Más de 7.239.953 venezolanos han tenido que salir de su país en los últimos años por la emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela, según los datos de la plataforma multiagencial R4V, con corte al 28 de marzo de 2023.
Venezuela perdió el 21,46 % de su población por la crisis multidimensional causada por las malas decisiones políticas, económicas y sociales tomadas por el chavismo a lo largo de sus casi 25 años en el poder y agravadas por la consolidación de la dictadura de Nicolás Maduro, que acarreó la imposición de sanciones internacionales de los Estados Unidos y de varias naciones occidentales ante el cierre democrático.
La estrategia internacional consistía en generar la mayor presión para que el régimen de Nicolás Maduro se viera abocado a negociar una transición política en dirección a recuperar la democracia.
No obstante, dicha estrategia fracasó, el chavismo transfirió el costo de las sanciones a la población, construyó una narrativa en la que responsabilizó de la crisis a las medidas impuestas por los Estados Unidos y el aislamiento internacional empujó al régimen a estrechar sus vínculos con potencias extracontinentales y regímenes no democráticos. El chavismo sacrificó a Venezuela con tal de permanecer en el poder.
Ahora se propone un cambio de estrategia desde Bogotá, la cual consiste en liberar de la presión internacional al régimen chavista, reconociendo a Maduro como el detentador del poder real del Estado venezolano, dejando de lado la discusión sobre su legitimidad. Y en la misma dirección, usar el levantamiento de sanciones internacionales como moneda de cambio para buscar una salida electoral de cara a las próximas presidenciales.
Se pasa de una estrategia de rendición a una estrategia de convivencia que reconoce que la recuperación de la crisis venezolana tomará tiempo y prorroga el retorno a la democracia.
Pero no está dicho que Maduro y la camarilla chavista acepten el cambio de estrategia. Los mensajes del presidente venezolano son lacónicos y agradecen los esfuerzos del presidente colombiano Gustavo Petro, pero no han expresado mayor nivel de compromiso con un cambio en el statu quo.
Según la lectura que hacen los líderes de la Revolución Bolivariana, ellos lograron derrotar el “cerco diplomático” promovido por los Estados Unidos, Colombia y Brasil.
Además, el repunte de la izquierda democrática aligera las relaciones en la región, y el cambio en la geopolítica energética global antepone la rentabilidad de la recuperación de la industria venezolana de petróleo y gas sobre el retorno a la democracia, finalmente las potencias occidentales suelen mirar hacia otro lado cuando los intereses son mayores.
A lo cual se suma la pérdida de credibilidad nacional e internacional que padece la oposición, por la cuestionable gestión del gobierno interino, las profundas divisiones que los aqueja y la falta de liderazgo.
¿Cuáles son las posibilidades del cambio de estrategia internacional? ¿Puede funcionar el final de las sanciones sectoriales a la industria petrolera, cuando Maduro está más preocupado por las sanciones nominales que existen contra él y su entorno?
¿Puede el cambio de estrategia devenir en la celebración de unas elecciones presidenciales aceptadas por la comunidad internacional como legítimas, cuando Maduro no tiene posibilidad de ganar una elección medianamente competitiva? ¿Puede la relación de Maduro con Petro y la izquierda democrática de la región desescalar la dictadura, cuando AMLO de México y Fernández de Argentina saben lo difícil que es tratar con Maduro?
*Investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, y coordinador del Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer.