Un buzo que se gana la vida cazando langostas en la zona conocida como Cape Cod terminó convertido en la presa de una enorme ballena jorobada, la cual casi lo convierte en su almuerzo.
Michael Packard estaba buceando en la costa de Provincetown, Massachusetts, el viernes, cuando el cetáceo lo sorprendió.
“Me sumergí a unos 13 metros en el agua y mientras nadaba sentí de repente un golpe muy fuerte. De inmediato todo se oscureció”, le relató Packard a la cadena televisiva WBZ, de Massachusetts.
“Pude sentir que mi cuerpo se movía involuntariamente, presionado por algo, y pensé: “Dios mío, ¿me acaba de morder un tiburón?’”.
“Luego palpé y me di cuenta de que no había dientes y realmente no había sentido un gran dolor”, continúa el relato de Packard. “Y luego me di cuenta de la verdad: Dios mío, estoy en la boca de una ballena. Estoy en la boca de una ballena y está tratando de tragarme”.
Por fortuna –cuenta– aún tenía su máscara de buceo y su tanque de oxígeno consigo, aunque estuviese dentro del cuerpo de la ballena.
“Una de las cosas que pasaron por mi mente fue: ¿y si me traga, y aquí estoy, estoy respirando aire. ¿Y voy a respirar en la boca de esta ballena hasta que se acabe el aire?”.
Basado en su experiencia de décadas como buzo profesional, Michael estaba seguro de que no sobreviviría a esta experiencia. “Me dije a mí mismo: está bien, esto es todo. Voy a morir. Pensé en mis hijos y mi esposa”.
Después de aproximadamente 30 segundos dentro de las fauces del mamífero, el buzo cuenta que la ballena emergió rápidamente y lo escupió.
“De repente, subió a la superficie, expulsó y comenzó a sacudir la cabeza”, dijo Packard. “Me lanzó al aire, caí en el agua y fui libre y floté ahí. No lo podía creer, no podía creer que salí de eso. Y estoy aquí para contarlo”.
Un compañero de tripulación sacó a Packard del agua, lo llevó rápidamente a tierra para ser trasladado a un hospital cercano.
La bióloga Jooke Robbins, directora de estudios de ballenas jorobadas en el Centro de Estudios Costeros en Provincetown, dijo que el inusual encuentro probablemente fue un accidente.
“Realmente no vemos a las ballenas jorobadas haciendo algo como esto. Creo que fue una sorpresa para todos los involucrados”, aseguró al noticiero norteamericano.
Robbins indicó que las jorobadas a menudo se involucran en la llamada alimentación por embestida, en la que una ballena que se mueve rápidamente tratando de recoger una gran cantidad de comida.
Añadió que era poco probable que se hubiera tragado a Packard, ya que a pesar de sus enormes bocas sus gargantas no son lo suficientemente grandes como para que una persona entre. Packard estaba en peligro real, no por la garganta de la ballena, sino por la presión del aire en sus propios pulmones cuando la ballena emergió para escupirlo.
“Si llega a la presión atmosférica y contiene la respiración, podría desarrollar una embolia”, explicó la doctora.
Tanto expertos como curiosos coinciden en que la suerte o la providencia salvaron a este buzo, pues no existe una técnica de supervivencia para este tipo de situaciones.