Los comicios presidenciales que encara Ecuador son, seguramente, los más convulsos de su historia reciente. Hace unas semanas, la primera vuelta dio como ganador a Andrés Arauz, el candidato de Rafael Correa. Arauz esperaba rival para la segunda vuelta, a la que finalmente entró el candidato conservador Guillermo Lasso tras un reñido final contra el líder indígena Yaku Pérez. Las proyecciones indicaban que Arauz tendría un camino tranquilo para ganar, pero con el paso de los días la contienda con Lasso cobró tintes más inciertos, producto del agitado clima político que atraviesa Ecuador.
En la accidentada primera vuelta del 7 de febrero, Yaku Pérez denunció fraude al quedar marginado del balotaje por apenas 0,35 puntos porcentuales frente a Lasso, en un conteo que duró varios días. Luego de la derrota de Pérez, su partido, Pachakutik, el brazo político del mayor movimiento indígena ecuatoriano, se desmarcó de los dos contendientes en la segunda vuelta, lo que deja en el aire qué pasará con el 20 por ciento de votantes que respaldaron al líder indígena en febrero.
Los escenarios son múltiples. En principio, muchos creen que la mayoría de dichos votos irá para Arauz, de perfil izquierdista como Pérez. Varias encuestas ponen por delante a Arauz, que en primera vuelta sacó una diferencia de 13 puntos, ganando con 32,72 por ciento de los sufragios.
No obstante, la última encuesta de la investigadora Market vaticina un empate técnico entre Arauz y Lasso. Según este sondeo, 50 por ciento votará por Arauz, y 49 por ciento, por Lasso. Y una encuesta de Cedatos, cerrada al 30 de marzo, dio 52 por ciento para Lasso y 48 por ciento para Arauz, un resultado que era improbable hace apenas meses. Estas últimas proyecciones han decantado en un panorama incierto para la segunda vuelta.
El mandato de Lenín Moreno, quien llegó al poder con el apoyo de Correa en 2017 pero se distanció abruptamente de la izquierda mientras avanzaba su gobernanza, también condiciona estas elecciones. Con Moreno, Ecuador pasó de desdeñar los créditos del FMI a sobrevivir gracias a ellos. En marzo de 2019, el FMI le prestó 4.200 millones de dólares a Ecuador, que no fueron desembolsados en su totalidad porque Quito incumplió las condiciones. En septiembre de 2020, en medio de la pandemia, otorgó otro crédito de 6.500 millones, que está en vigencia. En consecuencia, la deuda externa pública de Ecuador creció, de acuerdo con el Banco Central, de 26.897 millones de dólares (27 por ciento del PIB) en mayo de 2017 a 45.199 millones (45 por ciento del PIB) en enero pasado. Durante su periodo, Moreno alegó el despilfarro de Correa como motivo para la deuda con el FMI y emitir bonos. Además de reglas de austeridad, el FMI impuso a Ecuador más impuestos, medidas anticorrupción, el aumento del IVA y una ley que le dé independencia al Banco Central. El plan apunta igualmente a que el país reduzca hasta 57 por ciento el peso de la deuda total sobre el PIB, incluida la interna, que hoy asciende a 63.885 millones de dólares (63 por ciento del PIB). Estos ajustes, aunque sobre todo la eliminación de los subsidios a los combustibles y, en consecuencia, el alza de su precio, detonaron las protestas indígenas de 2019, que dejaron 11 muertos, unos 1.300 heridos y la imagen política de Moreno por el suelo. El mandatario termina su periodo hundido en la impopularidad; debió dar marcha atrás a los acuerdos, con lo que incumplió lo pactado y, en medio de la crisis sanitaria, ahora busca renegociar el trato.
Por eso, así gane Arauz o Lasso, el futuro presidente enfrentará la presión para suavizar los recortes ante el efecto devastador de la pandemia, en especial después de la protesta de hace dos años, liderada por el movimiento indígena que ahora podría inclinar la balanza hacia el ganador del balotaje. Los dos planean ajustar lo pactado con el FMI, aunque el izquierdista pretende una revisión más amplia frente al único punto al que se opone su rival: la elevación del IVA de 12 a 15 por ciento.
Tampoco dan pistas claras de los resultados del 11 de abril sus planes ambientalistas. Ambos están lejos de convencer a los activistas y votantes indígenas, que no apoyan a ninguno, ya que los dos pretenden mantener la explotación de petróleo y minerales. Tras evaluar sus programas, el denominado Frente al Ambiente, integrado por unas 60 organizaciones ecologistas y de derechos humanos, determinó que ninguno de los finalistas eran verdes. Con 63,6 sobre 100 puntos, Arauz recibió la calificación de ‘preocupante’, de color amarillo, en el semáforo ambientalista, mientras que, con 36,5, Lasso obtuvo la de ‘tóxico’, de color rojo. El mejor evaluado, con 93,4 por ciento, fue Yaku Pérez, quien emergió como abanderado para algunos sectores ambientalistas por su lucha en defensa del agua y contra la minería. Ahora, quienes inclinaban su voto por este tema han quedado en tierra de nadie.
En todo caso, es evidente que el factor Correa tendrá el mayor peso en el resultado final. Moreno y ahora Arauz han gozado de su apoyo en la candidatura. Además, aún está vivo el recuerdo de la disputa airosa de Correa con el FMI. Cuando estuvo en la presidencia, Ecuador desairó a la entidad con la que, eventualmente, tendrá que hablar su pupilo Arauz, e incluso llegó a retirar al personal del FMI de las oficinas que tenía en Quito. Correa se aferró a China, que emergió como su principal prestamista. Con el paso de las semanas, los indecisos cobran más poder. Según la encuestadora Market, al final de la primera vuelta estos rondaban en 35 por ciento, pero a una semana de los comicios bajaron a 8 por ciento. De acuerdo con Market, “había una decepción con el proceso electoral, con los candidatos y con la política” enfrascada entre correísmo y anticorreísmo.
Precisamente, el asunto Correa, junto con los ajustes económicos, será una de las primeras y más grandes decisiones de quien resulte ganador. Para Santiago Basabe, politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Quito, “las posibilidades de Arauz son mayores”, y, si gana, “el primer punto de su gobierno será el retorno de Correa, indudablemente”. Correa, después de dejar el cargo en 2017, se mudó a Bélgica. Desde que se encuentra en el ostracismo, no han dejado de aparecer juicios en su contra, y en ausencia fue condenado a ocho años de cárcel por corrupción.
De acuerdo con Basabe, la segunda vuelta presenta un enfrentamiento entre dos modelos políticos y económicos: el retorno de la izquierda y la consolidación de la derecha luego del giro que dio Moreno con el respaldo del empresariado. En todo caso, a horas de conocer los resultados, da la impresión de que la brecha política en Ecuador está más abierta que nunca.