El dicho de que “primero cae un mentiroso que un cojo” aplica sin temor a equivocaciones para un hombre británico, de 39 años, quien fingió durante casi 10 años que tenía cáncer terminal. Con el tiempo la mentira terminó destapándose y en su mismo núcleo familiar.

El protagonista de esta peculiar historia es David Carroll quien mantuvo durante un periodo considerable una vida de comodidades, basada en una enfermedad que realmente deja miles de muertes (anualmente) en el mundo. Concretamente, este individuo fingió que sus días “estaban contados” al padecer leucemia.

El hombre conoció a Lucy Witchard (su esposa) en 2006, momento desde el cual le comentó del supuesto cáncer. Cinco años más tarde se casaron y lo que parecía un “idilio de amor” terminó por llevar a una cadena de sucesos que empezaron a generar las primeras sospechas.

Una serie de excusas

Una de las incongruencias que comenzó a encontrar su pareja era el rechazo de Caroll para ser acompañado a los controles médicos. Según él, era preferible que siempre fuera solo para no agobiarla con su padecimiento; pues pese a la insistencia no permitía que se conociera mayor detalle.

El nudo empezó a hacerse más grande hasta que llegó el punto en el que la “cuerda” que sostenía esa mentira terminó por reventarse y acabó hasta con su matrimonio. El detonante para romper la relación fue el robo del que habría sido objeto la madre de Witchard. Pues, con la excusa de someterse a nuevos tratamientos en Estados Unidos, este hombre logró que su suegra le entregara unos 2.600 dólares (casi 13 millones de pesos colombianos).

Se rompió la cadena de mentiras

En entrevista con la cadena BBC, Witchard dijo que cuando, quien ahora es su exesposo, estaba supuestamente sometiéndose a estudios y alternativas más avanzadas para tratar su cáncer, realmente disfrutaba de unas vacaciones.

“Incluso hizo que un colega suyo llamara haciéndose pasar por su doctor”, aseguró al medio británico y agregó: ”después de esa llamada, supe que nuestro matrimonio había acabado”. La mujer confesó sentirse “increíblemente herida y enfadada” porque aseguró que él le había “robado una gran parte de su vida”.

Al verse descubierto, el inglés no tuvo una salida diferente a la de confesar que nunca tuvo leucemia y que todo hacía parte de una estrategia que, por años, lo mantuvo en una burbuja llena de lujos.

Un compañero del equipo de rugby al que pertenecía Carroll también dijo a BBC que el grupo había sido engañado, pues le entregaban alimentos al enterarse de su supuesta enfermedad.

Jonathan Hunt, miembro del Aylestone Athletic RFC, aseguró a ese medio que “Carroll se había impuesto el reto de correr siete maratones en siete días, pero luego no pudo porque, según dijo, su enfermedad estaba empeorando”. Hunt añadió que “el club organizó dos eventos para recaudar fondos que incluían una carrera para apoyar a Carroll y a los enfermos de leucemia”.

¿Y el tiempo perdido?

Los años que su esposa y el círculo más cercano de este hombre pasaron a su lado son algo que no podrán recuperar. Sin embargo, El inglés no pudo continuar “saliéndose con la suya”, pues la justicia le impuso una sanción de 180 horas en actividades comunitarias.

En octubre de 2018 (hace poco más de cuatro años), Carroll fue sentenciado a una pena suspendida en la cárcel de 26 semanas por cometer fraude y tuvo que responder también con una indemnización de 2.600 dólares (más de 12 millones de pesos colombianos).