Decenas de personas han muerto o han resultado heridas este viernes a causa de la explosión de una bomba en una mezquita chií en la provincia afgana de Kunduz, situada en el norte del país, según han confirmado las autoridades locales.

La explosión ha tenido lugar durante los rezos del viernes y, según testigos citados por la cadena de televisión afgana Ariana, se había saldado con alrededor de 50 víctimas, entre muertos y heridos, sin que por el momento haya un balance oficial.

Por ahora ningún grupo ha reclamado la autoría del ataque, si bien Estado Islámico ha asegurado estar detrás de varios atentados durante las últimas semanas, incluido el perpetrado el domingo en una mezquita de Kabul durante el funeral de la madre del portavoz de los talibán, Zabihulá Muyahid.

El propio Muyahid ha negado este viernes que el grupo yihadista suponga “una amenaza” y ha resaltado que es más bien “un dolor de cabeza”. “Genera dolores de cabeza en algunos lugares pero es inmediatamente eliminado tras cada incidente”, ha valorado.

Las autoridades talibán han anunciado durante las últimas semanas la muerte y el arresto de varios supuestos miembros del grupo yihadista, que considera a los talibán unos traidores a la ortodoxia de la ‘sharia’ o ley islámica y defienden una interpretación mucho más dura.

Imágenes compartidas en las redes sociales, que no pudieron ser verificadas inmediatamente, mostraban varios cuerpos ensangrentados tendidos en el suelo.

El ataque no ha sido reivindicado hasta el momento, pero el grupo yihadista Estado Islámico, rival de los talibanes, ha perpetrado actos similares en las últimas semanas.

La explosión se produjo durante la oración de mediodía, la más concurrida de los viernes, día de descanso musulmán y los testigos describieron escenas atroces.

“Vi al menos 40 cadáveres”, dijo un comerciante local, Zalmai Alokzai.

Los chiitas representan el 20 % de la población de Afganistán. Muchos de ellos son de la etnia hazara, perseguido en el país durante décadas.

Los talibanes, que retomaron el poder en Afganistán, son objeto de un odio permanente por parte del grupo yihadista EI, que Estados Unidos ve como una amenaza para los miles de afganos desesperados por huir de Kabul.

¿Qué es el Estado Islámico-Khorasan?

Meses después de que el EI declarara un califato en Irak y Siria en 2014, antiguos talibanes pakistaníes le juraron lealtad y se unieron a otros militantes en Afganistán para formar un capítulo regional. La dirigencia central del Estado Islámico reconoció formalmente al grupo un año después de que se instalara en el noreste de Afganistán, en las provincias de Kunar, Nangarhar y Nuristán.

También estableció células en otras partes de Pakistán y Afganistán, incluyendo Kabul, según monitores de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Las últimas estimaciones de su fuerza varían de miles de combatientes activos hasta 500, según un informe del Consejo de Seguridad de la ONU divulgado en julio.

“Khorasan” es un nombre histórico de la región que incluye partes de lo que actualmente es Pakistán, Irán, Afganistán y Asia Central.

¿Qué tipo de ataques perpetra?

El EI-K reivindicó algunos de los ataques más mortíferos de los últimos años en Afganistán y Pakistán. Masacró civiles en ambos países en mezquitas, santuarios, plazas y hospitales. El grupo, sunita extremista, ha atacado sobre todo a musulmanes que considera herejes, en particular a los chiitas. En agosto de 2019, reivindicó un atentado contra los chiitas en una boda en Kabul, en la que murieron 91 personas.

Además, se sospecha que perpetró en mayo de 2020 en Kabul un ataque que estremeció al mundo. Hombres armados abrieron fuego en el seno de un barrio mayoritariamente chiita, donde mataron a 25 personas, entre ellas 16 madres y recién nacidos. En las provincias en las que se implantó, su presencia dejó profundas huellas. Sus hombres mataron a tiros, decapitaron, torturaron y aterrorizaron a los aldeanos, así como dejaron minas por todas partes.

¿Cuál es la relación del EI-K con los talibanes?

Aunque ambos grupos son militantes islámicos sunitas de línea dura, también son rivales y difieren en detalles sobre religión y estrategia, y cada uno dice ser el verdadero estandarte de la yihad. En una muestra de su enemistad, los comunicados del EI se refieren a los talibanes como apóstatas.

El EI-K se enfrentó a la represión de los talibanes contra sus disidentes y no pudo extender su territorio, tal y como consiguió hacer el grupo en Irak y Siria. En 2019, el ejército gubernamental afgano, después de operaciones conjuntas con Estados Unidos, anunció que lo derrotó en la provincia de Nangarhar.

Según evaluaciones de Estados Unidos y de la ONU, el EI-K operó desde entonces en gran medida mediante células durmientes en las ciudades para perpetrar ataques mediáticos.

Con información de Europa Press y AFP.