El mundo ha quedado estremecido ante la ola terrorista desatada por Hamás, un grupo que tiene como principio fundamental exterminar a Israel. En medio de esta pesadilla, quienes más han padecido son los civiles, y los rostros de su sufrimiento lo dicen todo: decenas de personas, incluidos niños y ancianos, han sido brutalmente asesinados, algunos mientras descansaban en sus hogares, y otros fueron retenidos sin señales de sus paraderos.
El ataque terrorista que inició el 7 de octubre ha llevado a Israel y al mundo a un punto crítico con pocos precedentes. Este conflicto ha sacado a la luz la urgencia de poner fin a esta espiral de violencia, que ha mostrado la brutalidad del grupo islámico contra la población, asesinando a más de 1.400 israelíes y secuestrando alrededor de 220, entre ellos, 30 niños.
“Se la llevaron, la vimos primero en un coche con cuatro terroristas que estaban detrás. Se estaban filmando, riéndose, cantando”, cuenta la familia de Yaffa Adar, una mujer de 85 años que fue raptada por el grupo terrorista hace más de dos semanas, cuando se iniciaron los ataques de Hamás hacia territorio israelí. Sus allegados están a la intemperie rogando porque esté bien y no haya sufrido las torturas de la organización armada.
Ahora, las familias de los secuestrados experimentan un dolor inimaginable, mientras los padres, desesperados, hacen un llamado angustioso a través de los medios de comunicación en busca de ayuda. Las historias que narran son desgarradoras y conmueven a la humanidad.
Uno de estos despreciables actos lo vivió la madre de Yosef Haim, quien contó que “intentó ayudar a los heridos incluso cuando les estaban disparando. La última vez que lo vieron estaba escondiéndose debajo de un auto”. La vivencia para las familias ha sido de total pesadilla, ya que muchos no reciben las confirmaciones de que estén secuestrados sino hasta mucho tiempo después, incluso, a esta hora, hay varios que no tienen ni siquiera la certeza de que hayan sido raptados por el grupo terrorista.
Pero todo fue peor cuando, el jueves, el mismo Hamás confirmó que habían muerto 50 de los rehenes, según ellos, fruto de los bombardeos de contraaque de Israel. Por ahora, muchas familias están a la espera de cualquier información que se les pueda dar acerca del destino de sus allegados, por lo cual muchos prefieren guardar silencio hasta que se sepa algo.
“Las brigadas Qassam estiman que el número de rehenes sionistas que murieron en la Franja de Gaza a raíz de los bombardeos y masacres sionistas alcanzó cerca de cincuenta”, indicó el movimiento islamista palestino en un mensaje en Telegram.
Así mismo, por información dada a conocer por Israel, los terroristas capturados por Hamás afirman que reciben jugosas recompensas por cada persona que raptan de sus hogares. “Quien trae un secuestrado recibe un apartamento y 10.000 dólares”, dijo uno de los miembros del grupo radical islámico.“ Así funcionan las brigadas al-Qassam.
El objetivo de nuestra infiltración era capturar y secuestrar la mayor cantidad posible”, manifestó otro de los milicianos de Hamás capturado por el ejército de Israel, durante un interrogatorio en el que dieron a conocer la naturaleza de su accionar.
Esta semana se hizo público el caso de Yocheved Lifshitz, de 85 años, que en una rueda de prensa relató cómo vivió su secuestro. “Golpearon a la gente, tomaron a algunos como rehenes. No distinguían entre jóvenes y ancianos. Nos llevaron a la entrada de los túneles y caminamos kilómetros sobre tierra mojada. Hay un sistema gigante de túneles, como telarañas”, contó. Ahora, será cuestión de tiempo hasta que haya respuesta acerca del destino de los raptados.