Argentina sigue día a día el juicio de ocho jóvenes miembros de un equipo de rugby, acusados de matar a golpes a Fernando Báez Sosa, un muchacho de 18 años a quien habrían cogido en una especia de emboscada, en la que se mezcló el racismo, el clasismo y la idea de matar por placer. Este viernes se supo que el principal sospechoso de liderar al grupo fue el responsable de incriminar a un joven inocente tras los hechos.

¿Cómo sucedió el crimen?

Baez Sosa murió en enero de 2020, tras recibir decenas de golpes al salir de una discoteca, de parte de los ocho jóvenes jugadores de rugby acusados.

La familia del Báez venía de Paraguay, Silvino Báez es empleado de construcción y de María Graciela Sosa Osorio, cuidadora de adultos mayores. Ambos son ahora caras totalmente reconocibles para cualquier argentino, por la lucha que han dado para esclarecer la muerte de su hijo.

El crimen sucedió a la salida de una discoteca en el balneario de Villa Gesell, un destino muy visitado por jóvenes en la costa atlántica argentina.

Báez se encontraba en este lugar después de haber finalizado el bachillerato. Se trataba de unas minivacaciones de cuatro días en la playa, que la familia acordó como una celebración del fin de los estudios, eran las primeras vacaciones sin sus padres.

Esa madrugada fue atacado por el grupo de muchachos que en ese momento tenían entre 18 y 21 años y murió de un traumatismo de cráneo causado por los golpes recibidos cuando estaba tendido en la calle.

Muchas de las escenas dantescas del ataque quedaron grabadas y son compartidas permanentemente por internautas en redes sociales.

Máximo Thomsen y una hamburguesa

Los jóvenes, que ahora tienen entre 21 y 23 años, han permanecido en prisión preventiva desde que fueron capturados, pero desde el momento de los hechos se han conocido detalles escalofriantes sobre su actuación.

Uno de esos hechos está relacionado con Máximo Thomsen, un joven que hoy tienen 23 años y ha sido señalado por muchos testigos como la persona que le dio los golpes más fuertes a Báez, especialmente un golpe en la cabeza que pareció haberle robado el último aliento de vida. Thomsen es señalado por haber actuado de alguna forma, como el líder del grupo en el momento del ataque.

Maximo Thomsen fue a comer una hamburguesa, después de que entre todos hubieran cometido el atroz crimen. | Foto: Imagen compartida en twitter por @BrissioMauro

Ya se sabía desde antes que después del brutal ataque, Thomsen habría salido tranquilamente a comerse una hamburguesa, un detalle que demuestra el profundo desinterés frente al delito que habría cometido.

Hoy en el quinto día del juicio se supo que fue él, quien dio el nombre de Pablo Ventura, un joven al que escasamente conocía, como dueño de un zapato que la policía utilizó para identificar al autor del crimen.

Un oficial y peritos de la Policía Científica que declararon hoy aseguraron que fueron al domicilio donde se encontraba hospedado el equipo de rugby, llevando uno de los zapatos que Thomsen había usado en el momento del ataque.

Cuando preguntaron “¿De quién es está zapatilla (zapato)?”, la respuesta del propio Thomsen fue el nombre de Pablo Ventura, un joven deportista que no tenía relación con el crimen, ni con el grupo, al que sencillamente buscaron incriminar para evadir su responsabilidad frente al atroz crimen.

Posteriormente, las pruebas escopométricas determinarían que la huella que quedó grabada en la cara de Fernando Báez correspondía a ese zapato, así como el ADN allí encontrado. Ambos, pertenecientes a Maximo Thomsen.

Por esa acusación falsa Pablo Ventura pasó cuatro días detenido y en innumerables ocasiones ha contado como este hecho le cambió la vida.

El reconocido abogado argentino Fernando Burlando, fue la inspiración de Fernando Báez para seleccionar la carrera de derecho a la que se había inscrito una semana antes de ser asesinado. Burlando representa hoy a a sus padres de manera gratuita, después del atroz crimen que conmocionó al país.