La reina Isabel II falleció hace casi seis meses, a pesar de que el periodo de luto fue cumplido, su legado seguirá prénsente en la mente de los británicos. Ahora hay quienes aseguran que la monarca no ha abandonado del todo su presencia en la tierra y que de vez en cuando visita a dos de sus seres amados.
La fallecida monarca se caracterizó en vida por su inmenso amor por los animales, en especial con sus mascotas. Sandy y Muick fueron los dos últimos canes que la acompañaron en la etapa final de su vida.
Antes de fallecer, lsabel II pidió al príncipe Andrés y a su familia que se encargaran del cuidado de sus fieles amigos peludos.
Los perritos fueron un regalo de sus nietas Beatriz y Eugenia en 2021. Tras la muerte de la monarca, su voluntad se hizo realidad, Sandy y Muick quedaron en manos del tercer hijo de la soberana, Andrés y su exesposa Sarah Ferguson.
Ferguson, quien a pesar de ser la exesposa de Andrés, tiene una relación civilizada, a tal punto de vivir bajo el mismo techo. Fue la misma Sarah quien confesó en diálogo con People, que la fallecida reina Isabel II en ocasiones va a saludar a sus mascotas.
“Siempre pienso que cuando le ladran a la nada y no hay ardillas a la vista, creo que es porque pasa la Reina”, declaró Sarah Ferguson, quien en su momento fue una de las mejores amigas de la también fallecida princesa Diana.
Sandy y Muick tendrían un comportamiento particular en ocasiones, le ladran a la nada, situación que es interpretada por Sarah como una visita de su dueña desde él más a allá. Cabe señalar que los caninos acompañaron a la reina hasta el día de su muerte.
A lo largo de toda su vida, la reina Isabel II tuvo cerca de 30 mascotas, la primera fue obsequiada por su padre, el rey Jorge VI, cuando su hija cumplió 18 años de edad. Desde entonces su amor por los perros y caballos sería para toda la vida.
Los últimos días de la reina
Siguiendo una vieja tradición, Isabel se retiró a la residencia estival de Balmoral a pasar el verano, donde la sorprendió la muerte. Sus días finales, cuentan testigos, estuvieron llenos de alegría. El reverendo Iain Greenshields, de los últimos en verla, le contó a The Times.
“Ella era la vida y alma de las cosas. Me habló muy personalmente sobre su infancia aquí (en Balmoral), de sus caballos, me dijo los nombres de los que había tenido en los últimos años, recordó también nombres de lugares y de personas. Era un ser completamente sobresaliente”. El sacerdote también comentó que hablaron de la guerra en Ucrania y otros temas de actualidad.
Desde que llegó a Balmoral, el 21 de julio, la monarca era visitada a menudo por sus hijos mayores, Carlos y Ana. Alister Jack, parlamentario conservador, asistió a una reunión por video del Consejo Privado y le dijo al diario londinense que ella mostró su acostumbrada agudeza mental. El expremier Tony Blair almorzó con ella hace pocas semanas y expresó lo mismo. “Estuvo cálida, graciosa, de buen humor y enérgica”, recordó.
Quedó claro que la reina Isabel ll a sus 96 años no padecía de ninguna enfermedad degenerativa, por lo cual el deceso estaría relacionado con causas naturales, según señalaron los medios internacionales.
La salud cardiopulmonar de la soberana más longeva de la historia del Reino Unido, al parecer, habría comenzado a deteriorarse desde el pasado mes de febrero, cuando fue diagnosticada con covid-19.
Desde ese entonces, las apariciones públicas fueron muy limitadas y se acentuaron sus problemas de movilidad. Todo esto luego de 70 años de reinado, un mandato que vivió la mayor parte del tiempo sin complicaciones o problemas de salud.