El gesto de José Néstor Pékerman cubriéndose el rostro, como no queriendo ver los cobros de penaltis, es otra de las postales inolvidables que dejó el Mundial de Rusia para los colombianos. Es la angustia del padre de una generación dorada de futbolistas, el hombre que con sabiduría y afecto supo enrutar a un grupo de jugadores con talento incuestionable, que debían aprender a creer en ellos mismos y en la fuerza que, como equipo, podían construir.Pékerman llegó a la selección en un momento difícil, en 2012, tras una escandalosa salida del Bolillo Gómez y un breve paso de Leonel Álvarez. Y llegó para cambiar la forma en que sus jugadores se asumían en el campo. En cuestión de partidos, el fútbol de la selección, en la Eliminatoria, ya era otra. Siempre al ataque, buscando la asociación. Así se logró el regreso a un Mundial que se había esperado durante 16 años.La relación que estableció con sus dirigidos es la de un padre. Se ganó el respeto de ellos a punta de cariño, más que por la autoridad de su cargo. Cuando alguno de sus jugadores pasaba un momento difícil, Pékerman supo rodearlo, llenarlo de confianza y recuperarlo para el juego.Le recomendamos: Colombia dejó el alma en RusiaAsí se consiguió mantener al equipo, con algunas variantes, para las copas América de 2015 y 2016, en las que no hubo buenas presentaciones. Pero la unidad se mantuvo, y la confianza sobre una base de jugadores que nos habían clasificado a Brasil. Entonces se afrontó el reto de repetir Mundial, y se logró, en una eliminatoria apretadísima.La selección llegó a Rusia con luces y sombras. Por un lado, la alegría de que Falcao finalmente debutara en el máximo de los torneos. Pero también con la lesión a última hora de Fabra y las dudas sobre el estado físico de James. De entrada, la expulsión de Sánchez y el gol de Japón al minuto 4 del primer partido, plantearon un escenario adverso. Perdimos al comienzo, pero nos repusimos con las victorias en los dos siguientes.Y para lograr esas dos victorias, la fórmula de Pékerman fue la misma: la confianza. A Sánchez le devolvió la titularidad contra Polonia, y a Mina, tan cuestionado por su desempeño en el Barcelona, lo alineó. En respuesta, se convirtió en el goleador de la Selección en esta copa, en la que anotó tres goles, todos milagrosos y en los momentos más difíciles.En estos 6 años, Pékerman dirigió la tricolor en 75 partidos, entre amistosos y oficiales, y ganó 41. Una impresionante efectividad del 63 por ciento. Se mantuvo en el banco incluso en momentos personales difíciles, como la muerte de su madre. Superó a Maturana y se convirtió en el entrenador, por encima de Maturana, que dirigió más veces a Colombia en un Mundial. Y en el que nos llevó hasta la máxima instancia, los cuartos de final.