La semana pasada, cuando el último soldado americano se retiraba de Afganistán y el país quedaba sumido en el caos, el planeta parecía vivir un déjà vu. La guerra contra el terror emergía de nuevo, los enemigos de Occidente se jactaban de su triunfo, y al llamado mundo libre regresaba el miedo que se impuso desde el 11 de septiembre de 2001.

Más de 3.000 personas murieron ese día en un ataque terrorista que se vio minuto a minuto en la televisión. Cuatro aviones secuestrados, dos de ellos estrellados por atacantes suicidas contra las Torres Gemelas, uno de los emblemas de Manhattan. Otro, contra el Pentágono, y uno más, en una zona boscosa de Pensilvania. Muchas historias de dolor y de heroísmo. La guerra vino después y el cambio completo del tablero de ajedrez. Diez hitos que han marcado esta tragedia.

Los atentados del 11 de septiembre no solo dejaron más de 3.000 víctimas mortales, sino una herida en la sociedad que aún no sana. | Foto: 2001 AP

1. ¿Se perdió la guerra?

La dramática retirada de Estados Unidos de Afganistán es un giro inesperado y triste que coincide con este aniversario. El hecho de que Al Qaeda, el principal enemigo de Occidente, gane el poder en Afganistán, tras 20 años de guerra y un billón de dólares americanos invertidos, no deja de ser una paradoja.

“Lograron matar a Osama bin Laden, pero, si el objetivo era acabar con el yihadismo transnacional, es un fracaso total”, dijo Abdul Sayed, experto sueco en terrorismo. Sin embargo, hay un hecho incontrovertible: nunca algo así volvió a ocurrir. Según el Pew Research Center, desde allí se vive una paradoja: “No ha habido ataques terroristas en la escala del 11 de septiembre en dos décadas, pero, desde la perspectiva del público, la amenaza nunca ha desaparecido por completo”.

2. El terrorismo se globalizó

“El 9/11 elevó el terrorismo a fenómeno de escala mundial, alineando todas las fuerzas para perseguirlo y combatirlo. Nos embarcó en una poco rigurosamente llamada ‘guerra contra el terrorismo’, que 20 años después todavía sigue estando latente en escenarios como Afganistán, Siria o Irak”, explicó el profesor de derecho internacional de la Universidad de La Sabana, Carlos Arévalo.

Antes del 9/11, el yihadismo, además, se entendía solo en una cabeza: Al Qaeda. Pero ahora hay otra más tenebrosa: Estado Islámico. Esa nueva pata tiene algunos elementos muy preocupantes. Primero, su obsesión por generar morbo mundial al transmitir sus ataques en directo, con degollados, quemados vivos y otros actos crueles incluidos. Segundo, su poder de conquistar jóvenes incautos en Europa dispuestos a dar la vida por ellos.

3. Los grupos terroristas hacen metástasis

El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) de Washington estimó en 2018 que el número de grupos activos (67) estaba en su nivel más alto desde 1980. En cuanto a la cifra de combatientes, varía, según las fuentes recopiladas por el CSIS, entre 100.000 y 230.000.

Esto supone un aumento del 270 por ciento en comparación con las estimaciones de 2001 cuando comenzó la guerra de George W. Bush. “El terrorismo internacional tomó forma”, explicó el excanciller Julio Londoño Paredes, quien aseguró que desde allí muchos métodos del terrorismo islámico se han utilizado en el mundo entero, incluida Colombia.

4. No solo se perdió en Afganistán

Estados Unidos entró a derrocar dictaduras en Oriente, pero al final el balance es agridulce. En Irak tumbó a Sadam Huseín en 2003. Eso que se veía como un logro, hoy se registra también como que “permitió que Al Qaeda resucitara, lo que sentó las bases para la creación del Estado Islámico”, afirmó Seth Jones, experto en terrorismo del CSIS.

En Siria y en Yemen las cosas también salieron muy mal. Hoy el yihadismo está muy extendido en otros continentes, incluido África. Eso para no hablar de los llamados “lobos solitarios”, que solos y representando a extremistas religiosos ejecutaron atentados en Europa.

5. Demonizó al islam

La revista Foreign Policy asegura que el 9/11 cambió para siempre la relación del planeta con el islamismo y el mundo árabe. Desde allí, esa comunidad fue tratada con el principio de ser culpables hasta no demostrar su inocencia.

“El 9/11 visibilizó el fundamentalismo islámico, despertando prevención, desconfianza y, lastimosamente, en algunos casos, hasta desprecio por los musulmanes, quienes no tienen nada que ver con la manera retorcida como una infinita minoría ha interpretado erróneamente las nobles enseñanzas del islam”, agregó el profesor Arévalo.

Nueva York evidentemente también tuvo que cambiar después de los atentados a las Torres Gemelas. Foto: iStock

6. ¿Sigue mandando el Tío Sam?

Tras 20 años de guerra, los aliados de Estados Unidos y sus ciudadanos hoy ven el papel del Tío Sam con desconfianza. En el país, dos tercios creen que la lucha contra el terrorismo no valió la pena, y ocho de cada diez piensan que todo cambió para ser peor. “El estado de ánimo nacional de fatiga y apatía es una mala guía para el futuro papel de Estados Unidos en el mundo.

Sus capacidades siguen siendo formidables y su estrategia puede modificarse para el siglo XXI, siempre que se extraigan las lecciones correctas de la era posterior al 11 de septiembre”, advirtió la revista The Economist. El excanciller Londoño agregó que estos 20 años y en especial Afganistán también demostraron que sin Estados Unidos las otras potencias occidentales no logran sostener una causa semejante.

7. Las víctimas invisibles

Además de las víctimas fatales de este día, el 11 de septiembre produjo una estela de muerte por las enfermedades que desarrollaron quienes participaron en los rescates o vivían cerca. Estados Unidos ha recibido 67.000 reclamaciones, la mayoría de pacientes con cáncer. De estas, 3.900 aseguran que su familiar falleció por cuenta de esos males.

Los efectos psicológicos son aún más grandes. “Los ataques causaron un devastador costo emocional”, aseguró el Pew Research Center. Documentó que el 70 por ciento de los norteamericanos aseguraron tener síntomas de depresión por ese suceso, y una tercera parte sintió por años que algo así podría ocurrir en cualquier momento.

8. ¿Quién cuidará del mundo?

Hoy no está claro quién debe velar para que se respeten los derechos humanos en todo el globo. Tras Afganistán, la ONU y la Otan quedaron maltrechas. Según John Bolton, ex asesor de seguridad de Estados Unidos, en la guerra “20 años eran una gota en un océano” y la presencia en Afganistán era una “póliza de seguro contra un nuevo 11 de septiembre, y funcionó”.

El hecho de que millones de mujeres pierdan sus derechos ante los ojos del mundo es aterrador. Tony Blair pidió que incluso enemigos de antaño se unieran para enfrentar este extremismo. “Las principales potencias deben unirse para desarrollar una estrategia consensuada”, insistió, subrayando que China, Rusia y muchos países musulmanes también tienen interés en contrarrestar el islamismo radical.

9. Todo cambió, realmente todo“

El 11 de septiembre cambió el mundo de manera demostrable, masiva y desgarradora. Pero el efecto dominó también alteró nuestras vidas de maneras sutiles y que a menudo se pasan por alto”, señaló The Washington Post en un informe en el que cuenta cómo esta tragedia transformó la política, la economía, el poder, pero también la televisión, la fotografía, el periodismo, la cultura, la educación, las artes y hasta el humor.

10. Un futuro incierto

Hasta ahora, la guerra había sido el más poderoso instrumento de cambio cuando todo había fallado. Luego del 9/11, esa voluntad colectiva de Occidente para ir a resolver los problemas que se gestaban en países lejanos se quebró.

“Pero el mundo libre debe considerar qué puede reemplazar el poder militar para evitar que un dictador use armas químicas, para evitar que los vigilantes religiosos decapiten a las mujeres o para proteger a las minorías de los genocidios”, puntualizó Foreign Policy.