El alcalde de São Paulo, Bruno Covas, de 40 años, enfrenta al mismo tiempo al cáncer que le valió varias hospitalizaciones y la propagación del coronavirus en la capital económica de Brasil, bajo la presión del presidente del ultraderecha Jair Bolsonaro, que relativiza la crisis. Desde su despacho, donde instaló su cama y una mesa de noche, Covas se declara disponible las 24 horas del día para atender la emergencia sanitaria de su ciudad de 12,2 millones de habitantes. Fue diagnosticado con cáncer el año pasado. Dos tumores, en el cardias y el hígado, desaparecieron con quimioterapia. Empezó a ser tratado con inmunoterapia por un tercer tumor en los ganglios linfáticos el 26 de febrero, cuando São Paulo registraba el primer caso de covid-19 en Brasil.
"No pensé en dejar la Alcaldía porque en ningún momento los médicos dijeron que era necesario", dice Covas en entrevista con la AFP en una de las salas de la sede de Gobierno. Su delgadez, la ausencia de cabellos que comienzan a crecer y la palidez de su tez retratan su lucha personal contra el cáncer. Vestido de negro y con una máscara facial ceñida, ofrece respuestas sucintas y concretas. Reconoce su frustración ante la reticencia de los paulistas a respetar las medidas de confinamiento, pese a que el nuevo coronavirus ya dejó en su ciudad más de 3.000 muertos, de un total de 21.000 en Brasil y unos 40.000 casos de contagio.
"Pero al mismo tiempo es gratificante ver que unas 6 millones de personas las respetan", afirma, resaltando las estimaciones de un índice de aislamiento del 50 % en la ciudad, en cuarentena parcial desde el 24 de marzo. El mayor desafío, subraya, es convencer a la población de la necesidad del aislamiento. "Estamos hace casi dos meses en cuarentena, cada día que pasa es un día de sacrificio extra que pedimos", subraya. Covas considera, sin embargo, "inviable" decretar un confinamiento total en la capital del estado más rico y poblado del país, sin alinearse con otras autoridades locales y estatales "debido a que São Paulo es una ciudad muy conectada con los municipios vecinos". A pesar de la situación, el alcalde afirma que la ciudad "está atravesando esta crisis en una situación mejor que otras grandes capitales". Una de sus prioridades es garantizar atención médica para todos los paulistas, algo que afirma haber conseguido hasta ahora.
Pero el sistema de salud se acerca a su límite, con un 88 % de ocupación de las unidades de cuidados intensivos en la región metropolitana de São Paulo, según números oficiales. Covas destaca la búsqueda de alternativas para ampliar la estructura hospitalaria. La Alcaldía inauguró dos hospitales de campaña que atienden en total a unos 2.500 pacientes de covid-19 y ha incorporado cientos de plazas a las ya existentes. Ahora busca un acuerdo con los mayores hospitales privados para disponer de más cupos. "Muy perjudicial" La Alcaldía funciona en el imponente y céntrico edificio Matarazzo, de quince pisos, coronado por una enramada de árboles y plantas, donde Covas pasa la mayor parte del tiempo y recibe algunas veces por semana a su hijo de 14 años, de cuya madre está divorciado. Solo sale para visitar hospitales o reunirse con autoridades, como João Doria, el gobernador de São Paulo, con quien mantiene un estrecho alineamiento.
Fue cuando Doria abandonó la alcaldía en abril de 2018 (para disputar la Gobernación del estado), que Covas, su vicealcalde, asumió el timón. Formado en derecho, el nieto de Mario Covas (1930-2001), uno de los políticos más influyentes de Brasil, inició tempranamente su carrera, ganando su primera elección en 2006 como diputado en la Asamblea de São Paulo por el Partido de la Social-Democracia Brasileña (PSDB, del expresidente Fernando Henrique Cardoso). En el conturbado Brasil contemporáneo, Covas, que se declara de centro, dice estar preocupado por los efectos del discurso de Bolsonaro. "Brasil pierde muchas oportunidades (...) Tú ves a un presidente que no está preocupado por el protocolo médico, sino que quiere un decreto sobre el uso de cloroquina [contra la covid-19]", emitido el miércoles. "Eso acaba siendo muy perjudicial", afirma.
Caravanas de seguidores de Bolsonaro han recorrido las calles de São Paulo desde el comienzo de la pandemia, desafiando las recomendaciones de las autoridades regionales y municipales. Sin embargo, Covas afirma que la "represión no tiene cabida. São Paulo es el símbolo de la democracia en el país". Y cuestiona la politización del combate a la pandemia, al afirmar que "el virus no es de izquierda ni de derecha, es una realidad científica que es necesario enfrentar".