En la masacre de la escuela primaria de Sandy Hook, en diciembre de 2012, murieron 27 personas, entre ellas 20 niños de 6 y 7 años. Pero en la mente de Alex Jones se trató de un montaje del gobierno de Barack Obama para crear un clima de opinión en Estados Unidos contra el derecho a tener armas. Jones asegura, aún hoy, que las víctimas eran solo actores. También ha dicho que Obama sostenía relaciones sexuales con 10 hombres al día, a los que les pagaba con dinero de los impuestos.Precisamente, por negar la matanza de Sandy Hook lo demandaron Leonard Pozner y Veronique de la Rosa, que perdieron a su hijo Noah en esa masacre. A raíz de las mentiras de Jones, muchos fanáticos los acosaban por las redes sociales y tuvieron que mudarse siete veces en los últimos cinco años para escapar de las amenazas causadas por las falsedades de Infowars.Jones encontró su lugar en los Estados Unidos de Trump, un país ahora liderado por un presidente que, según algunos seguidores de Jones, está en la Casa Blanca gracias en parte a la tarea de su ídolo.La pareja quiere que con su demanda se redefina lo que significa ‘libertad de expresión’ a nivel judicial. Por ahora, su esfuerzo no ha sido en vano: a comienzos de la semana pasada, compañías como Apple, Facebook y YouTube eliminaron de sus plataformas videos y pódcast de Infowars.
A. G.Sulzberger, The New York Time
Martin Baron, The Washington Post
Brian McGrory, The Boston Globe En respuesta a la seguidilla de ataques de Trump contra la prensa, 200 editores de medios chicos y grandes de Estados Unidos unieron fuerzas para responder. Todos coincidieron en que solo con una prensa libre es posible salvar la democracia.Para esos gigantes tecnológicos, Jones viola los “términos de servicio” establecidos de las plataformas que generalmente prohíben el acoso. Las compañías se refirieron al “discurso de odio” de Jones y su sitio web para eliminar el contenido más polémico. Cuando Apple tomó la iniciativa, las otras empresas tomaron medidas una vez los principales medios de comunicación de Estados Unidos pusieron el tema en el centro de la discusión.De ese calibre son las ideas de quien desde hace más de dos décadas ofrece un coctel diario de información en el que mezcla miedo, conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de ataques, disgresiones y monólogos, la plataforma Infowars de ese tejano fortachón se convirtió en el plato fuerte del consumo mediático de la extrema derecha gringa. Jones posa de luchador por la libertad mientras daña con sus mentiras a cientos de personas que se han vuelto blanco de sus dardos.Puede leer: Exdirectores de la CIA emiten una condena sin precedentes contra TrumpDespués de que su sitio web de conspiraciones fue bloqueado, Jones pidió a sus seguidores “rebelarse contra los sociópatas anti-Trump” y dijo que esas medidas contra él formaban parte de un complot que involucraba a diversos actores como los demócratas, China y algunos ‘corporativistas’. Luego argumentó que no lo censuraban por el discurso de odio en sus contenidos, sino por su apoyo al presidente Donald Trump.Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Jones se dedicó a transmitir a diario a una audiencia de millones un mensaje singular: “Hay una guerra contra su mente”. Según él, fuerzas malvadas y poderosas se habían adueñado de las mentes de sus compatriotas y él prometía despertarlos con información. Más de 15 años después, Jones encontró su lugar en los Estados Unidos de Trump, un país ahora liderado por un presidente que, según algunos seguidores de Jones, está en la Casa Blanca gracias en parte a la tarea de su ídolo.De hecho, Trump apareció en el programa de Jones. Allí el magnate elogió el trabajo de su anfitrión como “sorprendente”, mientras al fondo se podían ver camisetas que decían “Cárcel para Hillary Clinton”. Jones habló de Clinton como “una devota adoradora del diablo destructora del poder libre”. Poco después, cuando se supo que el magnate había ganado las elecciones, el 9 de noviembre de 2016, un Jones con lágrimas en los ojos dijo que Trump tenía un plan para “construir un mundo mejor”, cantó My Way de Frank Sinatra y chocó vasos de champaña con Roger Stone, un consejero del mandatario conocido por su falta de escrúpulos.
El Boston Globe, líder de la iniciativa, contestó la afirmación de Trump con un gran editorial en su primera página. Otros siguieron su ejemplo.
Aunque duró mucho tiempo en la sombra, Jones tiene ahora el alcance y la influencia que siempre quiso, aunque no le han faltado problemas legales por las locuras que sostiene. Alguna vez, tratando de convencer a un jurado, dijo que parte de lo que decía al aire en su programa no era más que “una forma de arte interpretativo”.Jones tiene millones de seguidores en Estados Unidos y, por eso, cuando las redes sociales anunciaron su intención de bajarlo de internet, se armó un debate sobre la forma en que las grandes plataformas tecnológicas curan la información que publican los usuarios. Se han posicionado como servicios de tecnología imparciales que permiten que cualquier persona se conecte y debata, pero han fallado en la forma de filtrar lo que se publica. Como le dijo la analista Issie Lapowsky a SEMANA, “el caso Infowars demuestra que la información es la mayor debilidad de estos gigantes tecnológicos que se han convertido en instrumentos politizados y fragmentados”.Aunque aún no lo han silenciado las demás plataformas, el alcance de Alex Jones y su página web se vio reducido drásticamente. Varios analistas coinciden en que el problema de las noticias falsas y el discurso de odio no desaparece al eliminar los contenidos de las grandes plataformas, sino al ir a la raíz.Le sugerimos: ¿Es peor lo que hace Trump que el Watergate de Nixon?Por el contrario, el propio presidente Trump, que defiende el ‘trabajo’ de Jones, se refirió la semana pasada a los medios de comunicación de su país como “enemigos del pueblo”. La frase causó revuelo e indignación por cuenta de la guerra interna que tiene el magnate contra quienes difunden información sobre su turbulento pasado y critican la forma errática como ha conducido su gobierno.Por eso, en respuesta a un llamado de The Boston Globe, cerca de 350 periódicos, desde grandes diarios hasta pequeños semanarios locales, publicaron este jueves un editorial que recordó a los lectores el valor de la prensa libre. La iniciativa se convirtió en un frente común en el que destacados editores como Martin Baron de The Washington Post, A. G. Sulzberger de The New York Times y Brian McGrory de The Boston Globe se manifestaron contra los constantes ataques de Trump contra la prensa libre, independiente y veraz.Sulzberger incluyó en su editorial una frase que Thomas Jefferson le escribió a un amigo cuando en 1787 Estados Unidos adoptó su Constitución. “Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”, recordó el editor. Todo en un contexto en el que los ataques más dañinos contra la prensa llegan desde la propia Casa Blanca. “Insistir en que las verdades que no te gustan son ‘noticias falsas’ es peligroso para la pureza de la democracia”, añade el editorial.Le recomendamos: “Los medios no son el enemigo del pueblo”: más de 350 diarios en EE.UU. escriben editorial contra Trump“Hoy día tenemos en Estados Unidos a un presidente que ha creado un mantra según el cual los representantes de los medios que no apoyan al cien por cien la política del actual gobierno son ‘enemigos del pueblo’… Esa es una de las muchas mentiras del presidente”, escribió Brian McGrory en el diario más importante de Boston. Al parecer, solo en los periódicos aún queda algo del prestigio que tuvo la democracia estadounidense. Esa que Trump, junto a personajes como Alex Jones, parece querer destruir.OTRAS LOCURAS DE JONESLa mente retorcida de Alex Jones no tiene límites. Estas son algunas ocurrencias que ha dicho al aire:"Hillary Clinton y Barack Obama fundaron el grupo terrorista Estado Islámico".“Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron una farsa, un trabajo interno del gobierno”.“Barack Obama nació en Kenia, por supuesto”.“El Pentágono experimenta con bombas gais en el agua y por eso las ranas son homosexuales”. Jones suscribe con pasión la tesis de que una misteriosa red de élites globales trabaja desde la oscuridad en un plan para esclavizar a la humanidad.