En seis años de trabajo en Rusia, el reportero estadounidense Evan Gershkovich, actualmente preso en el país, se forjó una reputación de periodista todoterreno, decidido, pese a los riesgos, a contar como era un país transformado por el conflicto de Ucrania.
Acusado de espionaje, un cargo que desmiente enérgicamente, el corresponsal del Wall Street Journal, detenido desde finales de marzo, se enfrenta a 20 años de cárcel en un caso sin precedentes, contra un periodista extranjero.
Este martes un tribunal ruso rechazó la solicitud de liberación del periodista, de 31 años, por lo que permanecerá en detención preventiva.
Hijo de migrantes soviéticos
Al contrario que muchos otros periodistas estadounidenses que abandonaron Rusia tras iniciarse la ofensiva en Ucrania, Evan Gershkovich, hijo de emigrantes soviéticos, decidió seguir trabajando en territorio ruso.
Así, este reportero perfectamente rusohablante multiplicó los artículos en los que contaba cómo los rusos viven el conflicto, y se entrevistó con los familiares de soldados muertos y con detractores del presidente Vladimir Putin.
“No pierdo la esperanza”, dijo en una carta dirigida a sus padres desde la cárcel de Lefortovo, y publicada por el Wall Street Journal.
Según su madre, Ella Milman, entrevistada por ese diario, Evan decidió proseguir su trabajo en Rusia pese a los riesgos, porque veía como un “deber” seguir escribiendo sobre un país cada vez más cerrado.
En el momento de su detención en Ekaterimburgo, en los Urales, parecía estar trabajando sobre la industria del armamento y el grupo paramilitar Wagner. El sumario está bajo secreto, por lo que es imposible saber en este momento de qué se le acusa exactamente.
El Kremlin se limitó a decir que fue sorprendido “en flagrante delito” de espionaje, pero sin dar más detalles.
Sus amigos sostienen que Evan Gershkovich estaba haciendo su trabajo, más allá de que supiera que el FSB, el servicio secreto ruso, lo tenía en el radar.
“Sabía que había sido seguido (por los servicios de seguridad), por algunos artículos, y que algunas de las personas con las que habló, podían estar sujetas a presiones”, dice a AFP Pjotr Sauer, periodista del diario británico The Guardian.
“Pero creo que no vio venir esto, su detención”. Y es que para Evan Gershkovich, como para otros periodistas occidentales en Rusia, la acreditación entregada por la cancillería rusa parecía una protección suficiente.
De vuelta a Rusia
Antes de la contienda, el periodista, originario de Nueva Jersey, destacó por su empeño en escribir sobre Rusia, el país de sus raíces, y del que conoció las reglas y las supersticiones a través de sus padres, judíos soviéticos que huyeron de allí en los años 1970.
Licenciado en inglés y filosofía, Evan decidió hacer el camino contrario e instalarse en Rusia.
En 2017 dejó un empleo de asistente de redacción en el New York Times para incorporarse al Moscow Times, el principal medio ruso en idioma inglés.
Durante unos cuatro años relató la represión de la oposición, las catástrofes ecológicas, los estragos del covid o las tradiciones rusas, como el arte del “bania”, la sauna rusa que frecuentaba.
“Siempre ha sido extremadamente curioso de la vida, de lo que sucede alrededor de él, y extremadamente sociable”, apunta Pjotr Sauer.
Cuando ingresó en la oficina de AFP en Moscú a fines de 2020, siguió en esa línea, contando por ejemplo la historia de un opositor ruso en campaña desde su prisión, o el día a día de los bomberos enfrentados a grandes incendios en Siberia.
A inicios de 2022, al unirse al Wall Street Journal, Evan Gershkovich cumplió su sueño de periodista: trabajar para uno de los diarios más renombrados de Estados Unidos.
Su sentido del humor es una de sus características. En una carta a sus padres, dijo que la cocina de su madre lo había preparado “para lo mejor o para lo peor en la prisión”, refiriéndose al gruau, un plato muy consistente y barato que se sirve tanto en los hogares rusos como en las celdas.
*Con información de AFP.