La visita del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, acompañado por el rey Felipe VI y la reina Letizia, este domingo a Paiporta, un municipio valenciano duramente afectado por inundaciones, se transformó rápidamente en un episodio de tensión y caos.
Este evento, que tenía como objetivo mostrar solidaridad con las víctimas de una tragedia que ha cobrado al menos 217 vidas, culminó en un ambiente de descontento y agresiones dirigidas hacia los líderes, particularmente hacia Sánchez y el presidente del gobierno regional, Carlos Mazón.
Una bienvenida hostil
Desde el momento en que Sánchez descendió de su vehículo, la situación se tornó violenta. La población, visible y desesperadamente afectada por las consecuencias de las inundaciones, no dudó en manifestar su frustración.
A medida que el presidente se acercaba, los manifestantes comenzaron a lanzar barro y objetos, creando un ambiente hostil que pronto se convirtió en un ataque directo al vehículo presidencial.
La tensión se incrementó cuando un palo fue arrojado hacia la zona donde se encontraba el presidente, lo que llevó a su equipo de seguridad a actuar con rapidez. La reacción fue inmediata; rodearon a Sánchez y lo alejaron del tumulto, lo que provocó que rápidamente se dispersara en medio de la confusión.
Daños evidentes: un vehículo marcado por la ira
Las imágenes que circulaban en medios y redes sociales, después de la evacuación del presidente, muestran a la camioneta alejarse, cuando intentaban golpearla, a la cual se le ve un espejo roto y golpes en una de las puertas. El ataque al vehículo de la comitiva no solo refleja el descontento de los ciudadanos, quienes golpearon las ventanas, sino que también se convirtió en un símbolo de la furia colectiva en Valencia.
Las imágenes fueron ampliamente difundidas, revelando no solo el impacto físico de los ataques, sino también la profunda carga emocional de la población. Mientras que el primer carro se alejaba, en otro que se desplaza algunos ciudadanos le exigían bajarse y se ve cómo este acelera para marcharse del lugar.
Los gritos de los vecinos resonaban con una mezcla de angustia y rabia: “¿Dónde está Pedro Sánchez?” y “¿Cuántos muertos hay?”. Estas demandas evidencian una frustración palpable hacia la gestión de la crisis por parte del Gobierno, al no atender la tragedia y sus damnificados de manera pronta.
Ante la agitación y la violencia, Sánchez se dirigió a la prensa y expresó su reconocimiento por “la angustia y el sufrimiento” de los afectados. Sin embargo, también condenó “cualquier tipo de violencia”, marcando un intento de distanciarse de los ataques, aunque la percepción pública sobre su gestión en este contexto sigue siendo crítica.
El rechazo hacia el presidente fue claro, con gritos que incluían insultos como “¡El presidente es un perro!”, reflejando la indignación de los ciudadanos. La situación llevó a que tanto Sánchez como Mazón abandonaran la zona rápidamente, una decisión que podría ser interpretada como una falta de empatía o incapacidad para enfrentar la crisis.
*Con información de la AFP.