El fin de semana, conversando con mis hijos Nico y Santi, les pregunté sobre su percepción de mi trabajo y de mi vida, y sus respuestas fueron divertidas, conmovedoras y sinceras, como siempre. Les pregunté puntualmente qué creían que hacía en mi trabajo, a lo que ellos respondieron sin dudar: “manejar la plata de Mercado Libre Colombia y Venezuela, estar en muchas reuniones y conversar sobre diferentes temas con las personas”. Esto me causó gracia porque, aunque reconocen la responsabilidad que tengo, identifican también a la mamá que conocen, a quien le encanta compartir y conversar con ellos sobre diferentes temas.
También les pregunté sobre lo que ellos creían que me gustaba más allá del trabajo y pasar tiempo con ellos, a lo que me respondieron “te gusta hacer pilates, nadar y arreglarte las uñas”. Esta respuesta me sorprendió porque es algo a lo que le dedico un porcentaje pequeño en mi vida, pero que hago con constancia y disfruto, y solo alguien que me conozca bien podría decir. Todo esto me llevó a reflexionar sobre el impacto e influencia que tienen este tipo de acciones en la vida de ellos, por más pequeñas que sean, pero que son ejemplo de constancia, equilibrio y amor propio, que se refleja en ellos como su deseo y dedicación por ser deportistas.
Esta conversación con ellos me recordó cuando yo tenía su misma edad, en la que tal vez no tenía tan claro cómo era un día de mis papás en el trabajo, por lo que les pregunté esto mismo a mis hijos y me respondieron con seguridad el nombre de mi cargo y se atrevieron a decir un par de mis funciones. Suena simple, pero sin duda esto es el resultado no solo de los modelos flexibles e híbridos de trabajo, con el que han tenido la oportunidad de ver un día laboral de su mamá, sino de mantenerlos involucrados siempre en mi vida.
Así cómo les pregunto sobre el detalle de sus días en el colegio, les comparto detalles sobre mi jornada laboral: si fue un buen día, un día malo, un día con buenas noticias o un día desafiante. Esto, contrario a las creencias de “no van a entender”, “los vas a preocupar” o “ellos solo quieren jugar”, les permite evidenciar que tienen una mamá de “carne y hueso”, que así como ellos, tiene una variedad de momentos y sentimientos, los cuales es importante aprender a valorar y gestionar.
En nuestra conversación, Nico y Santi me dejaron claro que aman y se sienten felices con la rutina diaria que hemos establecido. Compartimos constantemente alrededor de las comidas, el deporte o a través de la lectura de un libro antes de dormir. Esto ha sido clave para mantener la armonía en casa y para desarrollar bases sólidas que nos permitirán seguir creciendo como familia y como personas, independientemente de las múltiples responsabilidades laborales.
Tanto Nicolás como Santiago valoran que pueda designar espacios fuera del trabajo para poder compartir con ellos. Al preguntarles sobre uno de sus momentos preferidos del día, me contestaron que es cuando nos volvemos a encontrar después del colegio y el trabajo, en donde podemos abrazarnos, jugar, y disfrutar en familia. Este también sin duda es uno de mis momentos preferidos del día. Estar con ellos me llena de felicidad y me recarga de energía.
Ser una Mamá CEO es un desafío gratificante que me ha enseñado la importancia del equilibrio, la flexibilidad y la transparencia en todos los ámbitos de mi vida. A través de esto que comparto, espero inspirar a otras mujeres a perseguir sus sueños profesionales mientras cultivan relaciones significativas con sus hijos y están presentes en sus vidas, asumiendo el rol de madres, pero también reconociendo que los hijos nos escuchan, nos cuidan, nos aconsejan y su compañía es la más sincera y real del mundo. Sinceramente encuentro la verdadera riqueza de la vida en el amor y la conexión que compartimos cada día, tanto en el trabajo como en casa, y soy testigo de que ambas cosas pueden coexistir y llevarnos a donde nuestros sueños nos quieran llevar.
*Por Lina Monsalve, Gerente General de Mercado Libre Colombia y Venezuela