A la salida de una discoteca fue asesinado hace tres años Fernando Báez Sosa, de 18 años. Báez iba a iniciar sus estudios de derecho y era el único hijo de una pareja de inmigrantes. Este lunes, un tribunal argentino comenzó el juicio contra los ocho jugadores de rugby acusados por el crimen.
Los jóvenes, que tienen entre 21 y 23 años, ahora han permanecido en prisión preventiva desde que fueron capturados, tras, presuntamente, haber asesinado a Báez a golpes en una encerrona al salir de una discoteca, ubicada en el balneario de Villa Gesellla, que queda a unos 380 kilómetros de Buenos Aires, capital de Argentina.
Muchos argentinos revivieron este lunes las imágenes en redes sociales, que muestran el ataque que habría producido la temprana muerte de Báez.
“No comprendo cómo son tan cobardes y cómo atacaron a mi hijo. Esperemos que la justicia actúe y le den lo que realmente se merecen, cadena perpetua y que cumplan como se debe. Mi hijo está enterrado en un ataúd y es como si fuera una cadena perpetua. ¡Basta de privilegios!”, declaró a la prensa la madre de la víctima, Graciela Sosa, al salir del tribunal.
Familia de migrantes
La familia del joven venía de Paraguay, Baez era hijo de Silvino Báez, trabajador de la construcción, y de María Graciela Sosa Osorio, cuidadora de adultos mayores, de acuerdo con el diario local argentino El Clarín.
El joven quería tener la misma profesión del reconocido abogado argentino Fernando Burlando, quien terminó representando a sus padres de manera gratuita, después del atroz crimen que conmocionó al país y que ahondó una discusión sobre la justicia y los privilegios de las altas clases sociales.
El crimen
El crimen de Báez ocurrió el 18 de enero de 2020, en pleno verano argentino, a la salida de una discoteca en el balneario de Villa Gesell, un destino muy visitado por jóvenes en la costa atlántica argentina.
Báez se encontraba en este lugar después de haber finalizado el bachillerato. Se trataba de unas minivacaciones de cuatro días en la playa, que la familia acordó como una celebración del fin de los estudios, eran las primeras vacaciones sin sus padres.
Esa madrugada fue atacado por un grupo de ocho jóvenes, que en aquel momento tenían entre 18 y 21 años y jugaban en el Naútico Arsenal Zárate, un club provincial a 90 km al norte de Buenos Aires.
Báez Sosa murió de un traumatismo de cráneo causado por los golpes recibidos cuando estaba tendido en la calle.
Mientras los atacantes lo pateaban en el suelo, le gritaban insultos racistas, según testigos, registros de cámaras de seguridad y chats posteriores entre los acusados, que pasaban sus vacaciones en Villa Gesell.
Los acusados: Máximo Thomsen (23 años), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), los hermanos Luciano (21) y Ciro (22) Pertossi, y su primo Lucas (23), fueron arrestados el mismo día y podrían enfrentarse a una pena de prisión perpetua.
Los jóvenes están acusados de “homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”, así como de causar “lesiones leves” a amigos de Báez, que intentaron ayudar a la víctima.
“Lo atacaron por la espalda, lo tiraron por el piso. Le reventaron la cabeza, ese cuerpito que yo lo tuve nueve meses en mi panza”, se lamentó la madre, que concurrió al juicio junto a su esposo, Silvino Báez.
El crimen conmocionó a los argentinos, hubo actos y marchas en reclamo de justicia.
“Vamos a demostrar que los acusados tendieron esa noche sobre Fernando Báez Sosa un verdadero cerco humano”, dijo el abogado de la defensa este lunes, al inicio del juicio y agregó que el grupo tenía la finalidad de que “su víctima, su presa” no pudiera eludirlos ni contar con ninguna ayuda.
Con información de AFP