Este viernes 26 de mayo, México se sorprendió con un dramático video por las redes sociales. La agente Viridiana Hernández Rodríguez apareció en su patrulla haciendo graves denuncias y amenazando con dispararse.
“Si no vienen me voy a quitar la vida aquí mismo y con mi arma de cargo y estoy hablando en serio”, dijo Hernández, con lágrimas en los ojos y muy alterada, durante un video en vivo de Facebook.
Mientras decía estas palabras enseñaba su arma y luego empezó a solicitar la presencia de varias autoridades.
¿Qué la puso en ese estado? Según sus propias palabras, el acoso laboral que sufre por parte de algunos altos mandos militares con quienes trabaja en el cuerpo policial.
Aquí se puede ver el video:
“Y no deja de estarme hostigando, pero no tienen ni siquiera los malditos pantalones para escucharme como elemento, ni como ciudadana tengo voz ni voto”, se quejó.
“Estoy cansada, todos los mandos aquí son de chocolate, nadie puede dar solución de nada, no estoy bromeando, quiero que venga Vilchis, quiero que venga el fiscal, que no estoy bromeando, si es necesario que me quite la vida, aquí lo voy a hacer y si con eso las autoridades se van a poner a trabajar me quedo satisfecha y me voy en paz, porque yo no le hecho nada a nadie, nada. Lo único que estaba haciendo era defenderme y siguen y siguen demostrándome que ellos tienen más poder”, prosiguió en sus descargos.
Las personas a las que nombra son Fernando Vilchis, el alcalde de Ecatepec, y el fiscal general José Luis Cervantes Martínez.
El caso no resultó nada nuevo para la asociación civil Causa en Común, que hace poco llevó a cabo una investigación para determinar los obstáculos y problemas que enfrentan las mujeres policías en el país.
El estudio fue motivado por las pocas posibilidades que tienen de ascender en las filas policiales y por las frecuentes denuncias sin solución, como la de la agente Hernández.
Las 300 encuestas entre mujeres vinculadas a estos cuerpos, arrojaron que siete de cada diez de ellas sufrieron violencia de género a su paso por la academia y cuatro de cada diez admitieron haber sido víctimas o testigos de algún tipo de discriminación o acoso dentro de las instituciones policiales.
También las hubo que alegaron haber sido discriminadas por su peso corporal, su color de piel o por estar embarazadas.
Una de las entrevistadas pintó el complejo panorama en cuanto a ascensos: “Somos un poquito más marginadas en cuanto a lo laboral… porque te menosprecian, piensan que, porque eres mujer, eres el sexo débil”.
Otras lo dijeron más escuetamente: no las consideran capaces de estar al mando de la policía.
También es común que sus colegas las marginen de las operaciones, pues prefieren trabajar con hombres.
Por todo eso, tres de cada diez mujeres policía justificaron no sentirse muy motivadas para pedir ascensos.
Además, aseguraron que las pruebas no suelen ser equitativas y los evaluadores e instructores se guían por sus perjuicios.
Las voluntarias del estudio de Causa en Común aseguraron que cuando se presentan quejas como la de Viridiana Hernández, los directivos de la policía no las toman en serio. Tampoco hacen nada cuando sus compañeros de la fuerza les pegan.
Otro grave problema de las mujeres policía en México, como Viridiana Hernández, es el acoso sexual, denuncias que tampoco son valoradas por los directivos, quienes mucho menos las ayudan cuando aquellos compañeros con quienes han tenido relaciones.
El estudio también puso al descubierto violaciones, manoseos, piropos indebidos, insinuaciones sexuales e insultos a las policías durante su periodo de formación.
En cuanto a la agente Hernández, no cumplió con sus amenazas, sino que entregó el arma cuando así le fue requerida por la Célula Violeta, un equipo interdisciplinario de ayuda a mujeres, el cual acudió a atenderla por petición del área de Asuntos Internos de la policía.
Puesta a salvo, fue trasladada al Instituto de Seguridad Social de México y Municipios, con el fin de que recibiera atención previa a la evaluación psiquiátrica.
Hernández, que estaba adscrita al Agrupamiento de Puntos Frontera y Prevención del Delito fue separada de sus funciones, para prevenir cualquier riesgo contra los ciudadanos y ella misma, concluyó El Universal.
En redes sociales como Twitter, Hernández recibió mensajes de solidaridad. “A ver si esta vez le hacen justicia. Los mandos policiales no aceptan que comenten equivocaciones”, dijo un internauta.
Otras opiniones expresaron su inconformismo con que la hayan enviado al psiquiatra, lo que para muchos le restó importancia a las denuncias que la habrían llevado a una actitud tan desesperada.