Rodrigo Urrego Bautista. Enviado SEMANA Moscú/Rusia.El pasado 19 de junio fue el día en que la Selección Colombia debutó en el Mundial Rusia 2018. La derrota (2-1) frente a Japón en la pequeña ciudad de Saransk terminó siendo una anécdota al lado de la indignación que produjo el video en el que un colombiano, Guillermo Cárdenas, aparecía junto a dos chicas japonesas, y a una de ellas le enseña a decir vulgaridades. “Yo soy una perra”, le pedía que le repitiera.Ese video terminó provocando la reacción de la Cancillería colombiana que calificó la conducta de Cárdenas no solo como “una degradación a las mujeres”, sino un insulto “hacia otras culturas”. El protagonista de este triste suceso grabó un video en el que ofreció excusas, justificando su actuación en un asunto de “tragos en la cabeza”.En Rusia, para los miles de colombianos que ya completan tres semanas acompañando a la Selección Colombia –este martes jugará ante Inglaterra por octavos de final en el estadio Spartak de Moscú- fue un suceso más que doloroso. Ver la forma como las redes sociales y los medios de comunicación hacían viral ese video resultó peor que la derrota contra Japón.Aunque todo el país cerró filas para rechazar una conducta reprochable, lamentaban que eso ocultara la forma como los colombianos han venido enamorando a los rusos y a los ciudadanos de todos los lugares del planeta reunidos en este Mundial con su alegría y la fiesta que provocan en cada lugar donde dejan huella. “Eso si no lo publican en Colombia”, fue un lamento generalizado acá en Rusia.Cristian Gutiérrez, 35 años, y nacido en el corregimiento Cupica, en Bahía Solano, es uno de esos colombianos que desde aquel día han tenido que pagar los platos rotos por el comportamiento aislado de algunos pocos compatriotas. Vale la pena recordar que el mismo día del juego contra Japón, otro colombiano se hizo viral por haber encaletado aguardiente en unos binoculares. Desde entonces, las ‘raqueteadas’ que han tenido que soportar los aficionados de las camisetas amarillas al ingreso de los demás estadios son más propias de una visita a la cárcel que para entrar a un partido de fútbol. A los reporteros gráficos colombianos, incluso, se les obligaba a desarmar las cámaras y destapar sus lentes después de aquel incidente.Cristian vive en Medellín y emprendió la aventura llamada Rusia 2018 junto a su amigo Juan Pablo Alzate. Partieron el 10 de junio por Panamá, hicieron escala en Estambul (Turquía) y llegaron el 11 de junio a Moscú. Desde allí a dónde quiera que vaya la Selección. Son de los colombianos que se han movilizado en tren. De Moscú a Saransk, de Saransk a Kazán y de Kazán a Samara. Este domingo ya se encontraban de vuelta en Moscú después de un viaje de 24 horas metido en un vagón. No tiene boleta para el partido contra Inglaterra. Pese a ello sigue al lado del equipo nacional.En Kazán, cuatro días después del partido contra Japón, Cristian y Juan Pablo vivieron uno de los momentos más emotivos de su viaje, también plagado de anécdotas. El viernes 22 de junio, un día antes del juego contra Polonia, se encontraban en el Fan Fest de la capital tártara viendo los partidos de aquella jornada en la pantalla gigante habilitada para los aficionados. Estaban acompañados de otros colombianos cuando dos mujeres japonesas les preguntaron si podían compartir en la mesa que ocupaban. “Fue una casualidad muy grande”, relata Cristian. “Ellas llegaron, les abrimos espacio, y una de ellas sacó de su cartera papel higiénico y se fue, por lo que pensamos que iba al baño. Le preguntamos a la amiga si ella iba al ‘Toilet’, entonces le gritamos y le hicimos señas porque iba caminando para otro lado. Al rato volvió, charlamos como media hora en inglés. Yo no es que lo sepa hablar pero ahí pataleo. En esas una de ellas nos mostró el video y dijo: ‘esa soy yo’…”.“… Cuando volvimos a ver el video la pena que sentimos fue muy grande. Le enseñamos algunas palabras en español, ellas se reían y al final quisimos ofrecerles disculpas por el comportamiento de un paisano. Grabamos un video y ella buscó en el Google Traductor y escribió unas palabras en español: ‘te disculpo y así te perdonaré’. Éramos varios los colombianos que estaban en el lugar y cuando nos perdonó aplaudimos y todos nos abrazamos y empezamos a gritar ‘Colombia, Colombia; Nipón, Nipón’…”.“… Ellas fueron súper amables, nada de rencores, repetían que Colombia y Japón eran amigos. Esa gente tiene una cultura de admirar”, dice Cristian.Estos dos colombianos, que se pusieron la 10 para limpiar el nombre de Colombia, conservaban el video como recuerdo, pero ante la insistencia de SEMANA decidieron compartirlo para que en Colombia fueran testigos de este emotivo momento. Esta revista se abstiene de publicar el nombre de su nueva amiga, la japonesa que perdonó a Colombia, porque ella misma pidió que no se divulgara su identidad en las redes sociales.