Un escándalo sin precedentes se vive en Argentina por cuenta de las acusaciones de violencia de género contra el expresidente Alberto Fernández por parte de su expareja Fabiola Yáñez. Fotos, chats, testigos y documentos enlodan al exmandatario, que hace apenas unos meses condenaba el maltrato físico a las mujeres y posaba de feminista, aunque escondía detrás de sí una faceta totalmente oscura y desconocida.
Todo comenzó en junio, cuando a la secretaria del expresidente le fue secuestrado su teléfono en medio de peritajes para investigar casos de corrupción, pero en los mensajes había pruebas del maltrato. Un par de meses después, pensando en lo ocurrido, Yáñez decidió interponer la denuncia contra el expresidente Fernández por violencia de género. Solo en ese momento empezó a conocerse la naturaleza de las graves imputaciones contra el exmandatario. ¿De qué se lo acusa?
Yáñez era la tercera pareja del expresidente cuando iniciaron su relación en 2016. La mujer tenía 35 años y el dirigente político de izquierda, 59. A pesar de la diferencia de edad, la unión empezó con mucha ilusión para la que se convertiría en primera dama y al poco tiempo quedó embarazada. A pesar del entusiasmo inicial, Fernández acabó con sus sueños y solo recibió “desprecio y rechazo”, y después de intensas presiones la obligó a abortar. “Hay que resolverlo, tenés que abortar”, le dijo a su pareja, según el testimonio de la víctima.
“Se trata de alguien que fue presidente, votado por una cantidad importante de argentinos y gobernó el país durante cuatro años. Que haya ejercido violencia de género por supuesto que después será determinado por la justicia. Porque, además, tiene que ver con el mensaje que se va hacia la sociedad cuando uno es presidente. Más allá de las cuestiones de la vida privada, tiene que ver con la responsabilidad pública que uno tiene siendo presidente. Si él ejerció violencia contra su pareja, eso es una muy mala señal a la ciudadanía”, le dijo Daniel Lipovetzky, exdiputado argentino, a SEMANA.
Luego, en 2021, hubo otros casos de maltrato registrados en fotos tomadas por la mujer. Inicialmente, moretones en los brazos y el cuello luego de que Fernández, ya presidente, la sujetara con fuerza. Pero una de las imágenes más impactantes fue la de un ojo morado en la entonces primera dama, resultado de un puño que el mandatario le propinó en reclamo por la fiesta organizada en la residencia presidencial durante la pandemia.
“Habíamos discutido antes, mucho, como ya era habitual, y como cierre de la discusión me pegó desde su lado de la cama un terrible golpe de puño. Grité y le dije: ‘Qué me hiciste’. Pero nada, se dio vuelta y con ese golpe terminó la discusión”, narró la mujer en declaraciones a la Justicia. De inmediato, el juez se preguntó por qué la seguridad de la primera dama no hizo nada frente a los maltratos. Además, se conoció que tuvo que usar grandes cantidades de maquillaje para tapar las marcas de los golpes.
Uno de los hechos más repudiables fue cuando, en agosto de 2021, Fernández le dio una patada en el estómago aun sabiendo que podría estar embarazada. En 2022 nació el hijo fruto de la unión con el entonces presidente, pero, a pesar de ello, los maltratos volvieron al poco tiempo y la situación fue más escabrosa.
En los últimos meses de la presidencia de Fernández, la convivencia en la Quinta de Olivos, la residencia presidencial, era de terror para Yáñez. Ante la debacle política, era usual que el mandatario llegara al recinto de huéspedes dando portazos y lanzando insultos. Allí se había mudado Yáñez junto con su hijo y su madre tras separarse del presidente.
Antes de la etapa final, cuando Fernández volvía de la sede de gobierno, la Casa Rosada, era frecuente que en horas de la noche hablara con Yáñez y la golpeara con la mano abierta. En los chats, la mujer mostró cómo vivía con los habituales maltratos del presidente. “Esto no funciona así, todo el tiempo me golpeás. Es insólito. No puedo dejar que me hagas esto cuando yo no te hice nada. Y todo lo que trato de hacer con la mente centrada es defenderte y vos me golpeás físicamente. No hay explicación”, le reclamó.
Fernández, al tener que confrontar a su pareja por mensajes en horas de la madrugada, intentó hacerse la víctima. “Pero dejá de discutir. Al final terminamos peleados nosotros por todos los demás. Por favor. Vení”, a lo que Yáñez le respondió que no iría con él porque la volvería a golpear.
“Venís golpeándome hace tres días seguidos”, le dijo la mujer, y el mandatario evitó cualquier responsabilidad. “Me siento mal. Me cuesta respirar. Por favor, pará. Me siento muy mal”, decía en los chats en los que su esposa mostraba los moretones que dejaban las agresiones.
Por estas denuncias, los mismos aliados de Fernández lo han dejado solo. “Me llamó por teléfono para explicarme que él nunca había ejercido la violencia, que era una maniobra contra él, que era incapaz de hacer eso. Hablamos media hora por teléfono, la cosa quedó ahí hasta que aparecieron los videos y las fotos. Y, la verdad, me sentí profundamente estafado y traicionado, porque allí se ve claramente como él ejerce la violencia contra su compañera. Sentí mucha indignación. Más que una diferencia política, es una diferencia moral con él”, narró el dirigente político Luis D’Elía, cercano al exmandatario.
Las críticas al expresidente han llegado a extremos. “Alberto Fernández, si tuviera un poco de dignidad, tendría que encerrarse en su dormitorio, hacer una carta para pedirle perdón a Fabiola, a sus hijos, a sus compañeros de militancia política, al país, al pueblo argentino y pegarse un tiro en la cabeza”, dijo D’Elía sobre el mensaje que le envió a Fernández. Luego recibió un duro reclamo del expresidente, quien intentó hacerse la víctima nuevamente.
Por ahora, Fernández enfrenta un duro proceso penal en Argentina, donde las acusaciones en su contra podrían llevarlo a la cárcel por un periodo no menor de dos años, según analistas penales. Esto, sin contar los agravantes, como la presencia de un menor de edad o su mismo cargo como presidente. La Justicia tendrá que determinar la culpabilidad del exmandatario, aunque con las pruebas que existen es difícil que se salga con la suya.