Miguel del Toro acudió al hospital donde falleció este domingo Vicente Fernández en la ciudad mexicana de Guadalajara, consolando su dolor con una convicción: “Ya le está cantando a la Virgencita”.

A él se sumaron cientos de personas en la clínica y luego en una arena propiedad de la familia de “Chente” -como lo llamaba su público- para darle el último adiós. El féretro permanecerá allí hasta la noche y el funeral se celebrará el lunes de forma privada.

El coliseo, adjunto al rancho del artista y con capacidad para 11.000 personas, comenzó a llenarse en la tarde entre ovaciones y cánticos de mariachis, de los cuales Vicente era considerado “El Rey”.

Miguel llegó con un compendio impreso de la carrera de Fernández, que murió a los 81 años tras permanecer cinco meses hospitalizado por una caída en su rancho “Los Tres Potrillos” -como llamaba a sus hijos varones- en Guadalajara.

Músicos cantan afuera del rancho Tres Potrillos en Tlajomulco, México. (Photo by Ulises Ruiz / AFP) | Foto: AFP or licensors

“Tengo tristeza, también alegría porque le está cantando allá a nuestra Virgencita”, dice este hombre de 65 años con los ojos humedecidos.

“Vea el día que escogió, el 12″ de diciembre, agrega, subrayando que el fallecimiento se produjo en la misma fecha que los mexicanos honran a su patrona, la Virgen de Guadalupe, una de las peregrinaciones católicas más grandes del mundo que desde el 1 de diciembre ha convocado a dos millones de personas.

Miguel recuerda que Chente “era devoto de la Virgen” y que lo conoció en los años 1960 cuando se presentó por primera vez en su ciudad natal, Tamazula (estado de Jalisco), e interpretó “Con una copa de vino”.

“Está vivo en los corazones de todos los mexicanos”, afirma Miguel, con gorra y chaleco oscuro, poco antes de cantar “El rey”, un tema que interpretaba Fernández pero compuesto por el célebre cantante de rancheras José Alfredo Jiménez (1926-1973).

Con el libro titulado “Pero sigo siendo el rey” (estribillo de esa canción), Miguel evoca además el acercamiento que tuvo con el Charro de Huentitán, ganador de tres Grammy y nueve Grammy Latino y con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

“Fue en 1986 en la Casa de San Pedro Tlaquepaque, en una boda que él apadrinó al señor Rubén Álvarez y a una mujer que se llama Dora. Ahí me tocó convivir con él cuando andaba cantando la de ‘De siete a nueve’”, rememora.

Hombre fanático de Vicente Fernández sostiene una foto del cantante mientras llora afuera del Rancho Tres Potrillos. (Photo by Ulises Ruiz / AFP) | Foto: AFP or licensors

Último adiós

Mientras tanto, en la arena FVG los fanáticos llenaban las graderías, tras varias horas de espera para ingresar y una gigantesca congestión vehicular en las vías aledañas a este sector de la zona metropolitana de Guadalajara.

Será la única oportunidad de despedirlo, pues el funeral será privado, según anunció la familia.

Como si se tratara de un concierto al aire libre, cientos de personas aguardaron pacientes cantando, a ritmo de mariachi, “El Rey”, “Mujeres Divinas” y “Por tu maldito amor”, piezas icónicas de Vicente Fernández.

“Es muy importante para nosotros que nos den oportunidad de hacer homenaje a una leyenda de la música mexicana”, declaró Leonardo Olmedo, de 20 años, integrante de un mariachi que ha tocado en este centro de espectáculos.

Un fanático del cantante Vicente Fernández muestra su auto con el retrato del artista. (Photo by Ulises Ruiz / AFP) | Foto: AFP or licensors

Hombre sencillo

A los homenajes también se sumó Juan Manjarrez, de 64 años. Frente a la clínica, con las manos temblorosas, sujetaba una imagen de la Virgen de Guadalupe y una fotografía de él con Vicente Fernández.

“¡Se fue un grande!”, exclama Manjarrez, compartiendo un episodio que según él mostraba claramente la sencillez del que era considerado el último gran ídolo de la música ranchera, un género cargado de despecho y evocaciones de la vida en el campo. “Yo fui a trabajar una vez de mesero con él y le dije que si podía llevar a mi madre y me dijo que sí, ‘nada más me avisas’. Él fue hasta nosotros, un detallazo”, relata a la AFP.

Desde automóviles en movimiento, que hacían un breve alto en la puerta del hospital, los fanáticos de Fernández cantaban coros de sus canciones, tocaban bocinas y dejaban flores. Algunos no perdían la esperanza de verlo salir en la carroza fúnebre para despedirse. Las autoridades de Guadalajara reforzaron la seguridad en torno al hospital y luego en el rancho.

A la hacienda llegó Vicente Fernández Junior, el primogénito del ídolo, y su esposa María del Refugio Abarca “Cuquita”. Vicente, visiblemente conmovido, se limitó a agradecer a los mexicanos el cariño a su padre.