La economía, en prácticamente toda América Latina, avanza en la senda de la recuperación. Tanto el FMI, a principios del verano, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL), en septiembre, mejoraron sus previsiones de crecimiento para la región, con Panamá y Paraguay a la cabeza, pero impulsada sobre todo por las dos mayores economías latinoamericanas, México y Brasil. Estos dos países han sabido seguir la estela del auge de Estados Unidos y de China, sus principales socios económicos, respectivamente.
En la otra punta de este panorama, de moderado optimismo, se encuentra Argentina, cuya economía se espera que se contraiga hasta un 3 % este año. Es uno de los únicos dos países del continente -junto con Chile, al que se le pronostica una leve caída del 0,3 %- que no van a crecer en 2023.
La sequía que ha azotado este año a Argentina, muy dependiente de las exportaciones agrícolas, es sin duda una de las causas. Pero no la única.
La economía es allí uno de los principales temas en la campaña electoral. El domingo 1º de octubre, el candidato revelación Javier Milei, en un tono más moderado que el habitual, se presentó en el primer debate previo a las elecciones del próximo 22 de octubre como el único “en condiciones de terminar con la inflación y la inseguridad”. Su fórmula: desregulación y privatizaciones; con las que, aseguró, en 20 años Argentina podría alcanzar el nivel de vida de Alemania.
Una inflación incontrolable en un “frágil escenario”
Un reciente estudio de la Universidad de Buenos Aires (UBA) destacaba que, “por primera vez en treinta años, los principales rubros del índice de precios al consumidor (IPC) aumentaron por encima del 100 por ciento anual”.
Matías De Luca, del Centro RA de la Facultad de Economía de esta Universidad, destaca, junto al “pico de inflación”, otros aspectos del “frágil escenario financiero” de Argentina: “el Banco Central se ha quedado sin reservas (de hecho son negativas), el sector agropecuario atravesó una de las sequías más agresivas en las últimas décadas (lo cual nos supuso 20.000 millones de dólares en exportaciones) y, en medio, elecciones presidenciales que inundan el escenario de incertidumbre, especialmente por lo opuestos que son los planes económicos según el candidato”.
Desde el Centro RA (de Estudios para la Recuperación Argentina), De Luca lamenta el gasto público desbocado y que “ante la falta de consenso de la política, se intentan ‘arreglar’ las cosas con parches”. Para él, la inflación es consecuencia de esto: con un gasto tan alto, cualquier intento de ajuste tiene repercusiones en toda la economía.
Además, no se supo aprovechar la coyuntura propicia de la subida de las materias primas el año pasado debido a la guerra en Ucrania. “En vez de comprar dólares por la mejora de los términos de intercambio, [el Gobierno] interpretó este excedente como un margen para atrasar el tipo de cambio”, lamenta el economista argentino.
Veinte años no es nada
El próximo debate electoral en Argentina se celebrará el domingo próximo, precisamente en la UBA, aunque en la Facultad de Derecho. De Luca tiene claro lo que recomendaría a los candidatos en materia económica, de encontrárselos: “creo que es importante conseguir un elevado grado de consenso político para que todas las transformaciones que precisa llevar a cabo Argentina sean sostenibles en el tiempo”. Milei pedía veinte años, como en el tango de Gardel, demasiado tiempo para cualquier experimento.
“Los países ‘estables’ son aquellos que tienen un crecimiento sostenido”, explica De Luca: “Es decir, exhiben un crecimiento moderado, pero constante, y eso, a largo plazo, es lo que marca la diferencia... Argentina, en cambio, es una economía mucho más volátil”.
¿Repartir la riqueza o repartir la escasez?
El vicepresidente del Banco Mundial, el colombiano Carlos Felipe Jaramillo, destacó recientemente el “admirable manejo macroeconómico de la mayoría de países de América Latina”. Y se mostró “optimista” respecto a Argentina porque la caída de su PIB es “temporal”, debido a las malas cosechas, y porque dispone de recursos naturales claves como el litio, pero también reservas de hidrocarburos no convencionales. Pero Jaramillo destacó también que la región necesita tasas de crecimiento mayores “para realmente superar los problemas de pobreza y desigualdad”.
Si nos atenemos a estos dos aspectos, sin duda, es Uruguay el país que va a la cabeza del continente. Sin embargo, Argentina, a pesar de todo, está mejor situada que, por ejemplo, México o Colombia. Y sus políticas económicas, con todos sus fallos, destacan en su promoción de la igualdad, con un índice de Gini, que mide la distribución de la riqueza, solo superado por Venezuela. Pero claro, se trata tanto de crear más riqueza como de distribuirla mejor. Y Argentina tiene todavía mucho que mejorar en lo primero.
*Análisis de la DW