De acuerdo con cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), para el año 2022, en las zonas rurales de Colombia se ubica el 23,7 % de la población del país. Entre la población rural, el 48,2 % son mujeres (equivalente a 5,9 millones de personas, aproximadamente).

Desde hace varios años, Colombia ha sido visto como un país con importante actividad agrícola, especialmente en las regiones. Sin embargo, diversos factores han incidido en que el agro sea un camino difícil, de manera que las condiciones de vida no resultan del todo cómodas.

Si bien la actividad agrícola es uno de los motores de la economía colombiana, aún prevalecen ciertas problemáticas en el sector. En efecto, los temas de género no son ajenos a este campo.

Para entender más sobre los retos que afrontan las mujeres campesinas en Colombia, SEMANA conversó con Camila Aguilar, directora ejecutiva de la Fundación Alpina, quien lidera un ambicioso proyecto enfocado en la mujer rural.

En primer lugar, Aguilar definió a la mujer rural como “el eje de la agricultura familiar y campesina”. Si bien cumple un papel esencial en el hogar, muchas veces es quien también encabeza la actividad agrícola; sin embargo, afronta un amplio listado de retos que dificultan su estabilidad económica.

“Más que retos en la cotidianidad, hay un reto muy puntual y es que esas mujeres son pobres. Para el 2021, de acuerdo con cifras en zonas rurales, el 33,7 % de la población de hogares que tiene jefatura femenina —madres cabeza de hogar— se encontraba en situación de pobreza multidimensional. El reto más grande es la pobreza en sus núcleos familiares. No solo es pobreza monetaria, sino pobreza multidimensional”, expuso Aguilar.

Pero la situación económica de estos hogares no es el único obstáculo. Otro reto tiene que ver con la falta de capacidades. “Como ellas no han sido entrenadas en este tema productivo, si bien sus actividades diarias están relacionadas con el tema productivo, no han sido capacitadas. Nunca son el eje de la economía familiar, ahí tenemos un problema en temas de capacidades”, anotó.

Los retos continúan con el tema de la economía del cuidado, atribuida tradicionalmente a las mujeres, aunque sin un reconocimiento. Según manifestó Aguilar, “dedican altas horas al cuidado del hogar, pero eso no es reconocido como una actividad que les libere recursos a la familia y que permita que se desarrollen otras actividades”.

Las mujeres en la ruralidad no siempre reciben el reconocimiento que merecen. | Foto: Cortesía

“El empoderamiento femenino es lo que permite un cambio en la vida de las mujeres”

En general, el llamado para trabajar por la mujer rural en Colombia está abierto. A manera de ejemplo, Camila Aguilar reseñó el proyecto que desarrollan desde la Fundación Alpina.

“Somos un laboratorio social. Así nos denominamos porque buscamos, a través de proyectos productivos, lograr transformar realidades en comunidades, familias y, por supuesto, de las mujeres que son el centro de estas familias”, expuso.

En la práctica, el ejercicio se basa en crear iniciativas para que las mujeres puedan desarrollar “sus sueños de vida”. Algunas de las regiones donde han tenido incidencia son Barrancas, La Guajira; Cumbal, Nariño, y Patía, Cauca. En los casos de éxito, han consolidado proyectos autosostenibles.

Aguilar resalta la importancia de guiar a las mujeres rurales hacia proyectos que, con el tiempo, se vuelvan autosostenibles. | Foto: Cortesía

“Transformaciones radicales”

La apuesta por las mujeres rurales involucra mucho más que un desarrollo en términos de productividad. Dirigir una huerta o construir una granja de pollos son solo algunas de las actividades que han desarrollado las mujeres rurales que participan en el programa; no obstante, los resultados son más trascendentales.

“Es una de las cosas que cada vez nos sorprende más. Las metas son que aumenten su productividad, que aumenten sus ingresos y eso es lo que buscamos. Pero cuando encontramos sus historias de vida, lo que vemos es que hay transformaciones más radicales. Vemos mujeres mucho más seguras de sí mismas. Buscaban tener un proyecto de vida y poder aportar en el hogar, pero no veían las formas. Cambia completamente la dinámica de relación con hijos, esposo y comunidades. Son resultados que van más allá”, señaló Aguilar en diálogo con SEMANA.

La mujer rural en Colombia. | Foto: Cortesía

¿Por qué es importante trabajar por la mujer rural en Colombia?

A nivel local, mucho se habla sobre apostarle al campo y beneficiar al campesinado colombiano. Sin embargo, vale la pena realizar una lectura más detallada y consolidar programas enfocados en cada grupo poblacional.

En el caso del programa liderado por Camila Aguilar, se ha centrado especialmente en la mujer. “Vamos 15 años trabajando, aunque no necesariamente con mujeres. Teníamos un proyecto lácteo en el Cauca, veíamos cómo el eje era la mujer, pero el beneficiario de las enseñanzas y los talleres eran los hombres. Qué bueno también hacerlo a las mujeres”, explicó.

Finalmente, Aguilar aseguró: “Cuando inviertes en mujeres, sobre todo en rurales, uno más uno no da dos. Lo que buscas es que mejoren ingresos y productividad, los mejoran, pero no solo estás cambiando esas metas específicas, también estás transformando el entorno, estás dando ejemplo a los hijos, estás dando posibilidades para que la gente se quede en el campo, das alternativas a las actividades ilícitas, cambias la dinámica social”.

“Soy una convencida de que invertir en las mujeres rurales y empoderarlas no solo da resultados grandes para ellas, sino para la sociedad”, concluyó Camila Aguilar en diálogo con SEMANA.