“Creo en las segundas oportunidades. Lo aprendí desde hace más de diez años trabajando en las cárceles y quería visibilizar a la población carcelaria, de la que nadie sabe pero que todos juzgan”. Quien lo dice es Johanna Bahamón, quien después de construir una exitosa carrera en el mundo de la televisión, encontró que su verdadera vocación iba por otro camino muy distinto: apoyar a las mujeres que estaban en prisión para que encontraran un propósito de vida.

Un sueño que tomó forma con la creación de Acción Interna, una fundación que nació con el viento en contra, pues la colombiana, en su mayoría, es una sociedad que parece creer que las personas privadas de la libertad no tienen salvación.

Pero Johanna lo ha tenido claro siempre: “Todos hemos cometido errores, todos hemos pedido segundas oportunidades y a la mayoría nos las han dado. Lo único que se necesita para estar en la cárcel es ser libre y cualquiera puede terminar allí por una u otra razón, por eso son necesarias las segundas oportunidades. Además, estar privado de la libertad no significa perder la dignidad”.

Johana Bahamón y sus programas para la población carcelaria en la Fundación Acción Interna | Foto: Cuenta de Instagram @johana_bahamon_

La fundación Acción Interna, de la que Johanna es presidenta, nació hace una década, en 2013. “Yo tuve la oportunidad de conocer una cárcel, de estar en una. Todos sabemos cómo son, pero una cosa muy diferente es estar adentro y ver realmente lo que pasa ahí, cómo duermen, qué comen y sobre todo conocer a esos seres humanos allá adentro. Me di cuenta de que uno puede estar privado de su libertad, pero eso no significa que deba privarse de su dignidad. Lo primero que quiere alguien que va a la cárcel es salir rápido de allí. A mi me pasó todo lo contrario: yo quería volver”, reflexiona Bahamón.

La primera vez que visitó un centro penitenciario lo hizo como jurado de un evento por un popular personaje que en ese momento estaba haciendo en televisión. En esa oportunidad, cuenta, le preguntó a una mujer por qué estaba en la cárcel. “Porque maté a mi marido”, le respondió enseguida. En ese momento se le “pasaron millones de cosas por la cabeza”.

Minutos después, interrogó de nuevo a esa interna, esta vez sobre sus motivaciones para cometer ese asesinato: “Porque lo encontré violando a mi hijo de tres años”. Para ese momento, su hijo Simón también tenía 3 años y de nuevo “se me pasaron una cantidad de cosas por la cabeza, pero esta vez ya fue diferente. Sin justificarla, pude entender lo que esta persona había vivido y la razón por la que estaba allá”.

Desde entonces, esta artista y activista colombiana se ha pasado buena parte de sus días y sus noches explicándoles a todos que las personas privadas de la libertad “necesitan de nuestro apoyo para no reincidir cuando cumplen la condena. Hay que entender que una vez salen de la cárcel pagaron su deuda con la sociedad. Hay que tener la grandeza de otorgar segundas oportunidades”.

Hasta 2020, Bahamón había recorrido con este mensaje 31 cárceles de Colombia, con una labor que ha beneficiando a más de 30.000 personas en todo el país. Y mediante esta loable gestión se han realizado varias ediciones del Festival Nacional de Teatro Carcelario, el cual se presenta al público en el exterior de las cárceles. Un hecho inédito en Colombia.

Pero, lejos de los aplausos, —la revista Forbes la incluyó en la lista de las cincuenta Mujeres poderosas de Colombia en 2020 y ese mismo año obtuvo el premio de Mujer Cafam—, Johanna Bahamón cree más en los pequeños milagros que ha visto florecer entre los muros de esos penales que visita casi a diario: “Nosotros trabajamos en un proceso de crecimiento interno en el que las personas privadas de la libertad se perdonen y se reconcilien con ellas mismas. Ese es el primer paso para que la sociedad y las víctimas comiencen su proceso de perdón y reconciliación”.

Hoy, esta artista está segura de que el país necesita con urgencia transformar sus centros carcelarios, espacios que, dice, deberían estar llamados a la resocialización de quienes han terminado allí por diversos delitos: “Pero acá y en Latinoamérica las cárceles no son lugares productivos y no cumplen con su finalidad de resocializar. El hacinamiento, la falta de salubridad y de oportunidades hacen casi imposible lograr ese objetivo. Las cárceles deben ser lugares de enseñanza y de preparación para la libertad. Ese es uno de los objetivos de nuestra fundación”.