El mundo sigue con atención el destino de los cinco pasajeros a bordo del submarino de la empresa OceanGate Expeditions, que desapareció el pasado domingo 18 de junio en el océano Atlántico, durante una inmersión para visitar los restos del famoso barco Titanic.
La nave, de 6,5 metros de largo, comenzó su inmersión el domingo a las 4 a. m. hora local, pero perdió contacto con la superficie, a menos de dos horas después de la salida.
A pesar de la enorme atención mediática que ha causado el caso, lo cierto es que este no es un viaje frecuente, ni al que cualquier persona pueda acceder, se trata de un negocio multimillonario, que irónicamente implica grandes riesgos.
Multimillonario negocio
El sumergible es coordinado por la compañía OceanGate Expeditions, en esta ocasión así como en misiones anteriores, todos sus tripulantes son personas adineradas.
En total son cinco los pasajeros del Titán, el empresario británico Hamish Harding, el aventurero francés Paul-Henry Nargeolet, el magnate de origen paquistaní Shahzada Dawood, residente en Reino Unido, y su hijo, Suleman, y el consejero delegado de OceanGate, Stockton Rush.
Cada cupo en el submarino puede costar cerca de 250.000 dólares, es decir unos 1.040 millones de pesos colombianos, un dato que proviene de un artículo de la CBS, escrito por el periodista David Pogue en noviembre de 2022, hablando sobre una misión de este tipo que él realizó con la misma compañía.
“No voy a mentir; estaba un poco nervioso, especialmente tras ver el papeleo, que decía: ‘Este buque experimental no ha sido aprobado ni certificado por ningún organismo regulador y podría provocar lesiones físicas, traumas emocionales o la muerte”, escribió Pogue para la CBS, demostrando el alto riesgo de este tipo de misiones.
El tipo de clientes
Aunque la mayoría de viajeros son multimillonarios que cuentan con esa cantidad de dinero para hacer el viaje, Stockton Rush, director general de OceanGate contó a la CBS que algunas personas conseguían el dinero como fuera, para poder realizar la inmersión: “Hemos tenido personas que han hipotecado su casa para venir a hacer el viaje. Y tenemos personas que no se lo piensan dos veces antes de hacer un viaje de este costo. Teníamos un señor que se había ganado la lotería” comentó Rush.
CBS viajó a la misión invitado por la empresa, a través del periodista Pogue. La mayoría de la gente que realiza este viaje, son personas obsesionadas con el tema del Titanic: “Tenemos clientes que son entusiastas del Titanic, a los que nos referimos como Titaniacs”, describió Rush en aquel momento.
Pogue describió en ese momento el caso de la ejecutiva de banco Renata Rojas, quien ahorró durante 30 años para cumplir el sueño de ver los restos del Titanic: “Estoy tratando de cumplir un sueño; tengo ganas de ir al Titanic y verlo con mis propios ojos desde antes de que lo encontraran”, afirmó y explicó también: “. “Los sueños no tienen precio, algunas personas quieren un Ferrari. Algunas personas compran una casa. Yo quería ir al Titanic”.
En un viaje en el Titán, el sumergible que hoy se encuentra desaparecido, se pasan cerca de 12 horas de encierro, Pogue, como otras personas que han descrito la experiencia, afirma que es un espacio muy reducido, en donde realmente no hay nada: “Este no es el sumergible de tu abuelo; en el interior, el submarino tiene tanto espacio como una minivan, tiene un botón, eso es todo”, asegura.
La experiencia de Renata Rojas, la viajera mexicana que coincidió con Pogue en ese momento, muestra el tipo de situaciones que pueden suceder en estas misiones. A lo largo de los años, Rojas participó en tres expediciones del Titanic, todas fueron canceladas por el mal tiempo y las condiciones, solamente a finales de 2022 cuando coincidió con Pogue logró finalmente completar su objetivo.