Teresa de Calcuta, premio nobel de paz, y quien dio una lucha determinante por los más necesitados.
Mujeres que dejaron huella, Frida Kalho, Ana Frank y muchas, muchísimas más, en todos los ámbitos.
En Colombia, hay heroínas históricas como Policarpa Salavarrieta, la Pola, quien ofrendó su vida siendo una guerrera. Cómo olvidar a la dulce y valiente Manuelita Sáenz, mientras hoy hay millones de heroínas anónimas que libran la más dura de las batallas, la de sobrevivir con sus hijos. Y por el mundo van las colombianas Shakira y Karol G.
¡Pero queda tanto por hacer en todo el mundo! ¡Tanto por conquistar! Hasta que todas sean libres y gocen de todos sus derechos.
Estoy segura de que si hiciera aquí un sondeo, todas tendríamos una historia de discriminación que contar, o un mal jefe o compañero que recordar, quizás un mal marido, de esos inolvidables justo por eso, por malos.
Ni qué decir de los insultos que nos llegan a través de las redes sociales. Vieja, gorda, bruta, fea y puta. La clave es descalificar, hundir con estigmas y exigencias superiores a las que se harían a cualquier mortal.
En Colombia, un 40 % de las mujeres vive en pobreza. El desempleo definitivamente golpea más a las mujeres que a los hombres. Las mujeres tienen menos oportunidades que ellos, muchas son cabeza de hogar y la discriminación, el abuso, el acoso laboral y sexual siguen al acecho. Solo en enero, 20 mujeres fueron asesinadas.
Ellas también son las principales víctimas de la violencia intrafamiliar y todavía muchas ganan menos que ellos estando en los mismos cargos.
Es hora de dar ejemplo, quizá empezar por nosotras mismas, pero, eso sí, que den ejemplo ellos, desde los políticos, hasta los compañeros de trabajo y los maridos. ¿Para qué frases melosas en el Día de la Mujer o de la Madre? ¿Para qué las flores? Queremos hechos, queremos que nos reconozcan.
Las mujeres no queremos que nos regalen nada. Solo exigimos lo justo, lo digno. Que nos respeten nuestros derechos.
Durante miles de años ha habido un dominio mayoritariamente masculino en el planeta. Más pronto que tarde, llegará el gobierno mayoritario de las mujeres en el mundo, ellas, que con la sensibilidad de una mamá saben proteger, amar, corregir y guiar.
¡Que vivan las mujeres!